Enlace Judío México e Israel- Para los criptojudíos toda la serie de eventos caóticos en España desde el siglo XIV hasta fines del XVII, desarrollaron especulaciones y cálculos de la llegada del Mesías. Por ello la aparición de falsos Mesías y profetas.

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Lo más importante a la llegada del Mesías sería liberarse de la Inquisición, ya que el libertador los conduciría directamente a Jerusalén. En todos los lugares donde vivían los criptojudíos, sobre todo en el siglo XVII se pensaba que alguna de las mujeres iba a dar a luz al Mesías.

En México en 1640 se tenía la seguridad de que ahí nacería éste. La mayoría confesaba en sus procesos que estaban esperando al Mesías y que cuando llegara los llevaría a todos a Jerusalén donde encontrarían una vida mejor.

Para estos hombres la salvación ya fuera comunal o individual, era el producto del recto comportamiento según las leyes judías independientemente de cualquier Mesías, en cambio para el cristiano la salvación era individual y requería de la mediación del Mesías.

El Mesías mexicano

Algunos de esos judaizantes esperaban que después de la expulsión llegaría un Mesías milagroso, que vendría a salvar a todos los judíos del mundo. Muchos confundían al Mesías con Moisés, otros adaptando el concepto satánico de un “Anticristo” esperaban que este redentor judío destronaría a la Iglesia Católica.

Entre las colonias de ultramar, México fue el lugar donde hubo más fuertes sentimientos mesiánicos. En 1589
Luis de Carvajal les dijo a los inquisidores que “Dios iba a enviar al Mesías para ayudar al pueblo de Israel” y que su padre le dijo que había que esperarlo cada día y que enviaría a Elías para prepararlos.

En 1591 Francisco Rodríguez de Matos fue acusado por “creer en la llegada del Mesías, el cual daría bienestar a los judíos y los llevaría a la gloria” Diego Díaz Nieto testificó en México en 1601 que el Mesías llegaría y sería el hijo del rey David y no un hijo de Dios.

Algunos ritos

En el Gran Auto de Fe de 1649 algunos judaizantes, fueron acusados de predecir la llegada del Mesías. Entre ellos estaba Doña Blanca Enríquez quemada en efigie en ese Auto, fue acusada de decir que el Mesías llegaría entre 1642 y 1643. Gaspar de Fonseca también quemado en efigie dijo que podía llegar entre 1631 y 1632. Inés Pereyra, reconciliada en ese Auto, fue acusada por haber estado predestinada para dar a luz al Mesías. Su familia solía “ponerla en medio del cuarto y rodearla con velas prendidas. La adoraban como una persona de la cual nacería el que los redimiría”.

Cuando Inés estaba embarazada, Justa Méndez que luego fue quemada en efigie en el Auto de fe, acostumbraba ponerla sobre una mesa y vestirla con una túnica de tul para que los judaizantes la adoraran.

Sebastián Román que murió antes del Auto de Fe fue quemado también en efigie y acusado de haberse casado en Puebla con Doña Geronyma Esperanza que fue quemada en efigie, porque se sabía que ella era de la nación hebrea… para que el Mesías pudiera nacer de ese matrimonio.

Ana Núñez reconciliada en el auto de 1648 mezclaba estas ideas con el concepto cristiano del Mesías, diciendo que su padre le enseñó que tenía que morir por ellos. Por ello es factible el hecho de que aparecieran tantos falsos Mesías, entre ellos en México en 1646, cuando se creía que Gaspar Vaez Sevilla que fue reconciliado ese año en el Auto de Fe, sería el Mesías que los cabalistas estaban prediciendo.

La vida después de la muerte

El tercer punto en las creencias de este grupo, fue el de la vida después de la muerte.

El judaísmo y el cristianismo difieren fuertemente en su concepto de la vida posterior a la muerte. El judaísmo tradicional enfatizaba el hecho de cumplir con los preceptos de la Ley de Moisés como una forma de adquirir justicia para sí mismos y no poner en duda la salvación de su alma. Aceptaba en sus creencias la resurrección de los muertos con recompensas divinas para los justos y castigos para los pecadores, estos conceptos no son fundamentales en su teología.

El concepto personal de la salvación del alma en la forma cristiana era ajena a la tradicional ortodoxia judía. Los judíos no creían en la salvación individual, ni se hacían a la idea de la existencia de un cielo o paraíso, como una réplica de la tierra, en donde las almas humanas iban a encontrarse con seres queridos para la eternidad. Pero la mayoría de los criptojudíos adoptaron la idea cristiana de la salvación, aunque aceptaran que la salvación sería a través de la ley de Moisés y no la de Cristo.

La primera generación de conversos se hacían la pregunta dentro de la teología si es que la salvación podría llegar a sus padres que murieron como judíos..

A pesar de que la Iglesia les contestaba que eso no era posible, ellos seguían rezando por las almas de sus antepasados.

Frecuentemente algunas prácticas judías específicas eran vistas como prerrequisito para la salvación de su alma. Como por ejemplo el guardar el sábado. Ese asunto de la salvación individual por la guarda de la Ley de Moisés fue el primer signo de sincretismo en la religión de los criptojudíos.

No aceptaban la escolástica cristiana y olvidaban la presencia del paraíso, del infierno y del purgatorio. Esto significaba que no creían en un mundo después de la muerte.

Creencias en Santos Judíos

Otro ejemplo de sincretismo fue la tardía adhesión de la comunidad críptica a un número de “santos judíos” parecidos a los santos cristianos y su habilidad de hacer milagros e interceder ante la divinidad.
Moisés aparecía mucho en esta lista, así como Esther, su popularidad estribaba en que ambos fueron salvadores del pueblo judío, de la opresión de fuerzas extranjeras.

Para los primeros conversos, Moisés por ejemplo, era el héroe bíblico tradicional. Una generación después en México Ana Núñez dijo que le enseñaron que Moisés era el único Dios y María Zarate fue acusada por haber prendido velas ante una imagen de Moisés y otras que se encuentran descritas en su proceso con gran detalle.

Para entonces, el sincretismo del Moisés judío con un parecido católico fue completo.

Gaspar Vaez Sevilla dijo a la Inquisición mexicana en 1646 que cuando su madre Juana Enríquez estaba embarazada de él, ella tenía esperanzas que naciera el Mesías y que rezó las nueve estaciones a San Moisés, el cual una mujer pintó en piel.

Muchas veces los judaizantes tenían figuras o cuadros de estos santos en sus casas. Los chuetas (conversos por la fuerza) de Mallorca, odiaban a los santos cristianos pero tenían en sus casas imágenes del Viejo Testamento como la de Moisés, Joshua, Aarón, Abraham, Elías, José y otros.

Fray Gaspar de Carvajal testificó en México en 1589 que el converso Baltasar Rodríguez le habló de varios santos del Viejo Testamento como Tobit y muchos profetas como Isaías, Job y otros. Agregó en su proceso que su hermana Mariana le contó historias del Viejo Testamento y sus santos, pero que no se acordaba más que de Judit.. Luis de Carvajal hermano de Gaspar en sus procesos habló de San Moisés, Abraham, Job y Jeremías.

La comparación de ambas religiones era común entre estos criptojudíos.

Las conversiones forzadas invitaron tanto a judíos como a conversos a comparar cada aspecto del judaísmo y el catolicismo. Después de la expulsión de 1492 esta cuestión se quedó con más intensidad en el contexto de la tentación de asimilarse. Esto formaba parte de la vida cotidiana.

Como nuevos cristianos iban a la Iglesia y cuidaban el sábado y bautizaban a sus hijos, pero ayunaban en Yom Kipur o Día del Perdón y luchaban diariamente con los contrastes de ambas religiones y sus prácticas.

Es asombroso como estos nuevos cristianos se comprometieron a cumplir con las obligaciones que les fueron impuestas por su criptojudaísmo. Para hacer eso y conservar su vida, los conversos que continuaron judaizando generalmente adoptaron una de las tres actitudes con relación a las dos religiones.

Tres actitudes frente a dos religiones

La primera se refería a que su fuente de creencia en la superioridad del judaísmo de alguna manera mitigaba su continuar con las prácticas cristianas. La segunda, que mientras Dios prefería al judaísmo, no le importaba tanto como se rezaba o cuidaba la religión. Y la tercera se refería que tanto el Judaísmo como el Cristianismo eran aproximaciones válidas para Dios y que una mezcla de las dos podía ser perfectamente aceptada.

En cambio los conversos que creían como todos los judíos que el judaísmo sólo era la única religión válida y requería completa dedicación tendieron a emigrar o a aceptar el martirio. Y por otro lado aquellos que aceptaron la verdad del cristianismo tendieron a asimilarse lo más rápidamente posible.

Aquellos criptojudíos que creyeron en la superioridad del judaísmo trataron de buscar una explicación psicológica para justificar sus acciones. Muchos afirmaban que esta situación era pasajera ya que el cristianismo iba a desaparecer.

Juan Méndez de Villaviciosa repetidamente le dijo a la Inquisición mexicana en 1647, que una vez les dijo a sus amigos judaizantes que cada uno guardara la ley de Moisés y se vistiera de rojo y se acabaría el cristianismo. Eso hizo a todos muy felices y lo celebraron con un banquete.

Dios no juega un juego de niños

Los criptojudíos tenían un gran respeto por aquellos judíos que permanecieron en su religión, sobre todo porque podían decir el “Kadish” (oración sagrada) por sus muertos. Por ello los judíos decían que su sangre era pura y limpia. En concordancia con esto fue que en México en 1634 Tomás Treviño de Sobremonte declaró ante los inquisidores que “la verdadera ley era aquella que Dios entregó a Moisés en el desierto y que Dios no estaba jugando un juego de niños en el cual primero les diera una ley y después otra”

En 1656 Fernando de Medina explicó a sus carceleros que el usaba una camisa blanca encima de sus ropas de la prisión para mostrar que el judaísmo era la mejor y la más limpia ley.

Para la tercera o cuarta generación de conversos esta forma de pensar era ya muy común. Así en México, María de Zarate en 1650 fue acusada por haber dicho que “Dios el padre no se enojaba con la gente que servía al Dios hijo y tampoco el Dios padre se enojaba con las personas que servían a Dios hijo y por ello en caso de duda la forma más segura era servir al padre sin mencionar nunca al Espíritu Divino.” Esos criptojudíos aún estaban convencidos que el judaísmo iba a perdurar para siempre.

Simbiosis

De lo anterior podemos concluir que la síntesis de creencias o prácticas, como las que hemos mencionado, sólo nos dan un cuadro de lo difícil que fue para los conversos mantener esa situación.

Cada creencia individual de estos judaizantes era una idiosincrasia distinta en cuanto a su fe. Cada grupo de creencias era producto de la familia o de la niñez o lo que prevaleció del ethos de la comunidad o el modelo seguido por otros criptojudíos.

A pesar de analizar una gran cantidad de procesos en muy pocos casos logramos obtener una lista completa de sus transgresiones. Sin embargo lo cierto es que se dio una simbiosis de ambas religiones, estos hombres ya no eran totalmente judíos y nunca llegaron a ser cristianos.

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