SHULAMIT BEIGEL PARA ENLACE JUDÍO

Avi Cohen es un brillante economista y hombre de ciencia israelí, de 32 años de edad, residente de Tel Aviv, quien después de haber salido en diversas ocasiones con varias muchachas que no le gustaron espiritualmente, es decir, que le parecieron superficiales y problemáticas, decidió hace unos meses inventar una computadora diferente, que tuviese lo que él llama un cerebro electrónico, y que ha resultado ser una verdadera maravilla, además de ser todo un éxito comercial.

La computadora no sustituye a la muchacha por supuesto, claro que no, pero sí logra determinar el tipo de persona que mejor puede congeniar con otra del sexo opuesto. Es decir, que el aparato inventado por el Sr. Cohen, una vez que usted le ha hecho confidencias acerca de su propio carácter y manera de ser, es decir sus hábitos e inclinaciones, en un abrir y cerrar los ojos le sugiere y le aconseja automáticamente el tipo de pareja que más le conviene.

Según Avi Cohen, la personalidad de una mujer por ejemplo, cuenta mucho más que el color de sus ojos, la forma de sus piernas, el cabello, o las medidas tradicionales de su cuerpo, es decir, su pecho, cintura y caderas. Según él, y todos lo sabemos aunque no queramos aceptarlo, los lineamientos del carácter de una persona son mucho más importantes que los lineamientos de su cuerpo, y son un factor clave para que una persona congenie con otra, especialmente si de amores se trata.

Pero así y como es fácil apreciar las particularidades físicas de una mujer o de un hombre al primer golpe de vista, resulta extremadamente difícil determinar las características psíquicas en el momento de conocerla o conocerlo. Cuántos no se han casado y luego lamentado el haberlo hecho porque “no sabía que estaba tan loca” o “qué hombre más egoísta David con quien me casé”.

Por regla general se necesita salir con ella o con él un buen tiempo para empezar a “calibrar” su personalidad, y con frecuencia sucede que cuando por fin se da uno cuenta del verdadero carácter de la muchacha o muchacho, ya es demasiado tarde. ¡Cuántos matrimonios, especialmente entre los jóvenes, están por ahí que se tiran de los cabellos por no haberse conocido más a fondo antes de casarse! “Quién iba a decirme – se lamentan muchos maridos y esposas frustrados,- que aquella Alizale tan dulce como un caramelo con quien fui al cine en tres ocasiones,- iba a convertirse en la tigresa que ahora es Aliza” (a secas).

Y no es tanto que Alizale o Davush o Shloime o Anita hayan cambiado después de la boda, nadie cambia en realidad, sino que su marido (o esposa) no tuvo (tuvieron) el tiempo necesario para analizar su verdadero carácter con mayor detenimiento, por andar analizando otras cosas, ustedes saben cuales, durante la breve temporada del noviazgo.

Fue precisamente para evitar estos desengaños, que el astuto Sr. Cohen inventó y construyó su computadora, que es una especie de consultorio psicológico sentimental electrónico. Para comenzar, se invita a los candidatos a llenar un cuestionario con 80 preguntas sobre temas religiosos, políticos, de educación y costumbres. Se les pregunta acerca de sus gustos y aficiones, sus experiencias amorosas y sentimentales pasadas, sus reacciones ante determinadas situaciones, y sus enojos y rencores favoritos.

Una vez que se ha complementado el cuestionario, se perfora una tarjeta con unos símbolos especiales y se introduce en la computadora inventada por el Sr. Cohen, la cual los analiza como una especie de lavadora, y los digiere dentro de la más absoluta imparcialidad. Es una máquina al fin y al cabo.
Su frio cerebro electrónico sopesa las virtudes y defectos, los gustos y las aversiones de los candidatos, y después de unos minutos de ronroneo y de luces que se encienden y apagan, por el otro extremo del artefacto sale la descripción de la persona que mejor puede congeniar con nosotros.

La computadora le dice a usted y a mí exactamente el tipo de pareja que nos conviene. De acuerdo con el examen de nuestras propias características, nos señala el modelo de persona con quien mejor podemos congeniar, ya sea simplemente para salir a bailar y otras cosas el sábado en la noche o para conducirla a la “jupá” y pagarle los gastos todos los meses.

Algunos dirán que estos métodos ya existen hace tiempo por internet. Pero yo les aseguro que no son iguales ni tan eficientes como el invento del Sr. Cohen, que es sencillamente genial, pues las indicaciones de su consejero electrónico como él lo llama, evitan un sinnúmero de contrariedades y decepciones, cosa que no logra el internet con tanta eficacia. Este aparato es sobre todo útil para los jóvenes que aun no tienen experiencia y caen como pajaritos guiándose al elegir a su pareja solo por el color del pelo o el modito de andar de tal o cual mujer y no por su carácter que desconocen.

Para tal efecto, Avi Cohen se propone utilizar la computadora principalmente entre los estudiantes universitarios, cobrándoles la módica suma de 150 shekels por el servicio.

¡Qué lastima que en mi época de estudiante no había computadoras y tampoco tenía 150 shekels!