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MARCOS SUÁREZ SIPMANN

La serie de ataques israelíes contra Siria perpetrados en los últimos días plantean más preguntas que respuestas. Las más urgentes: si son o no preludio de una guerra más extensa en Oriente Próximo y cuánto podría durar la violencia.

Israel interviene en Siria: impide un envío de misiles a la milicia libanesa Hezbolá

No parece inminente una confrontación militar más amplia, a pesar del anuncio sirio de que los ataques suponen una “declaración de guerra”. Como medida preventiva Israel ha convocado a dos mil reservistas. Además ha cerrado el espacio al tráfico aéreo en su zona norte, desplegando cerca de su frontera con Líbano dos baterías de misiles interceptores defensivos: los denominados: Domos de Hierro.

Se cree que los ataques alcanzaron arsenales de misiles tierra-tierra que, según afirmaron funcionarios anónimos estadounidenses e israelíes, estaban a punto de ser transferidos de la organización combatiente libanesa Hezbollah. Los ataques aéreos tendrían, al menos en apariencia, que ver más con el conflicto latente entre Irán, Hezbollah e Israel, que con la guerra civil siria. Evidenciarían la firmeza israelí para impedir que, desde Siria, se siga armando las milicias de la organización chií-libanesa.

Israel habría probado un nuevo misil aire-tierra llevando a cabo los ataques desde una distancia alejada, utilizando el espacio aéreo libanés. Esto sirvió tanto para proteger los aviones de combate israelíes de las defensas antiaéreas sirias como para enviar un mensaje a Irán sobre las capacidades israelíes.

Rusia, principal proveedor de armas de Siria, está vendiendo al gobierno sirio cuatro sistemas de misiles S-300, de defensa antiaérea. El S-300 está diseñado para derribar aviones y misiles con un alcance de hasta 200 kilómetros. Israel ha pedido a Rusia no vender a Siria el sistema de defensa antimisiles S-300 objetando que podría ayudar al presidente Bashar al Asad a defenderse ante una intervención militar extranjera. Sin embargo, Robert Hewson, editor de la publicación especializada HIS Jane’s, ha afirmado que incluso si Siria recibe el S-300 probablemente llevaría varios meses implementar y activar el sistema. Por otro lado, no supondría un gran desafío para la fuerza aérea de alta tecnología de Israel.

La otra cuestión trascendental es la relación entre EEUU e Israel en esta operación. El ataque israelí se produce en un momento en el que Washington intenta reactivar el proceso de paz en Oriente Próximo. Pero resulta difícil creer que a Obama le sorprendiera la operación. Pensar que Israel querría arrastrar a EEUU a Siria es algo poco probable, tan sólo porque esto distraería el foco norteamericano sobre Irán.

Como viene siendo habitual Obama justifica que Israel busque “evitar la entrega de armas avanzadas a organizaciones terroristas como Hezbollah”. No obstante, más allá de esto el gobierno estadounidense no ha querido emitir comentarios sobre las incursiones aéreas de Israel contra objetivos cerca de Damasco.

Los ataques bien pueden haber sido un mensaje estadounidense entregado por los aviones de combate israelíes al régimen de Asad por el supuesto uso de armas químicas contra los rebeldes. Incluso es posible que, como afirmaba un analista israelí en el diario Haaretz, Rusia y EEUU tengan un acuerdo secreto sobre las líneas rojas para intervenir en Siria: mientras Obama no arme a los rebeldes sirios, Rusia no alardeará de su apoyo militar al régimen. La lenta respuesta pública de Putin a los ataques sugiere que si el gobierno norteamericano utilizó la fuerza aérea israelí para dar un aviso a fin de evitar una confrontación mayor, la cosa funcionó. Según una información aparecida en el New York Times, el discurso de las líneas rojas de Obama del año pasado fue una metedura de pata, por lo que puede que intentara reparar el daño desalentando a Asad de cruzar más líneas.

De hecho hay otros indicadores que muestran que el ataque fue planificado con la participación activa de EEUU. Según una información de Reuters, las disculpas israelíes ante Turquía del mes de marzo, con la mediación estadounidense, fueron el punto de partida del ataque, ya que israelíes y turcos habían estado efectuando acciones aéreas sobre Siria y Líbano.

Pese a la condena de la Liga Árabe, la agresión israelí favorece los intereses de la mayoría de gobiernos vecinos que recelan de la supremacía regional de Irán. La mayor parte de países árabes han dado la espalda a Damasco expulsando incluso a los enviados del régimen en la Liga Árabe.

Fuente:eleconomista.es