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PROYECTO HORIZONTE PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México/Expertos economistas han publicado un estudio en el que se demuestra que la gente que gana más es, por lo general, más feliz que la gente pobre -aún cuando el dinero no lo es todo en esta vida.

“El dinero no trae la felicidad”, dice el refrán. En muchos casos, suena a sabiduría adquirida fruto de la experiencia. En otros, suena a pobre consuelo –o consuelo para pobres.

La mayoría piensa que el crecimiento económico y el bienestar proporcionan felicidad, pero existen muchos factores que determinan la felicidad. Además de una predisposición genética, la salud tiene una importancia capital, seguida de factores sociales como la familia y amigos. De hecho, en lo que al efecto del dinero en la felicidad se refiere, el dinero en sí mismo no es un elemento tan decisivo como lo es el bienestar.

Por ejemplo, una persona pobre sería significativamente más feliz que una persona rica, en el caso de que sus sueldos se duplicaran. En otras palabras: quien tiene más, no será más feliz al recibir más cuando los factores políticos también influyen de forma decisiva en el grado de satisfacción de la gente. La gente que vive en democracia es más feliz que los que viven en sociedades autoritarias o dictatoriales.

La gente es más feliz cuanto más concretas y notables sean las decisiones políticas, preferentemente en ámbitos locales.

Por ejemplo, los altos niveles de desempleo. Al menos 20 millones de personas en la Unión Europea se preguntan ahora mismo cómo conseguir un puesto de trabajo. Y el tema del desempleo es especialmente dramático en el tema de la felicidad. Normalmente, la gente no permanece infeliz durante mucho tiempo tras un accidente o una catástrofe. Pasado un periodo de tiempo, la satisfacción social vuelve a los niveles originales.

Pero no sucede lo mismo con el desempleo: Quien se encuentra desempleado se siente realmente mucho peor que antes; sólo un nuevo puesto laboral puede devolver la felicidad a esa persona. O, al menos, en el caso de los hombres.

El estudio muestra que, si no consiguen un nuevo puesto, los hombres se mantienen en este estado de infelicidad. Las mujeres, por el contrario, son más adaptables; buscan nuevos cometidos en sus familias, y pronto se sienten mejor.

Fuente: Finanzas personales.com