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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

El adelanto de las elecciones parlamentarias en Israel, que se realizaron en enero pasado, en vez de octubre próximo, por iniciativa del primer ministro Benjamín Netanyahu (BN), fue una maniobra para que el nuevo Parlamento (número 19) aprobara el presupuesto gubernamental del 2013, lo cual BN percibía difícil de lograr con la estructura vigente de la coalición que encabezaba.

Se considera que los resultados de las elecciones del 22 de enero pasado no cambian el entorno de deterioro económico que experimenta Israel, ni tampoco la compleja situación política existente, al menos en el corto plazo; los israelíes centran sus inquietudes en una mayor erosión de la coyuntura.

En este ámbito, no obstante que la alianza que BN estableció con el partido de extrema derecha del ex ministro del exterior, Avigdor Liberman, obtuvo el mayor número de escaños para el Parlamento, registró menores posiciones que en la legislatura previa. Cabe mencionar que BN ha perdido credibilidad ante los electores por su extremismo en la colonización judía en los territorios de Cisjordania (Samaria y Judea); a pesar de ello, la ciudadanía confía en que él seguirá siendo un factor vital para la seguridad y defensa de Israel; ello no es un asunto secundario ante la inestabilidad que vive Egipto bajo la presidencia fundamentalista de Mohamed Morsi (MM), el impulso laico de la Primavera Árabe está desapareciendo.

En Egipto, las fuerzas armadas, por medio de la Corte Constitucional, han dado un golpe de Estado para oponerse a la creciente fuerza de la Hermandad Musulmana, de donde proviene MM, y otros grupos islámicos. El Consejo Supremo Militar de facto ha asumido poderes legislativos y presupuestales, lo que no garantiza que el Tratado de Paz que firmó Egipto con Israel en 1979 se mantenga. A MM no le simpatizan ni Israel, ni los Judíos; en una entrevista televisiva en el 2010 se refirió a los judíos como “ocupantes de Palestina y chupa sangre, traficantes de dinero y descendientes de puercos y monos”.

Por otra parte, si bien Israel detuvo con la operación Pilar Defensivo el lanzamiento de cohetes que en noviembre realizó desde la Franja de Gaza el movimiento terrorista Hamas, más de 1,500, y que la organización Human Rights Watch, HRW, por sus siglas en inglés, calificó, en un informe que difundió en diciembre del 2012, de crímenes de guerra, no existe la seguridad de que Hamas no reanude sus ataques masivos de misiles a Israel.

En este contexto bélico, quizá la principal amenaza para la seguridad de Israel, provenga de la eventual caída del régimen de Bashar el Assad en Siria y la toma del poder por parte de una oposición dominada por el radicalismo de la Hermandad Musulmana y de El Kaida, entre otros grupos fundamentalistas.

Asimismo, existe el temor en Israel, y en general en Occidente, de que las más de mil toneladas de armas químicas, que posee el ejército Sirio, sean trasladadas a los aliados de Assad en Líbano; de aquí que al inicio de febrero, el ejército de Israel, con la anuencia del gobierno estadounidense, atacara un convoy que supuestamente transportaba armas letales en la frontera Siria-Libanesa destinadas a Hesbola. Aunque a la fecha el régimen de Assad y Hesbola no han tenido una respuesta militar contra Israel, porque ambos están debilitados por la guerra civil que se libra en Siria, no se puede descartar que en un futuro próximo puedan realizar una acción bélica contra los judíos.

En este ámbito, EUA ha frenado a Israel para que no lleve una ofensiva militar de gran envergadura con sus vecinos y con Irán, dado el agotamiento presupuestario que el gobierno estadounidense enfrenta tras la participación de las tropas de EUA en los conflictos de Irak e Afganistán y “por la errática e infructuosa operación de la OTAN a favor de los rebeldes libios”. EUA tendrá que definir próximamente el número de efectivos que mantendrá en Afganistán después de que la mayoría de los 68,000 soldados en combate que tiene en ese país, saldrán del mismo en el 2014 y que representan así dos tercios de efectivos extranjeros en Afganistán.

En este marco, la problemática que enfrentan los israelíes se vincula a su seguridad; sin embargo, también está la desaceleración económica: el PIB se incrementó 3.3% en el 2012, comparado con 5.5% de hace dos años, y el creciente déficit, que alcanzó 4.2% como proporción del PIB el año pasado, más del doble de lo previsto. El desequilibrio está limitado por la ley a 3.0% del PIB como máximo.

Así, disminuir el déficit constituye una prioridad para el gobierno, lo que representará recortes importantes al presupuesto del orden del 4.0% del PIB e incrementos de impuestos, que significará recaudar 1,300 millones de dólares adicionales en el presente ejercicio. Se prevé disminución en el gasto de defensa, construcción en los asentamientos y en las ayudas a los colonos; reducir beneficios fiscales a las grandes empresas y patrimonios; bajar el financiamiento a escuelas talmúdicas, “cuyos estudiantes ni trabajan ni hacen el servicio militar”. El alza de impuestos tendrá un efecto negativo en los causantes, quienes ya se vieron afectados por un incremento en el IVA, en el tabaco, y en la cerveza a mitad del 2012. Igualmente subirán los impuestos a pequeñas y medianas empresas.

Se estima que el menor ritmo de crecimiento económico eventualmente elevará el desempleo, lo que ampliará la brecha de la desigualdad social que existe en Israel e incremento de la pobreza que incide en el 20% de la población. El clima de descontento social generalizado toca las puertas de Israel.