Los medios de comunicación comunitarios no tienen una trascendencia en el mundo no judío, digamos, no la tienen. No hemos visto que nadie retome. Hay gente que se molesta con razón cuando de repente aparece en prensa comunitaria determinado tipo de aseveraciones sin conocimiento, entonces le pega a un sector de gobierno […] yo creo que ahí simplemente el límite, se puede decir, está basado en tener el conocimiento real, uno no puede jugar en términos de relación comunidad – gobierno ó comunidad – mundo exterior, uno no puede jugar a “las voladas” como se dice en el mundo periodístico, a lo que de repente encontré, a lo que de repente supuse […] “No tengo la certeza, pero le encontré una vieja a Peña Nieto ¿qué hago? ¿Lo meto o no lo meto?” Entonces empieza el gran dilema “¿Lo publico o no?  ¿Periodísticamente es válido? ¿Tiene nivel? ¿Es posible? ¿Es viable? ¿Sí o no? ¿Qué daño genero?”  

Esto pasa por ejemplo, en otras latitudes, en otro país, uno ve que es el periodismo profesional, incluso en otros lados, incluso el periodismo comunitario en determinados lugares en Estados Unidos ¿Qué es lo que lo hace valioso? El abandono de estas partes para lo que le llaman periodismo amarillista, que recuerdan ustedes que esto tiene que ver con los orígenes del periodismo cómo en Francia los periódicos matutinos se imprimían en color amarillo y eran los del escándalo; lo que hacían era publicar los obituarios, quién se había muerto y el doctor que lo había atendido […] Hacia afuera, denuncias de tal o cual expresión antisemita con tal o cual acto de un funcionario o lo que sea, con eso hay que tener mucho cuidado, se vale, por supuesto, nada más conocimiento de causa porque un error en eso, no es lo mismo que equivocarse en el nombre del que se murió y poner otro.

En ese sentido es donde el periodismo tiene que asumir su parte de responsabilidad.