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Tras aparcar la guerra contra el grupo islamista Hamas, Israel vuelve hoy a sumergirse en la vorágine electoral. Y lo hace con las primarias del partido que gobierna, el Likud de Benjamin Netanyahu.

Un total de 123.351 afiliados con derecho a voto eligen entre 97 candidatos la lista que presentarán a los comicios del próximo 22 de enero (del ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman).

En una votación muy reñida, los candidatos luchan por cada voto, ya que según las encuestas sólo hay 25 plazas libres. El resto (hasta llegar a los 37-40 escaños previstos según los sondeos) es de Israel Beitenu.

Netanyahu, cuyo liderazgo en su partido es muy sólido, intenta que sus candidatos estén en los puestos más elevados y, sobre todo, que miembros del ala más derechista no consigan una importante representación. Una lista demasiado ‘derechista’ ahuyentaría muchos votos del centro.

Netanyahu, favorito

El primer ministro en los periodos 1996-1999 y 2008-2012 tiene todas las papeletas para repetir por tercera vez, convirtiéndose así en el jefe de Gobierno que más tiempo está en el poder tras el fundador de Israel, David Ben Gurion.

La reciente ofensiva militar contra las milicias de Gaza no será un asunto tan importante hoy como quizá lo sea en los comicios de enero. No es un secreto -las encuestas lo revelan- que la mayoría del electorado del Likud (y en general de Israel) se opuso a la tregua aceptada por Netanyahu al considerar que no garantiza un alto el fuego duradero y que no “golpeó” lo suficiente a Hamas.

Netanyahu afronta duras críticas, ya que en los últimos cuatro años ha violado una regla sagrada que marcó con discursos y libros su ascensión en la cima: “No negociar ni ceder ante los terroristas”. Así, el líder del Likud ha negociado indirectamente dos veces con Hamas. Primero, en el canje del soldado cautivo Gilad Shalit liberando a 1.027 presos palestinos (ente los cuales, casi 300 con cadenas perpetuas por graves atentados en las calles israelíes). Segundo, aceptando la tregua el pasado miércoles.

Ocho días de enfrentamientos

Israel está inmerso en la lucha electoral, aunque se puede decir que es un país en constante campaña electoral.

Tras ocho intensos días de guerra contra Hamas, los niños vuelven al colegio en el sur de Israel y los políticos vuelven a pelearse en los estudios de televisión.

Esta semana se desvelará por fin si la ex ministra de Exteriores y líder de Kadima, Tzipi Livni, se presenta como candidata. Las especulaciones indican que lo hará al frente de una lista nueva debilitando aún más el campo de centro-izquierda, que ya cuenta con el partido laborista, Yesh Atid (centro liberal), Meretz (izquierdista) y Atzmaut, el minipartido que creó el ministro de Defensa Ehud Barak tras abandonar el laborismo.

La nueva líder laborista, la socialdemócrata Shelly Yachimovich, se ha reunido con Livni para intentar formar un dúo que dé guerra a la pareja favorita Netanyahu-Lieberman.

La prueba más expresiva de la incierta y ‘cruel’ vida política en Israel es Kadima. La facción más votada en los comicios de 2009 -liderada entonces por Livni antes de que perdiera en las primarias frente a Shaul Mofaz- afronta la cita del 22 de enero con muchas posibilidades de no obtener ni un solo escaño.