LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Reencuentro con Miki

En las últimas crónicas he modificado el formato de las mismas; he considerado abordar situaciones coyunturales, cuando lo ameriten, como un mecanismo de catarsis para vivencias que no pueden esperar a la secuencia cronológica de los relatos que expongo. En otra parte de las Crónicas, he retomado el hilo de mi vida en el contexto de como se fueron registrando los sucesos en el tiempo.

En este orden de ideas, la semana pasada asistí con mi esposa a un evento muy emotivo en el que la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México (APEIM), de la cual soy miembro desde hace aproximadamente quince años, y la Embajada de Israel en México, otorgaron el premio David Ben Gurión 2012 a Jacobo Contente por el apoyo que a través de sus escritos y acciones ha dado a Israel.

Jacobo C. escritor y periodista en el ámbito de la comunidad judía de México, ha desarrollado una brillante labor en este campo de las letras durante más de tres décadas, además de su actuación de liderazgo en la Comunidad Sefaradí, en la que ha ocupado diversos puestos directivos, y en el presente, está encargado de realizar una memoria histórica de la misma.

Jacobo Contente es apreciado por la gente por sus capacidades profesionales, pero también por ser una persona afable, que irradia cariño y confianza. En la ceremonia de premiación, Jacobo hizo notar el apoyo que durante 30 años le ha dado su secretaria Magda, conocida y querida por los socios de APEIM.

Observé la expresión de alegría y emoción de Magda cuando le expresó su agradecimiento. Rodeado de su familia, estuvo visiblemente emocionado; su esposa siempre lo acompañó en los desayunos de APEIM y ha sido cariñosamente aceptada por los integrantes de la misma.

Él es decano del periodismo judío en México; su apertura para quienes hemos colaborado con él, causó en varias ocasiones, conflictos con las autoridades comunitarias y grupos religiosos y de otra índole. No obstante, Jacobo C. ha superado las críticas, y por qué no decirlo, las envidias, y ha continuado hacia adelante. En los artículos con los que contribuí en Foro Judío y que él editaba, y ahora en su sitio virtual; Intelecto Hebreo, jamás suprimió ni una coma; él es un demócrata por antonomasia.

Cabe hacer mención, que en APEIM, integrado por adultos mayores, algunos muy mayores, existe un ambiente de camaradería y respeto; varios de sus integrantes han fallecido debido a su avanzada edad. Cuando asisto a las juntas me siento nutrido de sabiduría y del bagaje cultural que emana de sus socios. Sin embargo, necesitamos sangre nueva para no morir de inanición.

En el evento del premio Ben Gurión me reencontré con Miki, un sobreviviente de los campos de concentración, quien fue primo hermano de mi cuñada Beatriz, esposa de mi hermano mayor Pepe, descansen en Paz. A Miki y a su madre los conocí a mediados de los cincuentas, provenientes de Hungría. No podía creer que Miki, el apuesto joven que conocí hace más de medio siglo, ahora tenga 88 años, y muestre un sorprendente espíritu de vitalidad después de haber vivido amargas experiencias durante el Holocausto, Miki me platicó brevemente de la labor testimonial que está realizando en instituciones judías y no judías y cómo ha logrado despertar conciencia sobre los infaustos acontecimientos del Holocausto. Tiene una alegría innata; ha tenido en la Revista Foro y en otras publicaciones, una sección de chistes.

Al respecto, me mencionó que en el campo de concentración donde estuvo recluido, contaba chistes a los judíos presos y que bajo condiciones infrahumanas es posible desarrollar esa habilidad. Miki me dijo que quiere vivir hasta los 100 años para seguir dando sus testimonios. En sus ojos vi reflejadas las crueles imágenes de sufrimiento que había visto en su juventud marchita, en la Europa del infierno Nazi.

Fue la misma mirada que percibí en los ojos de una anciana húngara judía cuando en el Budapest de los ochentas le pregunté en idish sobre una dirección; platicamos unos momentos sobre los horrores del nazismo. Me emocioné de saber, cuando Miki me recordó, que mi madre siempre se refería a mí como “Mi Lion”, una expresión común del espíritu cariñoso y posesivo de la tradicional madre judía de épocas de antaño.

Ahora vuelvo donde me quede en la pasada Crónica: en el viaje de estudio que llevé a cabo en Brasil y Argentina, en 1975, para conocer en vivo la experiencia que sus economías estaban teniendo en el ámbito inflacionario principalmente.

En esa época Brasil ya era la mayor economía de Latinoamérica. Uno de los principales problemas que manifestaba, me lo comentó un taxista, era el impacto significativo que registraba a consecuencia de la elevada alza del precio del petróleo en los mercados internacionales; Brasil importaba en aquél entonces casi todo el crudo que requería para su consumo.

En el presente, produce alrededor de 2.6 millones de barriles de petróleo por día, comparado con un promedio de 2.5 millones de México, que en el momento de su apogeo, petrolero, en el 2004, por la producción extraordinaria de los campos de Chincontepec en el Sureste de México, produjo 3.4 millones de barriles diarios.

Brasil tenía, y aún tiene, problemas similares a los de México: polarización social, y por tanto una alta concentración de la riqueza en pocas manos; elevados niveles de corrupción; gobiernos ineficientes, asociados a los poderes fácticos que no permiten cambios en el modelo de desarrollo de la economía; grandes concentraciones urbanas inmanejables, Río de Janeiro y Sao Paulo, principalmente.

Brasil, después de transcurrir un largo periodo en combatir los elevados niveles de inflación que registraba y de bajo crecimiento, logró, con el descubrimiento de pozos petroleros, y dada la amplia riqueza que posee, un extenso mercado interno y la existencia de una clase empresarial innovadora, convertirse en una de las economías con mayor potencial de crecimiento en el mundo.

Sin embargo, en ese país persisten hoy en día grandes desigualdades sociales, inestabilidad y violencia generadas por la acción de mafias criminales y persistencia de altos niveles de corrupción. Recientemente inició un juicio contra legisladores del Partido del Trabajo, que fueron sobornados para que aprobaran iniciativas del presidente socialista, Lula; también existen sospechas de actos de corrupción en las que estuvieron coludidas centrales sindicales, que en su momento, apoyaron a Lula.

Percibí a los brasileños como gente amable; no obstante, sus playas y gastronomía no tuvieron en mí el mismo impacto, que la sobriedad del mundanal ruido de Buenos Aires, una capital europea en Latinoamérica; el trato fino y alegre de los porteños, la gastronomía; el Folklor de los gauchos; las tangerias, que no sólo me gustaron, sino que me llevaron a “un nivel de éxtasis”; fueron una experiencia inolvidable. Ni hablar de la Cataras del Iguazú, aunque éstas también forman parte del panorama de Brasil y Paraguay. Daré cuenta de mi estancia en Argentina en una Crónica próxima.