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El 8 de marzo de 1980 fallecía en Toledo Erich Heberlein Stenzel quien se refugio del régimen nazi. Tenía 90 años. Vivía en una agradable casa-jardín del Casco Histórico, conocida como «El Rincón», dedicado a tocar el órgano y meditar sobre las vinculaciones entre Alemania y Toledo. A la tumba se llevó los secretos de una intensa vida diplomática y de su enfrentamiento con el régimen nazi, cuyos agentes le secuestraron en Toledo en 1943. Las autoridades franquistas evitaron que muriese en un campo de concentración y al terminar la Segunda Guerra Mundial se retiró a la actual capital de Castilla-La Mancha, donde era conocido como «el alemán».

A principios del siglo XX, en el número cuatro del Paseo de la Castellana de Madrid abría sus puertas la Embajada de Alemania en España. En 1920 fue trasladado como secretario de la misma el diplomático Erich Heberlein Stenzel, quien había nacido el 26 de septiembre de 1889 en la localidad de Cranz, en Prusia Oriental (hoy Polonia). En aquel tiempo, al amparo del ambiente aristocrático de la monarquía de Alfonso XIII, las legaciones extranjeras tenían una intensa actividad social. Heberlein no tardó en ser conocido entre la alta sociedad madrileña, entablando relaciones con la joven Margot Calleja Enright.

Margot había nacido en 1891 en Valladolid. Era hija del reconocido doctor clínico Camilo Calleja García y asidua participante en obras de teatro benéficas y veladas musicales. Estaba dotada de una bonita voz. Pronto surgió entre ambos el romance y en diciembre de 1921 el barón Langwertg van Simmern, embajador alemán, solicitó la mano de la joven para su subordinado. La boda se celebró el 2 de febrero de 1922 en la iglesia de San Jerónimo el Real. Entre los testigos del enlace destacaba el presidente del Congreso de los Diputados, José Sánchez Guerra. La cena nupcial se celebró en el Hotel Ritz y el viaje de bodas llevó a Margot y Erich por tierras andaluzas. Al año siguiente la pareja tuvo a su primer hijo a quien pusieron de nombre Óscar. Heberlein ya tenía otra hija, Gisela, nacida en 1916 de un anterior matrimonio. Tras unos felices años en Madrid, el diplomático fue destinado a Atenas y Buenos Aires, permaneciendo en Argentina hasta el estallido de la guerra civil española.

En noviembre de 1936 el gobierno de Hitler reconoció oficialmente a los sublevados franquistas, trasladando su legación de Madrid a Burgos. Luego se desplazaría a Salamanca, donde presentaría sus credenciales a Franco el embajador Eberhard von Stohrer. Heberlein formó parte de su equipo como consejero de Negocios. Eran momentos de gran intensidad diplomática derivados de la fuerte implicación que Alemania tuvo en nuestro conflicto bélico. La creación de la División Azul, la entrevista entre Franco y Hitler, el 23 de octubre de 1940, y la apuesta oficial por la neutralidad proclamada de España, fueron algunos de los asuntos más destacados de aquellos meses. Cinco días antes de la entrevista de Hendaya con el Führer, Franco concedió Heberlein la Encomienda de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas.

Von Stohner era un veterano diplomático que se había integrado en el servicio exterior alemán en 1909, en tiempos del kaiser Guillermo. Frente a la opinión de Berlín, veía con buenos ojos la “oficial” neutralidad española. Tampoco compartía al cien por cien las posiciones nazis respecto a los judíos. En marzo de 1943, Stohner y Heberlein fueron destinados a Berlín. Antes de su partida, el gobierno les condecoró con la Orden de Isabel la Católica. El destino de nuestro protagonista era el Departamento de Asuntos Políticos para Marruecos, España y Portugal. La llegada a la capital alemana les situó ante la cara más horrenda del nazismo y su próxima derrota en la guerra. Heberlein solicitó con insistencia la concesión de unas vacaciones alegando la necesidad solucionar asuntos privados y no cejó hasta conseguirlas en el mes de agosto. Junto a su esposa se retiró a Toledo, donde ella era propietaria de la Dehesa de La Legua. Pasado un tiempo, comunicó a sus jefes que se encontraba muy enfermo y le era imposible regresar a Berlín, resistiéndose a todos los requerimientos.

En la noche del 17 de junio de 1944, el matrimonio se vio sorprendido por insistentes golpes a la puerta de su casa. Al salir a abrir, se encontró con un policía pidiéndole que le acompañase al Gobierno Civil, donde debían transmitirle cierta información sobre su hijo Óscar, quien luchaba con las fuerzas alemanas en el frente oriental. Despertó a su esposa y partieron a las dependencias oficiales, allí les esperaban dos funcionarios de la embajada alemana que les llevaron a Madrid para ser interrogados. Trasladaron a Erich al aeródromo de Alcalá de Henares, desde donde un avión le llevó a Biarritz y allí fue entregado a la Gestapo. A Margott la condujeron en automóvil hasta la frontera de Irún.

La súbita desaparición no pasó desapercibida en Toledo y Madrid. La embajada intentó acallar los rumores aduciendo que habían viajado a Alemania para ver a su hijo, quien habría sido herido de gravedad en Rusia. Para dar cobertura el ardid, las autoridades obligaron bajo amenazas a Margot y Erich a escribir una carta tranquilizando a sus amistades españolas. Por entonces ya estaban internados en el campo de concentración de Buchenwald. Su reclusión se perpetuó también en Sachsenhausen y Dachau. De este campo, donde se encontraban prisioneros destacados personajes civiles y militares alemanes y de otros países, como el canciller austriaco Kurt Schuschinigg o ex primer ministro francés Léon Blum, fueron evacuados al Tirol por la SS ante el avance de las tropas aliadas. Los Heberlein fueron liberados por fuerzas americanas en los primeros días de mayo de 1945 en la localidad de Niederdof.

Su secuestro incomodó bastante a las autoridades españolas en unos momentos cuando ante al hundimiento del régimen nazi debían tenderse puentes con las potencias vencedoras. Se lanzaron diferentes mensajes públicos desligándose del secuestro de los Heberlein e incluso en el diario ABC, en abril de 1946, se decía que gracias a unas gestiones realizadas por el general Gómez-Jordana, ministro de Asuntos Exteriores, se había evitado que el matrimonio fuese ejecutado.

Concluida la guerra mundial, los Heberlein regresaron a España y se instalaron definitivamente en Toledo. En el año 1950 ya figuraban empadronados en el número cinco de la calle Corredorcillo de San Bartolomé, en una amplia propiedad que aún se conserva, sobre cuyo portalón luce un bello mosaico cerámico con el nombre de «El Rincón», obra de Ángel Pedraza.

Recluidos en Toledo, ambos se entregaron a su pasión por la música, la amistad con algunos toledanos y el cuidado de su vivienda, en cuyo patio destaca la imponente presencia de un gran ciprés. En el año 1951, Heberlein consiguió autorización de las autoridades españolas para traerse desde una casa de su propiedad en Walchstad (Alta Baviera) un órgano y varios cajones con libros y objetos diversos. Su afición por la música le llevó a tocar en diferentes iglesias toledanas, entre ellas la de San Juan Bautista de los padres Jesuitas. Margot, por su parte, ofreció en noviembre de 1949 un recital lírico en el Paraninfo del Instituto Provincial, organizado por la Sociedad Estilo. En diciembre de 1970, Erich fue elegido correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. También ingresó en el Capítulo de Caballeros del Santo Sepulcro. En 1964, en Madrid, había sido condecorado con la Gran Cruz del Mérito de la República Federal Alemana por el embajador Helmut Hallardt, tras ser rehabilitado unos años antes por las autoridades germanas.

Su hijo Oscar sobrevivió a la guerra y también regresó a España, trabajando como técnico en una fábrica de Valencia. En julio de 1953, a los treinta años de edad, sufrió un accidente mortal en el puerto de Sagunto. Años después, el 19 de diciembre de 1967, falleció Margot a causa de un derrame cerebral. Pasado un tiempo, Erich contrajo nuevo matrimonio con una sobrina de su esposa, Margarita (Peggy) de Ceballos Calleja, quien le acompañó en el último tramo de su vida.

Aquejado de una severa caquexia senil, nuestro protagonista murió en Toledo el 8 de marzo de 1980 a los noventa años de edad. Unas semanas después, su viuda comunicaba al doctor Rafael Sancho de San Román, por entonces director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, que a Erich le hubiese gustado ejecutar un trabajo sobre la vinculación de Toledo con Alemania a lo largo de los siglos, proyecto que la vejez le impidió afrontar.

El último capítulo de los Heberlein se escribió en el año 2007. Peggy de Ceballos falleció en Madrid el 7 de octubre, siendo, también, enterrada en el Cementerio Municipal de Toledo. Allí entre cipreses tan altos como el que Erich y Margott mimaron en su casa de «El Rincón» reposan los secretos de esta singular historia.

Fuente:abc.es