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20 de mayo 2013.-La Administración Obama incrementa su ofensiva en Oriente Medio en busca de una paz americana y en un intento de evitar un ataque unilateral israelí contra objetivos sirios y libaneses. El pasado jueves aterrizó en Jerusalén por primera vez el nuevo jefe de la CIA, John O. Brennan, que fue recibido por su homólogo israelí, el jefe del Mosad, Tamir Pardo, quien le acompañó en todas sus reuniones con el primer ministro, Benjamin Netanyahu, el ministro de Defensa, Moshe Yaalon, y el jefe del Estado Mayor, Benny Gantz. En cada una de las entrevistas el número uno de la CIA, que lleva dos meses en su puesto, pidió una sola cosa a Israel: “Calma”.

Washington pretende coordinar una política conjunta con Israel ante la escalada de tensión que se vive en Siria y las amenazas contra Israel del secretario general del grupo proiraní Hizbulah, Hasan Nasralah.

Éste amenazó con actuar contra Israel como represalia por dos ataques de la Fuerza Aérea contra depósitos de misiles iraníes destinados a Hizbulah, advirtiendo que su movimiento lo haría por primera vez desde los altos del Golán, ocupados por Israel.

El mensaje israelí a Washington fue claro: “No podemos permitir la continuación del envío de armas estratégicas de Siria a Hizbulah”. Por otra parte, en lo que concierne al tema iraní, Israel pidió a Estados Unidos que declare el fracaso de la vía diplomática ante Irán, que agrave las sanciones económicas contra Teherán y que enseñe al régimen de los ayatolás de forma clara una opción militar contra sus instalaciones nucleares.

Mientras distintas fronteras de la región amenazan con explotar, el secretario de Estado, John Kerry, se prepara para realizar esta semana su cuarta visita a la zona desde que fue nombrado jefe de la diplomacia norteamericana. Su objetivo, según dijo al Senado el pasado 17 de abril, es lograr un acuerdo entre israelíes y palestinos en un máximo de dos años. Según él, en ese periodo puede cerrarse la oportunidad para poner en práctica la opción de dos Estados para dos pueblos.

En medios políticos de Jerusalén, que se encontraron ya en varias ocasiones con Kerry y que son citados por Haaretz, destacan que el secretario se ocupa de este tema “con una pasión mesiánica” y con “fuego en la mirada”. Algunos creen que su objetivo es lograr el premio Nobel de la Paz, aunque subrayan también algo de ingenuidad en su actuación y algunos errores ante Jerusalén y Ramala que pueden complicar su proyecto.

Una fuente israelí allegada a las negociaciones citó al mítico general Moshe Dayan cuando dijo, en los años 70: “Es una buena persona en el mal sentido de la palabra”. En los últimos dos meses, Kerry logró enfadar a las dos partes con algunas de sus declaraciones. Por ejemplo, cuando comparó -el pasado 9 de abril en Estambul- el atentado de Boston con la operación militar israelí contra la flotilla humanitaria del Mavi Marmara, que pretendía romper el bloqueo de Gaza.

En Jerusalén, esa comparación provocó la sorpresa de muchos. Una semana después llamó al presidente palestino, Mahmud Abbas, y al entonces primer ministro, Salam Fayad, para intentar impedir la dimisión de éste, muy allegado a Washington. Esa intervención le presentó en Ramala como un muñeco de Estados Unidos, lo que aceleró su dimisión.

Desde que fue nombrado responsable de la política exterior estadounidense, el exsenador de Massachusetts dedica la mayor parte de su tiempo al tema israelí-palestino. Varias veces por semana habla por teléfono con Netanyahu y Abbas, en lo que define como “diplomacia personal”. El hecho es que ambas partes consideran que Kerry tiene un alto nivel de conocimiento sobre las distintas problemáticas y tiene buen contacto con las personalidades de ambos lados. Lo que le cuesta más es entender los matices y el clima político en Israel y en la Autoridad Nacional Palestina. Hasta ahora, su falta de presión ha permitido a las dos partes ganar tiempo y pasar una y otra vez el balón al campo del adversario.

En 1991 el predecesor de Kerry, James Baker, sorprendió al mundo cuando anunció la conferencia de paz de Madrid con la participación de Israel, países árabes y representantes palestinos. Hasta hoy, en su oficina de Houston, en Texas, están colgadas en las paredes caricaturas llenas de escepticismo y sarcasmo sobre la posibilidad de poder convocar una cumbre de paz tan dramática como esa. Pero en octubre de ese año lo logró.

A Kerry no le basta con una conferencia de paz. En sus conversaciones en Jerusalén y Ramala afirma que un acuerdo histórico de paz entre israelíes y palestinos es algo para lo que se ha preparado toda su vida. El 7 de junio tiene previsto presentar las conclusiones de tres meses de averiguaciones basadas, en parte, en la iniciativa de paz de la Liga Árabe. Kerry hará todo lo posible para no acabar como las caricaturas de la oficina de James Baker.

Y es que, apuntan medios israelíes, “la impresión es que Kerry piensa que la única razón por la que sus predecesores no lograron un acuerdo de paz fue porque no eran John Kerry”.

Fuente:lavanguardia.com