George-Moustaki

“Judío errante”, “pastor griego” y seductor de encanto oriental, Georges Moustaki, eterno viajero de la canción francesa, falleció este jueves en Niza a los 79 años.

Moustaki, que sufría de un enfisema, una enfermedad respiratoria incurable que le impedía cantar desde hacía años, falleció en Niza, en el sur de Francia, este jueves.

“Estaba sereno”, indicó su entorno precisando que sus restos serán trasladados a París.

Georges Moustaki escribió unas 300 temas para los más importantes intérpretes de la canción francesa como Edith Piaf, Yves Montand, Barbara, Juliette Gréco o Serge Reggiani antes de cantarlos él mismo.

En febrero pasado, cuando ya estaba bajo respiración artificial, otorgó una última entrevista al periódico Nice Matin a quien reveló que se había instalado en esta ciudad de la Costa Azul para huir de la contaminación y el frío parisino, donde vivía desde hacía más de 40 años.

“Echo de menos poder cantar en mi baño. Cantar en público, no. Ya le dí vuelta, la vuelta al mundo y de las salas, pequeñas o grandes. Aprendí que lo que se cree haber adquirido no es más que una parte ínfima de lo que falta por descubrir”, dijo entonces, y agregó que “anotaba aún algunas ideas” para nuevas canciones pero “sin prisas”.

“Quiero escribir y pintar. Dedicar mi tiempo a lo que me gusta, como siempre lo hice”, explicó el cantautor.

Georges Moustaki, cuyo verdadero nombre era Giuseppe Mustacchi, nació el 3 de mayo de 1934 en Alejandría, de padres judíos griegos que emigraron a Egipto.

Moustaki se instaló en París en 1951 donde conoció a Georges Brassens, un encuentro determinante para su carrera y de quien adoptó el nombre en su honor.

Uno de sus grandes éxitos, “Le Métèque”, traducido a doce idiomas, lo reveló como intérprete en 1969. Pero desde hacía diez años ya oficiaba como autor y compositor.

En 1959 firmó la letra de “Milord” para Edith Piaf, a quien conoció un año antes y con quien tuvo una relación.

“Tenía una imagen de gigoló cuando estaba con Piaf. Luego la gente vio que era un autor y esa imagen se borró”, reconoció Moustaki en una ocasión.

Las mujeres marcaron su vida. “El que se llama a sí mismo seductor se equivoca. Son las mujeres las que deciden dejarse seducir”, repetía.

Otros de sus temas se convirtieron en clásicos, como “Sarah”, “Ma liberté”, “Ma solitude” y “Votre fille a vingt ans”, interpretados por Serge Reggiani en 1966, y también canciones como “La Dame Brune” (interpretado por Barbara en 1966), “Joseph” o “La Marche de Sacco et Vanzetti”.

Gran viajero, Moustaki apreciaba tanto el café griego como el narguilé egipcio o la vida bohemia en París.

El cantautor recorrió el mundo entero en sus giras, una de ellas a Brasil, un país del que se enamoró (en 1973 adaptó “Aguas de março” de Antonio Carlos Jobim con el título “Les eaux de mars”), y también viajó a Estados Unidos, Japón, México, Quebec o el Egipto de su infancia.

Políglota y pintor, Moustaki vivía desde hace más de cuarenta años en la isla Saint-Louis, en el corazón de París, antes de instalarse en Niza.

El anuncio de su muerte provocó inmediatamente una ola de emoción y numerosas reacciones.

“Georges Moustaki nos abandonó: una inmensa tristeza. Un artista comprometido que transmitía valores humanistas, un gran poeta”, reaccionó en Twitter la ministra de Cultura francesa, Aurélie Filippetti.

“Era un hombre absolutamente exquisito, un hombre educado, refinado, era un hombre elegante que tenía una dulzura infinita y además talento”, dijo Juliette Gréco a la radio RTL.

“Georges era un sabio. Nos deja canciones sublimes. Recorrió el mundo con su guitarra, cantando en francés por todos lados”, declaró la cantante y actriz Line Renaud a la AFP, mientras que otra cantante, Mireille Mathieu, saludó “uno de los mayores embajadores de la canción francesa”, cuyas canciones “son eternas”.

Fuente: Terra