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La sudafricana Charlize Theron quiere rodar un biopic sobre Marie Colvin, la corresponsal de guerra asesinada en febrero durante un bombardeo en Homs (Siria) junto a un compañero francés. Un cohete acabó con sus vidas durante una ofensiva del régimen de Al Assad.

«Cubrir una guerra significa ir a los lugares devastados por el caos, la destrucción y la muerte. Eso significa tomar riesgos», aseguraba la periodista en 2010. Lo hizo en Kosovo, Chechenia, Timor Oriental… La reportera, de 56 años, era tristemente famosa por su parche negro: lo llevaba desde que perdió su ojo izquierdo en la guerra civil de Sri Lanka, en 2001. «Vale la pena», dijo después de ser herida; y su amor por la profesión la llevó a la muerte a principios de año.

Ahora, la actriz quiere recuperar su historia e inmortalizarla en el celuloide. Un artículo publicado en la revista Vanity Fair, «La guerra privada de Marie Colvin», podría ser el origen del proyecto. La autora del reportaje, Marie Brenner, es la misma cuyo trabajo inspiró la película «The Insider», rodada por Michael Mann en 1999.

Reparto y producción

Dos negociaciones están en marcha para que el filme salga adelante: por un lado, la del entorno de Theron con el productor Basil Iwanyk («Furia de Titanes», «Los mercenarios»), y por otro, la búsqueda de un guionista que adapte el artículo de Vanity Fair al cine. El nombre de la actriz protagonista parece bastante claro. Además, la última vez que la sudafricana rodó una historia basada en hechos reales, «Monster» (2003), ganó un Oscar a la mejor actriz.

Este proyecto supondría un cambio de tercio para Iwanyk, que tradicionalmente se ha decantado por películas de entretenimiento sin demasiada enjundia. Pero también fue productor de «The Town» (2010), dirigida por Ben Affleck y con una nominación al Oscar para Jeremy Renner como mejor actor de reparto. El productor podría volver a embarcarse en un drama a priori menos taquillero.

El periodismo de guerra y el de investigación son viejos conocidos del celuloide. La historia de Colvin no necesita aditivos para filmar una película escalofriante sobre la labor de los reporteros como testigos del mundo. La corresponsal trató de llamar la atención sobre las consecuencias más inhumanas de los conflictos y, casi con ironía, se convirtió en el mejor lienzo posible. Además de quedar herida «de guerra», perdió a su marido, el también corresponsal Juan Carlos Gumucio. Se suicidó en Bolivia casi exactamente diez años antes de que ella se extinguiese en Homs.