La eutanasia, amenaza real en Colombia

ARNOLDO KRAUS

Se sabe: la sociedad se mueve con mayor celeridad que los órganos gubernamentales. Algunos cambios en las posturas de quienes ostentan el poder, en la mayoría de sus formas —gobierno, empresas, religión—, provienen de las presiones ejercidas por la opinión pública. Incluso antes de la era cíber, de Twitter y Facebook, la comunidad, por medio de manifestaciones públicas y de la mass media lograba modificaciones, no con el amplio contagio de la ahora marchita primavera árabe, pero sí suficientes para mover. Para mover y cuestionar al Poder, con mayúscula, como escribía Passolini.

Las modificaciones contemporáneas en cuestiones tan ríspidas como la eutanasia provienen de la sociedad, poco de los médicos y nada, o casi nada, de los poderes religiosos o gubernamentales. Periódicos y revistas, en los últimos meses, han sido el vehículo para diseminar esa arenga. Comparto unas noticias, todas simiente para reflexionar y modificar. Traduzco los títulos.

“Marc y Eddy Verbessin, gemelos belgas que padecían sordera y enceguecían mueren por eutanasia”, destacó en febrero 2013 el Huff Post World. Esa noticia fue reproducida por muchos medios, como The Hastings Center, en su foro de bioética. Los gemelos tenían 45 años cuando se les aplicó eutanasia; nacieron sordos, y por glaucoma estaban casi ciegos. De acuerdo con la información periodística siempre fueron inseparables. Los gemelos solicitaron eutanasia aduciendo que cuando quedasen ciegos sería imposible comunicarse.

Este es el primer caso de eutanasia en gemelos. La situación es compleja: los hermanos no tenían enfermedades terminales pero rehuían vivir sin comunicarse. El primer hospital donde acudieron para solicitar una muerte digna denegó el procedimiento. Quienes aprueban lo sucedido sostienen que no es indispensable ser enfermo terminal para solicitar eutanasia. Quienes se oponen a aplicar eutanasia cuando la razón sea vejez o sufrimiento anímico y sin esperanza, como el caso de los gemelos Verbessin, argumentan que si se legalizan éstas situaciones se corre el peligro de caer en la “pendiente resbalosa”, idea proveniente de la tristemente célebre eutanasia nazi, la cual se aplicaba a cualquier sujeto impuro. Retrasados mentales, enanos u homosexuales fueron víctimas de la “pendiente resbalosa”. La eutanasia activa es legal en Bélgica desde 2002.

En The New York Times, en febrero 2013, la geriatra Louise Aronson reflexiona, en “Sopesar el final de la vida”, acerca del momento adecuado para considerar “alguna forma” de eutanasia. Acostumbrada a casos límite, complejos, por encargarse de octogenarios o nonagenarios, víctimas de muchas patologías, cavila, a partir de los periplos de Byron, su perro de 14 años, viejo, enfermo, casi ciego, casi sordo, demente, afectado de artritis, imposibilitado para deambular y lastimado con frecuencia al chocar con las paredes, acerca de la siempre compleja cuestión sobre el final de la vida.

La narración de Aronson sobre su mascota es conmovedora y amorosa; agotadas las esperanzas, tras consultar en varias ocasiones a su veterinario y ofrecerle toda suerte de remedios médicos, Aronson, su familia, y el veterinario, sedan, y acaban con amor, con la vida de Byron. “De repente, escribe Aronson, entendí algo que había observado en mi trabajo todo el tiempo: cómo era posible amar a un familiar frágil, priorizando su bienestar y confort, y, a pesar de eso, hacer cosas y maniobras que a todos les parecerían horribles”.

Varios medios periodísticos, entre ellos El País, informaron, también en febrero 2013, junto con el caso de los gemelos Verbessin, acerca de la situación de la eutanasia en Bélgica. “La eutanasia bate su récord en Bélgica con mil 400 casos durante 2012”, título desagradable, amarillista e inadecuado: la eutanasia no compite contra ella ni los médicos buscan récords; titulares de ese tipo influyen en la “mala fama” de la eutanasia. En 2012 murieron en Bélgica, vía eutanasia, mil 432 personas, 25% más que el año previo; 2% de las muertes en Bélgica fueron vía eutanasia. Pacientes con cáncer conforman la mayoría, seguidos por enfermos con trastornos neurológicos. Al igual que en Holanda, pionero en muerte digna, en Bélgica se discute aprobarla en menores de edad y en personas con enfermedades mentales degenerativas como Alzheimer.

Tres noticias, tres invitaciones para reflexionar, tres escenarios distintos. Los dilemas planteados deben sopesarse bajo una mirada abierta, equilibrada, evaluando, entre otros rubros, los significados de calidad de muerte, autonomía, sufrimiento, tecnología médica y dignidad. ¿Es lícita y ética la eutanasia en gemelos sordos y ciegos?, ¿es moralmente correcto producir la muerte en nonagenarios con frecuencia abandonados, víctimas de padecimientos incurables?, y, en caso de aprobarse en Bélgica la eutanasia a menores de edad con patologías desgastantes, incurables y que producen sufrimiento, así como a pacientes con Alzheimer, ¿será correcta la decisión?

La ética médica siempre será una disciplina inexacta. Sí y no son palabras demasiado complejas cuando se confrontan temas ríspidos. Individualizar es imprescindible. Sociedad y médicos deben ampliar el diálogo. Obviar, tanto como se pueda, a los políticos es necesario (con dificultad entienden). La semana siguiente comentaré otros escenarios contemporáneos.

Fuente:educacioncontracorriente.org