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17 de abril 2013- Una publicación de Al Qaeda en el año 2010 animaba a futuros yihadistas solitarios en Estados Unidos a usar ollas a presión en su Guerra Santa. La idea era sencilla y requería de algo que, prácticamente, existe en cualquier hogar: una olla a presión. Tan de andar por casa era la recomendación para sembrar el terror por muy módico precio y cero infraestructura que el titular que lucía el panfleto decía así: “Haga una bomba en la cocina de su madre”.

Lo que para los expertos era un signo de debilidad, de estar tocada por el incremento de la seguridad –la metodología es de lo más pueril, nada comparado con la estrategia desarrollada en el 11-S-, la sucursal de Al Qaeda en Yemen explicaba con todo lujo de detalle en la revista online Inspire del grupo terrorista cómo fabricar una bomba de una vulgar olla a presión. “La olla exprés es el método más efectivo para hacer un sencilla bomba”, se leía en el artículo, para pasar a continuación a describir cómo se debía de rellenar el recipiente con metralla y pólvora y crear un detonador usando el filamento de una bombilla corriente y un reloj despertador como detonador.

El reportaje resaltaba la importancia de que nadie sospecharía nunca de alguien que compra una olla exprés o algunos de los otros ingredientes necesarios para el artefacto, como azúcar en grano, cerillas, clavos o perdigones -una bombilla rota, por ejemplo, de “un árbol de navidad”, es perfecta y hay en muchas casas-, recomendaba la lectura-. “La bomba se hace en un par de días”, aseguraban las instrucciones. “Puede matar hasta 10 personas”. Y el coste no alcanza los 100 dólares, señalan los expertos.

Fuente: El País