LUIS CZYZEWSKI/ AJN

23 de junio 2012- Dentro de pocos días, en oportunidad de la cumbre mundial sobre desarrollo sustentable a realizarse en Río de Janeiro, América Latina tendrá el triste privilegio de recibir nuevamente al presidente de la República Islámica de Irán, Mahmud Ahmadinejad. Como padre de Paola, una de las 85 víctimas del brutal y sanguinario atentado a la AMIA quisiera hacer algunas reflexiones sobre esa presencia, sus causas y sus posibles consecuencias.

Sabemos que a esta cumbre van a concurrir importantes delegaciones de más de cien países incluyendo muchos jefes de estado, sobre todo de países centrales, como Rusia, Francia, España y obviamente el país anfitrión, Brasil.

También sabemos, porque se hizo público en medios periodísticos de todo el mundo, que Ahmadinejad pretende utilizar esta cumbre para intentar mejorar su penosa imagen, tanto en el plano internacional como en el interno de su propio país.

Para eso está intentando concretar reuniones bilaterales con otros jefes de estado o delegaciones de países participantes en los que intentará obtener acuerdos de cualquier tipo y obviamente obtener la consabida foto que surja de esas reuniones, como así también las fotos producto del protocolo de esa conferencia.

La primera reflexión que me surge es con respecto a las dos palabras que son el motivo de la reunión de Río: Desarrollo Sustentable, que, según el objetivo de la Conferencia es contribuir para proteger el medio ambiente y asegurar la sustentabilidad de nuestro planeta.

Pero también al desarrollo sustentable se puede contribuir dándole la espalda a los gobiernos de los países que planearon, financiaron y ejecutaron actos terroristas en otros países, como está probado los realizados por Irán en Argentina (AMIA) y en Alemania (Bar Mykonos).

No se aporta al desarrollo sustentable ni se contribuye a tener un mundo mejor diciendo que hay que borrar de la faz de la tierra al país que no me gusta o que profesa otra creencia, reeditando los objetivos que tuvo el nazismo en el siglo pasado y que este nefasto aprendiz de esa ideología pretende repetir.

Hablar de Ahmadinejad, de su mensaje fundamentalista, de su prédica y su defensa de las actividades terroristas tanto en el frente interno de su país como en el internacional y del profundo olor a muerte que despide su presencia, es algo muchas veces dicho y que tal vez sería redundante repetir.

Como parte de una familia, que como las otras 84, sufrió en carne propia la muerte de uno de sus integrantes por decisión y acción del Gobierno de Irán, quiero transmitir mi sentimiento y una reflexión a las otras delegaciones que asistirán a la Cumbre de Río de Janeiro, incluida la de mi país.

No le hagan el juego a este aprendiz de nazi, no se fotografien con él, no le den la mano porque la de Uds. puede quedar manchada de sangre o con olor a muerte.

El protocolo no tiene que ser tan rígido como para que las delegaciones de los países democráticos no puedan manifestar su desprecio por quien alienta y promueve el terrorismo y la muerte del otro.

Sólo dándole la espalda se contribuye a debilitarlo, espero que lo hagan.

Quiero también reflexionar sobre la conducta que tienen o la que deberían tener cuatro países que son Brasil, Bolivia, Venezuela y Argentina.

Celebro la postura diplomática que ha asumido Brasil a través de su actual presidenta Dilma Rousseff cuando tomó distancia y cambió el enfoque diplomático de su país frente a Irán. Su valiente postura merece el mayor reconocimiento.

Corresponde recordar la postura del Gobierno de Bolivia y su penosa decisión de recibir en visita oficial a un ministro iraní acusado por el ataque a la AMIA y prófugo de la justicia argentina. El pedido de disculpa del presidente de Bolivia y la expulsión de su territorio de este nefasto personaje fue un hecho valorable pero insuficiente.

Debió haber reforzado su postura crítica hacia un país terrorista y no lo hizo.

Sr. Evo Morales, le recuerdo que en el Atentado a la AMIA murieron varias personas de nacionalidad boliviana, y el respeto y recuerdo de esas muertes obliga a su país a sentirse víctima del terrorismo iraní y actuar en consecuencia. Siento que la invitación a este terrorista fue un ataque a la memoria de los bolivianos fallecidos en la AMIA y el pedido de perdón debió incluir a sus familiares.

Ahora tiene una oportunidad de dejar nítidamente clara su postura ordenándole a la delegación de su país que repudie al Sr. Ahmadinejad.

Con respecto a Venezuela sólo quiero decir que un país puede asumir ideologías antiimperialistas, como dice su presidente Hugo Chavez, pero para implementarlas no hace falta hermanarse con el fundamentalismo o el terrorismo, hay otros métodos para aplicarlas.

Ud. está jugando con fuego y en cualquier momento su país puede terminar con quemaduras producto de ese fuego.

El terrorismo no tiene amigos ni respeta fronteras.

Por último espero que la actitud de la delegación Argentina sea la más fuerte de todas en darle la espalda al presidente del país que la atacó hace casi 18 años.

Siento que no funcionó el intento de dialogar con Irán para destrabar la situación con respecto a los funcionarios iraníes prófugos de la justicia Argentina.

La lógica del terrorismo hizo que este intento esté condenado al fracaso.

Los terroristas atacan y matan para imponer sus ideas o su forma de ver el mundo.

Luego sólo dialoga si el otro quedó debilitado o actúa gobernado por el miedo.

Nunca negocia si su posición es débil o si no tiene la total garantía de que esa negociación va a ser exitosa.

Nuestro gobierno deberá sacar conclusiones de todo esto y asumir una posición dura frente al presidente del país que lo agredió.

Señores Gobernantes y asistentes a la Conferencia de Río de Janeiro:

Darle la espalda al terrorismo y distanciarse de su olor a muerte también es contribuir a un desarrollo sustentable del mundo.

*Padre de Paola Sara Czyzewski, asesinada en Atentado a la AMIA.