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LEÓN OPALIN PARA ENLACE JUDIO

Como sucedió en Túnez, Egipto y Libia, en Siria se iniciaron las protestas populares hace dos años demandando libertad, democracia plena y respeto a los derechos humanos al gobierno dictatorial del presidente Bashar el Assad (B.A.), en el poder desde el 2000, cuando sucedió a su padre, Hafez el Assad, quien se mantuvo como presidente 30 años; Hafez el Assad llegó al poder a través de un golpe de Estado de su partido el Baat, organización que ha dominado el Parlamento y la vida política de Siria.

La familia de B.A. pertenece a la secta Alawita, una rama del Islam Chiita, que sólo representa el 12.6% del total de los 23 millones de habitantes de Siria. La mayoría de los altos cargos del Ejército son ocupados por parientes de B.A. quienes mantienen un férreo control sobre la gente por medio de un intimidante aparato de seguridad que ha generado un profundo resentimiento entre la población Suni, que representa tres cuartas partes del total.

En un ámbito de elevada inflación, crecientes niveles de desempleo y de injusticia, las revueltas callejeras en Siria desembocaron en una cruenta guerra civil que ha causado hasta el presente más de 70,000 muertos, un número indeterminado de heridos y un millón de refugiados que han escapado de la guerra a otros países. De acuerdo al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), cerca de la mitad de ellos son niños, y la mayoría tienen menos de once años. “La escalada de la violencia, el deterioro de los servicios públicos y el colapso de la economía, han acelerado el éxodo de sirios en los dos últimos meses; cada día cruzan la frontera de Siria alrededor de 10,000 personas”. A Líbano han llegado 330,000 y ya representan 10.0% del total de la población de ese país; a Jordania 320,000; a Turquía 200,000; a Egipto 44,000, y a Irak 105,000, entre otras naciones. En esta última los refugiados han incrementado la presión al desplazamiento interno de más de un millón de gentes que también huyen de la violencia. Simultáneamente en la propia Siria se registran dos millones de desplazados internos, “Siria está dirigiéndose a un desastre de gran escala”.

La llegada de sirios a otras naciones está teniendo un fuerte impacto en estas en la dotación de agua, educación, salud, entre otros servicios. La situación de los refugiados es evaluada de precaria; la ACNUR sólo ha recibido una cuarta parte de las contribuciones que se requieren para apoyarlos.

El conflicto militar en Siria parece no tener fin. Rusia e Irán, principalmente, suministran armas a ese país. Irán también ha enviado tropas de elite para apoyar a B.A. EU y Europa, sin hacer aspavientos, han dotado de equipo militar al ejército rebelde, cuyas diferentes fuerzas suman alrededor de 150,000 efectivos, cifra que duplica el Ejército de B.A., quien además cuenta con 400,000 reservistas. Entre los grupos insurgentes destaca el Frente Nosra, un grupo calificado como extremadamente cruel; EU ha señalado que Nosra está vinculado con El Kalda de Irak y está integrado por ciudadanos sirios, aunque también cuenta entre sus filas a combatientes de diferentes nacionalidades. Nosra ha reivindicado centenares de ataques y varias decenas de atentados suicidas en Siria. El gobierno sirio ha acusado a Nosra de haber ejecutado en la ciudad de Aleppo a 100 jóvenes de un disparo en la cabeza al final de enero pasado y haber arrojado sus cuerpos a un río. En este ámbito, el Ejército Sirio y el de los rebeldes han sido acusados de torturar a prisioneros y de matar indiscriminadamente a civiles. La evidencia de las ejecuciones masivas, en cada caso, y de arrestos arbitrarios provienen en su mayoría de centenares de refugiados sirios.

La devastación de ciudades e infraestructura a consecuencia de la guerra ha sido impresionante. Una de las ciudades más dañadas por el conflicto bélico ha sido la de Homs que fue bombardeada por la aviación del gobierno causando 6,000 muertes. En Damasco, la capital, parte de su patrimonio histórico quedó destruido: el Gran Bazar y una sinagoga de 2,000 años de antigüedad, entre otras edificaciones.

Por otra parte, la guerra civil ha causado conflicto con los países vecinos. La defensa antiaérea de Siria derribó un avión militar turco en junio del 2012; Turquía respondió atacando posiciones del Ejército Sirio en su frontera. Igualmente, partidarios de BA en Líbano han enfrentado en Trípoli y Beirut a militantes que apoyan al Ejército Libre de Siria y Hezbolla, desde Líbano, ha enviado combatientes a Siria para ayudar a BA. Se han registrado incidentes entre soldados sirios y jordanos e Israel llevó a cabo ataques de represalia desde las alturas del Golán Contra Siria, después de que obuses en este último país cayeron en la frontera israelí. Por lo demás, el Ejército de Israel bombardeo un convoy en la frontera Sirio Libanesa que supuestamente transportaba armas químicas para ser entregados a Hezbolla.

En este contexto, es previsible que el régimen de B.A. caiga y los rebeldes instauren un régimen teocrático fundamentalista, como de hecho sucedió el 10 de marzo pasado en el Este de Siria, en donde los islámicos de Nosra instalaron un Consejo religioso para administrar esa región petrolera. A pesar del eventual derrocamiento de B.A. es posible que los grupos de oposición continúen las disputas por el poder y se presenten acciones que busquen una “limpieza étnica” como en el Líbano de los años setentas.