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Un año después de la investidura del islamista Mohamed Morsi, primer presidente de la democracia de Egipto, decenas de miles de personas se han concentrado en la emblemática plaza Tahrir de El Cairo para pedir la renuncia del presidente. Hay pancartas donde se lee: “¡Vete!”. En una muestra de fuerza, la oposición, ha convocado manifestaciones en todo el país con la intención de forzarle a que abandone el poder. Quieren estos opositores que este 30 de junio sea, de nuevo, el inicio de una revolución como la que estalló en 2011 y acabó con los 30 años de régimen de Hosni Mubarak. Frente a ese movimiento, los aliados islamistas del Presidente han convocado contramanifestaciones, y dicen estar determinados a defender en las calles lo que decidieron las urnas en las primeras elecciones libres de la historia del pueblo egipcio.

Hoy hay convocadas dos manifestaciones de protesta en la capital, la que ya ha comenzado con una marcha hasta una hasta la plaza de Tahrir, símbolo y epicentro de la revuelta de 2011, y otra marcha hasta el palacio presidencial, ya fortificado y protegido por las fuerzas del orden. Las ha convocado Tamarod (en árabe, Rebelde), un movimiento de activistas que dice tener ya en su poder 22 millones de firmas pidiendo la dimisión de Morsi. De ser cierto, y si todas las firmas fueran válidas, sería una cantidad mucho mayor a la de 13,2 millones de electores que votaron por el Presidente el año pasado. El mandato de Morsi no expira hasta 2016. Los líderes de Tamarod han pedido a los manifestantes que mantengan las protestas pacíficas, dados los incidentes de los pasados días.

El sábado, una bomba en una protesta en la ciudad costera de Port Said mató a un periodista en una concentración contra Morsi. El viernes, otras cuatro personas fallecieron en protestas en diversas localidades en el delta del Nilo. Uno de ellos era un ciudadano estadounidense de 21 años, Andrew Pochter, que fue acuchillado mientras tomaba fotos del asalto de un grupo de opositores a la sede local del Partido Libertad y Justicia, afiliado al movimiento de los Hermanos Musulmanes, al que pertenece el Presidente. El Departamento de Estado norteamericano ordenó la evacuación de todo su personal no indispensable de cara las manifestaciones de este domingo.

En respuesta a las manifestaciones opositoras, los partidarios de Morsi han tomado las calles de Nasr City, al este de la ciudad, y han comenzado a reunirse en las inmediaciones de la mezquita de Rabia al Adaweya. Les ha convocado el partido Libertad y Justicia que, según sus líderes, quiere defender la “legitimidad democrática” de Morsi. El brazo político en Egipto de los Hermanos Musulmanes no está solo en su defensa del actual Gobierno. Recientemente se le unieron 10 partidos islamistas para crear la Alianza de Apoyo a la Legitimidad, cuya finalidad es mantener a Morsi en el poder, y darle tiempo para que siga avanzando en sus reformas.

En las calles de El Cairo la inquietud ante las manifestaciones es patente. Los ciudadanos se han apresurado a retirar dinero de los cajeros automáticos por si el país cae en el caos y los bancos son saqueados. Según las autoridades del aeropuerto de la capital, los vuelos internacionales de salida del país estaban el viernes y sábado, en su mayoría, llenos. El domingo pasado, el comandante en jefe del Ejército y ministro de Defensa, general Abdel Fattah al Sisi, dijo que no tolerará que el país caiga en “un oscuro túnel de conflicto”, desatando el temor a una nueva toma de poder por parte de las fuerzas armadas, como sucedió en 2011 tras la caída de Mubarak.