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ANDRE MOUSSALI PARA ENLACE JUDÍO

La diplomacia siempre ha acompañado los esfuerzos de Israel. Primero para figurar en el concierto de las naciones y luego, tras alcanzar su independencia, para consolidar su posición y asegurar su lugar en el seno de la comunidad internacional. A nadie escapa que Israel ha tenido que librar fuertes batallas tanto en la arena bélica como en los refinados escenarios de la diplomacia, pues ésta ha jugado un papel muy importante para los israelíes. Baste señalar, que uno de los primeros representantes de lo que con el tiempo llegaría a ser el moderno Estado de Israel, fue Teodoro Herzl.

Su obra, publicada en 1896, Der Judenstaat (El Estado Judío), coincide con el nacimiento del sionismo moderno. Luego de publicarla, los esfuerzos diplomáticos de Herzl lo llevaron a reunirse con Federico I, el Gran Duque de Baden. Y, a través de él, a entrevistarse con el Kaiser Guillermo II de Alemania, quien Herzl esperaba se convirtiese en el promotor de las aspiraciones sionistas. También logró un encuentro con el Sultán de Turquía y gobernante de Palestina, Abdulhamid II.

No obstante, los logros más sensibles de su actuación se dieron en reuniones con un funcionario de menor jerarquía: Joseph Chamberlain, Secretario de Estado de las Colonias de la Corona Británica. La importancia de ese encuentro radicó en que ahí se inició la cadena de relaciones entre los líderes sionistas y las autoridades británicas que dio como resultado la Declaración Balfour de 1917, que determinó el establecimiento de un Hogar Nacional Judío en el Protectorado Británico de Palestina.

Hoy por hoy, hemos podido constatar el despliegue de esfuerzos diplomáticos que la joven nación realiza por todo el mundo. Sus ecos han llegado hasta nuestro país, donde el encargado de la diplomacia israelí, Danny Ayalon, llegó a México en visita oficial hace ya algún tiempo.

Sin embargo, pese a este mayor despliegue de recursos y esfuerzos, existe un balance negativo, imputable al carácter y a la típica agresividad israelí. En alguna ocasión, un Embajador de Israel en México mostró todo lo que un diplomático no puede hacer y menos con los de “casa”, es decir, los propios judíos.

En otra ocasión, el jefe de la Asbara israelí (explicación) nos brindó una charla a los periodistas de la APEIM, misma que terminó a los gritos por parte del funcionario. Estos y otros ejemplos, me permiten sugerir que antes de embarcarse en la diplomacia, los representantes de Israel deberían tomar cursos de relaciones humanas y relaciones públicas.

Por cierto, cabe mencionar que las relaciones públicas de los palestinos están funcionando muy bien y con buenos resultados. Abbas ha logrado lo que años de terrorismo no pudieron: que Palestina fuese declarada como Estado No Miembro dentro de las Naciones Unidas; o sea, un paso previo a ser declarado Estado pleno dentro la ONU.
Tal vez valdría la pena que el gobierno de Israel hiciera un análisis desde cuestiones tan básicas como el turismo, área en la que con cierta frecuencia los visitantes de cualquier nacionalidad y credo son tratados de modo poco cortés, empezando por quienes brindan servicios, como los taxistas.