Con_Keret

INTERECONOMÍA

Etgar Keret: “En Israel hay conflictos donde quiera que vayas, hay fricción con la vida ”

Una hemorroide gigante que se convierte en consejera delegada de una gran empresa, un hombre que tiene una cremallera para enfundar al otro hombre que vive dentro de él; un chico que se encuentra con los familiares que ha inventado para justificar sus mentiras… Los personajes de los cuentos de Etgar Keret (Tel Aviv, 1967) son muy particulares. Sus cuentos son muy particulares también, posan un pie en lo real y otro en lo surreal. Asís son las 38 historias que contiene De repente llaman a la puerta (Siruela).

-Le gustan los finales abiertos.

Es que así son en la vida, es difícil que todo encaje y se explique, en la vida siempre tienes que imaginar. Además, no quiero dar a mis lectores una catarsis, quiero que se queden con la historia en la cabeza.

-¿Por qué prefiere las distancias cortas?

No es una elección escribir corto. Cuando escribo pierdo el control, no ´se qué va a pasar, descontrolo el tiempo, los personajes. Algunos escritores trabajan como un conductor con GPS, para mí es como hacer autostop, no decido la ruta, mis historias tienen vida propia.

-¿Su literatura es muy israelí?

Qué difícil es definir eso. Si en una novela hay un torero, ¿es muy española?. Si vives en Tel-Aviv la vida no es tan diferente a la de Madrid, pero la situación política te afecta.

-¿De qué modo?

-La gente es más agresiva, más brusca en la interacción porque hay un stress en el aire. Los israelíes no hacemos planes a largo plazo. Y sí, muchas de mis historias tienen el espíritu israelí.

-¿Cómo es ese espíritu?

El alma israelí no es distinta a la de un europeo. La diferencia está en que lo que en Europa es soterrado, en Israel discurre por la superficie. Si en Europa hay un rechazo al extranjero, por ejemplo, o racismo, es algo que está ahí, aunque discurre de un modo soterrado. Es la misma música, pero en Israel suena más alta, a todo volumen. Si allí te aman, te aman con locura, y si te odian, es a muerte. Me dicen que mis historias son extremas, la realidad israelí es extrema. Hay conflictos donde quiera que vayas, hay fricción con la vida.

-De ahí saca temas para sus cuentos.

Israel es un buen lugar para escribir porque abundan los conflictos, nada es fácil.

-Hay asuntos como la Shoah o el ejército, delicados de tratar.

Escribo a menudo sobre tabús y no lo hago para provocar. Escribo sobre la Shoah porque mis padres son supervivientes del Holocausto nazi, escribo sobre el ejército porque he estado en él y en él murió mi mejor amigo. Son parte de mi vida. Hay gente que se ofende, pero en mis historias no hay falta de respeto, yo no me río de ello.

-Los mentirosos y las mentiras dan mucho juego en sus cuentos.

Un escritor es un mentiroso. Soy bueno en mentir y en contar cuentos, las dos cosas en paralelo. Desde pequeño he oído a mis padres hablar del sufrimiento, así que decidí que si algo me podría evitar el sufrimiento, lo haría: si miento para un buen propósito, no importa.

-¿Quién cree que le ha influido?

Kafka me hizo empezar a escribir. Me convenció el comprobar que un escritor estaba, como yo, confuso y estresado, que era incapaz de ofrecer soluciones a los problemas.

-¿Qué es lo más importante de un cuento?

A mí lo que más me importa es la honestidad. Los escritores podemos eludirla para no molestar o para proteger a alguien. Yo no escribo para impresionar a nadie sino para contar lo que siento.