CAMILO EZAGUI MENASHE

El Hebreo es una de las lenguas semitas noroccidentales que como el Fenicio, el Amoneo y el Moabita presentan marcadas influencias del Canaaneo. Sabemos que el Antiguo Testamento (la Torá o Pentateuco) de la Biblia fue escrito originalmente en hebreo.

En el libro II de Reyes, cap. 18, 26 y en el libro del Profeta Isaías cap. 36, 11 (siglo 8vo. A.C.) se menciona claramente la diferencia entre el arameo y la lengua que se hablaba en Judea durante la invasión de Sanaquerib cuando los consejeros del rey Ezequías en Jerusalén le dicen al emisario del rey de Asiria: “Por favor háblanos a nosotros tus siervos en arameo que lo entendemos, no nos hables en la lengua de Judea para que no te oiga el pueblo que está sobre la muralla”.

Al volver a Judea del exilio de Babilonia (siglo 6to. A.C.) se utilizaron los “Targum” en arameo para enseñarle al pueblo la Torá. Quinientos años después las cosas habían cambiado y para el siglo I de la era cristiana se hablaba desde hacia mucho tiempo el hebreo.

La Profesora Sara Lipkin, especialista en lengua hebrea, en su estudio: “El hebreo, historia por capítulos” (1992) nos dice que “el hebreo arcaico de la Mikrá, que se hablaba en la época del Rey Salomón tal y como aparece en el Pentatéuco, las Crónicas y los Profetas (hacer click), fue sustituido unos 300 años antes de Cristo por un hebreo hablado que utilizaba palabras, modismos, pronunciación y expresiones un tanto diferentes y que se conoce como “Lashón Jazal” o la Lengua de los Sabios. Este hebreo se habló en Judea hasta el año 200 después de Cristo”. La profesora Sara Lipkin señala que durante ese período el arameo era una lengua internacional que se hablaba y se escribía desde la India y hasta Kush (Sudán). En esta época, concluye Sara Lipkin, los judíos hablaban 3 lenguas: el hebreo, el arameo y el griego. Había quien sabía hablar las tres y había quien solo hablaba una de éllas.

Por su parte, el Profesor David Flusser de la Universidad Hebrea de Jerusalén concluye que: “Después del descubrimiento del Libro de Ben Sira en hebreo entre los Manuscritos del Mar Muerto y del hallazgo de las Cartas de Bar Kojbá y a la luz de estudios más profundos del lenguaje de los sabios judíos, se acepta que la mayor parte del pueblo hablaba bien el hebreo”. El Profesor M.H. Segal, una autoridad en hebreo Mishnaico, opina lo mismo. Es preciso señalar que entre los Manuscritos del Mar Muerto todos los textos tales como himnos, comentarios sobre las Escrituras, correspondencia, la regla de la comunidad, la profecía apocalíptica y el Pesher Habakuk, entre otros, fueron redactados en lo que el erudito John Meiers llama un”hebreo post-bíblico” que estaba en uso en los siglos primero antes y primero después de Cristo.

El Libro de Ben Sira se escribió en hebreo entre el 190 y el 180 antes de Cristo en la época de la sofocante ocupación de Judea por los griegos. Con este texto los maestros y ancianos judíos enseñaban la sabiduría mosaíca y las virtudes a los jóvenes. Fue traducido al griego por el nieto de Ben Sira quien dice en la introducción:”Pues no tienen la misma fuerza las cosas expresadas originalmente en hebreo que cuando se traducen a otra lengua”. Este libro es considerado un texto canónico en la Biblia cristiana (Eclesiástico).

Durante el reinado de los reyes de la dinastía Jasmonea (141 al 63 A.C.) las monedas, salvo contadas excepciones, se acuñaron con inscripciones en griego y en hebreo.

El historiador judío Yosef Ben Matitiahu o Flavius Josefus en su libro “La Guerra de los Judíos contra los romanos” (Tomo 6, cap. 2) relata cómo el General Tito lo envió a él a las murallas a negociar la rendición con el pueblo sitiado en Jerusalén en el año 70. En algunas traducciones tendenciosas aparece que lo hizo en “la lengua de sus antepasados” que según eruditos de la iglesia es el arameo (como John Meier en su libro “Un judío marginal”). Josefus escribió textualmente que él le habló al pueblo en hebreo y así aparece en la traducción al inglés de William Whiston en “The Genuine Works of Flavius Josephus” de 1824, así como en la traducción al hebreo del Dr. Yaacob Naftalí Simjoni de 1923 y lo confirma el historiador inglés Desmond Seward en su libro “Jerusalem’s Traitor”, 2009. Josefus que escribió sus obras en Koiné hace una clara distinción entre el hebreo y el arameo al que llama “Συριστί = Siristi o lengua siria”.

Los rebeldes judíos que defendieron la fortaleza de Masada fueron derrotados por las legiones romanas en el año 73 de la era cristiana. Entre los hallazgos arqueológicos se encontraron fragmentos de cerámica con los nombres de algunos combatientes escritos en hebreo. Entre los nombres aparece el nombre BEN YAIR del comandante judío ELEAZAR BEN YAIR mencionado por el historiador Flavius Josefus en su relato sobre la caída de Masada en su obra la Guerra de los Judíos contra los romanos.

Las cartas de Simón Bar Kojbá o Bar Kosiba (ver la traducción más abajo) halladas en el Desierto de Judea y expuestas en el Museo arqueológico de Israel en Jerusalén fueron escritas en hebreo cotidiano durante la segunda revuelta de la Judea monoteísta contra la Roma pagana entre el 132 y el 135 de la era cristiana. Esas cartas demuestran que unos 100 años después de la Crucifixión de Jesús todavía se hablaba hebreo en Judea. Sin embargo, una generación después de esa aplastante derrota los judíos de la Galilea pasaron paulatinamente a hablar el arameo y el hebreo dejó de hablarse aproximadamente en el año 200 D.C.

Por cierto, fue en el año 135 D.C. cuando el emperador Adriano le cambió el nombre a Judea por el de Palestina y a Jerusalén por el de Aelia Capitolina. Es por eso que el nombre Palestina no aparece en los Evangelios.