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En Suecia, la cuestión de la paridad sobrepasa la simple igualdad de salarios, de la representación e inclusive de los papeles asignados a los sexos, y ha entrado en la lengua sueca, en la que un pronombre, el neutro “hen”, intenta imponerse entre “él” y “ella”.

“Ya casi no queda nada por hacer en el terreno de la paridad, por eso es que cada vez lanzan ideas más raras”, afirma, entre divertida y molesta, la periodista independiente Elise Claesson.

En el reino escandinavo, donde las mujeres obtuvieron el derecho al voto desde 1921, dos de los 16 meses de permiso de maternidad son reservados al padre, con el fin de que el hombre también pueda implicarse en los cuidados del recién nacido.

La utilización del “hen” se ha vuelto frecuente en 2012, tras la publicación de un libro para niños, “Kivi och Monsterhund” (Kivi y el perro monstruoso), que suprimió “han” (él) y “hon” (ella) con el fin, según su autor Jesper Lundqvist, de dirigirse en general a los niños y no a los varones o a las hembras.

El “hen” fue inventado por lingüistas en la década de 1960, en plena ola feminista, mientras que la referencia a un “él” hipotético se volvía políticamente incorrecta.

“Se trataba de simplificar la lengua y evitar escribir él/ella”, indica la lingüista Karin Milles.

El pronombre cayó rápidamente en desuso, agrega, y sólo fue descubierto a partir del 2000 por las personas que reivindican una identidad transgénero.

“Hen” no busca reemplazar a “él” o “ella”. Este pronombre permite referirse a una persona sin revelar su sexo, ignorándolo, ya sea porque la persona evocada se reivindica transgénero o porque el locutor o redactor estima superflua esa información.

“En la sociedad actual se necesita un tercer sexo, una tercera posición”, afirma una responsable del Consejo de Lenguas (Spraakradet), Susanna Karlsson.

“Es necesario sin embargo conservar él y ella ya que son categorías ante las cuales todo el mundo se orienta. Uno quiere saber si le habla a un hombre o a una mujer”, apuntó.

Según la lingüista, el “hen” es una herramienta que funciona para propagar la idea de paridad.

Su homólogo Mikael Parkvall matiza un poco más.

“La idea de que la lengua determina el pensamiento es muy popular, pero nosotros los especialistas somos más bien escépticos”, declara.

“El lazo entre la lengua y el pensamiento no es especialmente fuerte y uno no se vuelve más paritario porque utilice un pronombre neutro”.

Difícil prever si el “hen” va a implantarse de forma duradera en la lengua.

Sven-Goran Malmgren, redactor del diccionario de la Academia, la referencia en materia lingüística, no cree que exista un sólo ejemplo en el mundo en el que un pronombre haya sido inventado y se haya impuesto.

La lista de las palabras que entrarán en el próximo diccionario será establecida en 2014.

El lugar del “hen” no está garantizado aún: dependerá del mantenimiento de la palabra en el vocabulario sueco, precisó Malmgren.

El “hen” sería entonces más bien un efecto de moda. Es un proyecto de la élite. Según una encuesta realizada por la página web del tabloide Aftonbladet, 96 por ciento de las personas que participaron no utilizan el “hen”.

“Una pequeña franja de la población cree que se puede crear una sociedad paritaria manipulando diferentes cosas (…) Es un poco exagerado”, lamenta Malmgren.