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MANUEL MOLARES DO VAL

Que no extrañe que el Parlamento Gallego haya rechazado unirse a los comunicados que las democracias emiten anualmente a invitación de la ONU en recuerdo del Holocausto judío para que nunca más se produzca el exterminio de millones de seres de una “raza inferior”.

Una declaración así necesita la unanimidad de las fuerzas políticas y en Galicia no se logró porque la Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), de Xosé Manuel Beiras, e Izquierda Unida, alegaron que sólo apoyaba el imperialismo sionista contra el pueblo palestino, justificación que aprovechan las ultraizquierdas y ultraderechas para expresar su antisemitismo.

Lo que podría mover a AGE y a otros extremistas gallegos es que se creen celtas, una raza superior, y que se amparan en el apoyo a los palestinos, a los que desprecian –Santiago era el centro espiritual de la Reconquista–, para expresar su odio a la “raza inferior” judía.

Todo nace del cultivo del celtismo étnico, el romántico origen celta que se atribuyen muchos gallegos, equiparable racialmente al rubio y de ojos azules ario alemán.

El celtismo político es ocultamente racial y va más allá de la protección de una supuesta cultura.

El leonino Beiras es físicamente la expresión viva del caudillo celta imaginario. Sólo le faltan casco, escudo y espada.

Lo celta inspira el imaginario nacionalista gallego que se condensa en el escritor y etnógrafo Vicente Risco (1884-1963), al que tenía por maestro Castelao, el “Padre de la Patria Gallega”.

Fascinado por Alemania, Risco fue acercándose a la ultraderecha, y ya durante el franquismo escribió un libro antisemita, que permite entender a Beiras y a otros celtistas: “Historia de los judíos desde la destrucción del Templo”.

Cuando el celtismo pasa de su folclore, cultura o deporte a la política se acerca peligrosamente al nazismo

Fuente:cronicasbarbaras.blogs.com