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10 de septiembre 2012- Es uno de los sitios más sagrados del Judaísmo. Millones de personas acuden a este sitio a rezar.

Muchos de ellos dejan entre sus grietas solicitudes, con la esperanza de que se han realidad.

“Está lleno de solicitudes de judíos y también de no judíos. Algunas personales y algunas sobre las necesidades del mundo entero”, explica Shmuel Rabinowitz, rabino del Muro de los lamentos.

La mayoría de los mensajes, entre antiguas piedras, son peticiones de paz.

Las notas, de varios colores, son consideradas sagradas. Cuando llega el momento de retirarlas del muro, se guardan en otro lugar.

“Estos recados los envolvemos y sellamos y nos aseguramos de que nadie pueda leerlos jamás y los sepultamos en el Monte de los Olivos”, agrega Shmuel Rabinowitz.

Dicha limpieza se realiza dos veces al año, es decir previo al Año Nuevo Judío, y la otra, antes del Festival de la Pascua, en la primavera.