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MAX BERY PARA ENLACE JUDÍO

Leo Davidovich Bronstein nació el 26 de octubre 1879 en Yanovka, un pequeño pueblo aislado en las estepas del sur de Ucrania. Al muchacho le llamaron Lev (León) por su abuelo quien, 25 años antes, había dejado una pequeña ciudad judía de la provincia de Poltava. Fue en este ambiente rusificado, lejos del tradicional shtetel, que el joven Bronstein creció. De acuerdo con su biografía no hablaba Yiddish, aunque sus abuelos eran originarios de una zona urbana de habla Yiddish. En su familia se expresaban en una mezcla de ruso y de ucraniano.

Aunque en los días festivos su padre iba a la sinagoga y su madre se abstenía de coser, la observancia de las ceremonias derivó con el tiempo en una indiferencia e inercia religiosas. Cuando cumplió siete años Lev Davidovich fue mandado a un jeder (escuela religiosa judía). Eso fue una infeliz experiencia para el joven Bronstein quien no hablaba yiddish y no podía entender ni a sus maestros, ni a sus condiscípulos.

En sus memorias nos informa que en 1888 se fue a Odessa para quedarse con su primo Moissei Filipovich Spentzer, un traductor, periodista y un liberal de clase media, que pulió sus modales, le enseño el ruso y le mandó al colegio. Bronstein perdió un año, a causa del numerus clausus que limita el número de alumnos judíos al 10% en las escuelas secundarias. Lo que le impresionó profundamente fue la atmosfera cosmopolita y heterogénea de este liceo luterano, donde convivían Rusos, Alemanes, Polacos, Ucranianos y Judíos. La enseñanza religiosa era dispensada por maestros de cada origen.

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Este pasado cultural es importante para entender porque Trotsky, que llegó a personificar la figura del Judío revolucionario internacional, pareció ser tan distante y indiferente hacía sus correligionarios .Ningún otro revolucionario ruso llegó a ilustrar tan obviamente la paradoja de ser un forastero para los Judíos y un Judío para los Gentiles. Cuando los Bundistas le criticaban por no combatir el antisemitismo, él contestaba que este era simplemente una consecuencia de la falta de conciencia de las masas y que él día que aumentara su nivel de conocimiento este problema desaparecería. Él personalmente nunca estuvo afectado por las restricciones existentes en su ” gymnasium”. Nunca aparecieron en la lista de sus agravios

Como un adolescente orgulloso y sensible Bronstein fue empujado más por las circunstancias que por su origen hacia el socialismo. Igual que Marx se sintió al principio repelado por esta utopía social, desconfiado por lo que sentía iba a ser el poder de las masas. Pero no tardó en abandonar las clases, la religión y su educación para abrazar la causa revolucionaria .Fue en el puerto de Nicolaiev, sobre el Mar Negro, que el joven Bronstein, de 17 años tomó contacto por la primera vez , en 1896 con las doctrinas populistas. Sus progresos fueron rápidos; para 1897 se había vuelto un marxista y ayudó a organizar la Unión de Trabajadores Rusos del Sur, que contaba con unos 200 miembros. Esta iniciación revolucionaria le valió la cárcel y después el exilio a Siberia.

El marxismo le era atractivo porque ofrecía una solución científica universal a todos los problemas de la humanidad. Era una doctrina de clase que servía a trascender las fronteras nacionales y religiosas, y estaba interpretada por Trotsky como una finalidad inevitable de la dialéctica histórica. El marxismo iba a ser para él una especie de religión revolucionaria, llevando a una dictadura del proletariado, una lucha de clases y la indisputada dirección del Partido Bolchevique. Su fanática devoción a esta idea lo llevó a justificar más adelante todos los sacrificios requeridos para aportar un nuevo orden social de harmonía y justicia.

Cuando se escapó de Siberia, puso en su pasaporte falso el nombre de Trotsky, con él cual se dio a conocer por el resto de su vida .Fue una selección muy curiosa- era el nombre del grupo de los guardianes de la cárcel de Odesa donde él estuvo brevemente recluido- una figura majestuosa, dominadora, simbolizando la arrogancia del poder.

El joven Trotsky tuvo que enfrentarse por la primera vez al problema político en el segundo Congreso de los Obreros Democráticos Rusos en Londres, en 1903. El conflicto con los obreros judíos del Bund llegó a tener repercusiones importantes para la historia de la social democracia rusa. La lucha implicaba el papel de los judíos en el movimiento revolucionario ruso ¿Iban los judíos rusos asimilarse o iban ellos a pedir una cultura yiddish separada y una organización independiente para representar sus intereses? ¿Tendría el Bund judío una status autónomo en el Partido y el derecho de estructurar su propia política para el proletariado judío? ¿Era justificado pedir escuelas de idioma yiddish y una autonomía cultural nacional para los obreros judíos? ¿Finalmente podría el Partido Democrático Ruso aceptar que el Bund fuera el único representante de la clase obrera judía en Rusia? Debajo de esta demandas específicas por parte del Bund se planteaba un problema crucial para el fundador y leader del ala bolchevique de la democracia social rusa, Vladimir Ilych Lenin. ¿ Iba a ser el Partido Revolucionario Ruso una unidad coordinada, centralizada y coherente o una federación de grupos nacionales autónomos? como por ejemplo el caso de la vecina Austria-Hungría.

En el primer grupo estaban los Judíos asimilados alrededor de Lenin dirigidos por Martov, Axelrod y el joven de 23 años , Trotsky quienes ferozmente se opusieron al Bund y firmaron una resolución rechazando sus demandas. Trotsky ya era ya suficientemente importante para jugar un papel crucial en este debate.

Trotsky nunca se arrepintió de su juicio sobre el específico movimiento laborista judío. Siempre miraba a los Bundistas con un desdén aristocrático. Igual que Rosa Luxemburg que tuvo su misma visión, aunque más medida, despreciaba el Bund y lo consideraba como una excrecencia nacionalista de un aislamiento judío fundado sobre una sicología de ghetto. No podía entender porque los judíos rusos querían ser algo distinto de los demás rusos y encargarse ellos mismos de tomar en sus manos el destino del judaísmo

De la misma manera Trotsky y Lenin también atacaron el Sionismo y su promotor Teodoro Herzl. Para ellos este no era más que un aventurero repulsivo que tuvo la impudencia y la perfidia diabólica de tratar de obtener una patria para los judíos. El Sionismo mismo era una empresa destina al fracaso.

Sin embargo Trotsky no ignoró el pogrom de Kishinev, en 1903. Se dio cuenta en qué medida el régimen zarista utilizaba los pogroms para desviar el descontento, romper las huelgas, y oponerse a los sentimientos revolucionarios de las masas, a raíz de su derrota por los japoneses en 1905. Las descripciones gráficas de los asesinatos, violaciones e incendios, en nombre del zar, Dios y la Patria, practicada por bandas borrachas, le pronosticaron el fin del régimen. Trotsky describió los horrores del” Octubre negro” en el cual centenares de pueblos sufrieron con la muerte de más de 4000 personas. En su libro sobre la revolución de 1905 menciona la movilización de los contrarrevolucionarios, los ” Cien pogromistas negros”, formados por pequeños comerciantes, espías policiacos, ladrones profesionales, hooligans y gente de la peor ralea, reclutados para reprimir el desafío revolucionario. Su leitmotiv era una botella de vodka, el retrato del Zar y la bandera tricolor. Todo les era permitido y eran capaces de todo .No había limites con las torturas, nacidas de cerebros alocados por el alcohol.

Ningún otro revolucionario evocó con tanto realismo a los pogromistas en su espantoso salvajismo. La mentalidad del pogrom reflejaba perfectamente el carácter reaccionario del zarismo, de la nobleza rusa, de la burocracia, del clero ortodoxo y de los matones .

El espectáculo vivido por los pogroms de 1905 le despertó el odio y la venganza hacía el régimen zarista. También avivó sus sentimientos el caso Beilis de Kiev, en el cual un pobre zapatero ucraniano fue acusado de un crimen ritual. En este tiempo (entre 1907 y 1914) Trotsky vivía en Viena. El tormento de indignación suscitado en toda Europa occidental y en los Estados Unidos le llevó a escribir un largo ensayo denunciando los esfuerzos de las fuerzas reaccionarias de la Rusia zarista en revivir la acusación medieval del libelo de la sangre, en especial los esfuerzos denodados para hacer de la víctima ucraniana del supuesto crimen ritual , un santo canonizado por la Iglesia Ortodoxa .El caso Beilis, exponía la vacuidad de las explicaciones recurrentes de que el antisemitismo ruso era un fenómeno espontaneo de las masa. Al contrario, comentó que era una confirmación elocuente de que los pogroms se producían cuando el gobierno lo decidía así.

El conocimiento de Trotsky sobre la cuestión judía se fue ampliando más adelante por su experiencia como reportero en Rumanía, en agosto 1913, En una serie de tres artículos para un periódico ruso notó que el antisemitismo se había implantado exitosamente en Rumanía como una religión de Estado; era el factor de cohesión de una sociedad feudal corrompida hasta los tuétanos. Representando menos de una tercera parte de la población urbana rumana los judíos eran odiados como potenciales competidores por abogados, empleados de gobierno y oficiales del ejército. Eran también los chivos expiatorios de los enseñantes y de los curas. La prensa consistentemente adoctrinaba a los rumanos pueblerinos con la ficción de que la miseria y la esclavitud se originaban por culpa de los judíos

No dejó de mencionar el hecho que prácticamente 300,000 judíos en Rumanía, aun descendientes de parientes nacidos en el país, no tenían derechos cívicos. A pesar de esto el gobierno les imponía todo el peso de las obligaciones cívicas incluyendo impuestos y servicio militar.

El estallido de la Primera Guerra Mundial encontró a Trotsky viviendo en Viena. La guerra, en su opinión, era una batalla para una economía imperialista entre el poderoso Reich alemán y el Imperio británico. La tarea del proletariado era crear una patria más poderosa y más estable: la República de los Estados Unidos de Europa, una transición hacia los Estados Unidos del Mundo. En 1916 Trotsky con confianza anticipaba que la Revolución rusa actuaría como prólogo a la Revolución Social de la Europa Proletaria. Regresando a Rusia en 1917 jugó un papel decisivo en la Revolución de Octubre, siendo un orador excepcional y un entrenador de las masas. Por lo tanto, entre 1917 y 1924, el arquitecto de la insurrección bolchevique no prestó mucha atención al problema judío. Le inquietaba la falta de una base organizacional de la democracia social rusa. Su posición en el partido bolchevique, al cual se unió en 1917 nunca estuvo asegurada por sus diferencias ideológicas con Lenin, quien quería utilizar la guillotina y el terror para implantar el bolchevismo. Pero fue la Revolución de Octubre que los unió, a pesar de sus diferencias .Lenin estaba dispuesto a olvidar y perdonarle el pasado .El origen judío de Trotsky no pareció influir en la euforia del triunfo revolucionario, lo que no significaba que el antisemitismo había desaparecido después del sublevamiento de Octubre.

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Como la mayoría de los judíos que intervinieron en la Revolución cortó todos los contactos con el judaísmo y su historia, pero siempre fue percibido por sus oponentes como un extranjero ajeno a las tradiciones rusas. Su dominio del ruso no influyó a los antisemitas y en este aspecto su destino fue similar al de Rosa Luxemburg y otros revolucionarios de su generación.

Lenin nombró a Trotsky a la cabeza del Ministerio de Asuntos Soviéticos y más adelante le confió el mando del nuevo ejército rojo, exigiendo de las masas rusas unos esfuerzos prodigiosos para combatir los ejércitos blancos. Logró exitosamente movilizar los cansados obreros y campesinos para defender la Rusia soviética.

En el curso de la victoria durante la guerra civil Trotsky probablemente debe de haber visto la confirmación de las esperanzas mesiánicas y la desaparición de los sufrimientos de los judíos. Pero el destino de ellos era un detalle en la tormento de la historia mundial. Después de todo ¿qué tenía él en común con las masa judías en Rusia, a las cuales había dedicado apenas cuatro frases en su libro “Historia de Revolución Rusa?” Con la muerte de Lenin sin embargo los prejuicios antijudíos resurgieron rápidamente. Fue el primero en avisar a los partidos comunistas internacionales que Stalin había introducido el antisemitismo como un arma contra él.

Para la masa del judaísmo ruso- comerciantes, tenderos, traficantes y buhoneros- el nuevo régimen comunista les significaba la ruina económica. Las masas judías empezaron a acercarse hacía los bolcheviques en 1919 por instinto de preservación contra los pogroms de los Blancos y unos sentimientos mezclados de orgullo y miedo, así como de venganza contra las humillaciones vividas bajo el zarismo.

La preeminencia de judíos, no únicamente en el liderazgo bolchevique en el periodo de 1917 a 1922, pero también en la Checa (policía secreta) claramente alimentó el antisemitismo. Él mismo se dio cuenta e insistió que un número mayor de judíos fueran al frente de batalla, para contrarrestar la agitación chauvinista entre los soldados del ejército rojo, que pensaban que únicamente los judíos se alistaban por motivos nacionalistas y no por defender el bolchevismo.

Trotsky quedó fundamentalmente indiferente a la suerte de las masas judías que insistía en identificar con la pequeña burguesía. Al apogeo de su poder rechazaba sistemáticamente las delegaciones judías, repitiendo que él era un demócrata internacionalista y social y que estos problemas no le concernían. Cuando el gran rabino de Moscú desesperadamente trató de interceder para los hambrientos Judíos, en 1921, contestó con énfasis que era un revolucionario bolchevique y no un Judío.

Su posición en el seno del partido bolchevique se debilitó cuando descubrió, al momento de la sucesión de Lenin, que era el blanco de las hostilidades por ser considerado como prooccidental , que manifestaba un cosmopolitismo marxista europeo y sobre todo por sus antecedentes judíos .Además no se dio cuenta de que el pueblo ruso estaba exhausto por siete años de guerra civil y se enfrentó por este motivo a Stalin que anhelaba la paz, y no quería seguir con nuevas aventuras peligrosas que entrañaría la promoción de una revolución internacional. Para Trotsky Stalin representaba el triunfo de una mediocre autosatisfacción y subestimó su habilidad política y su talento de organizador. Pero más allá de su ideología y de su temperamento fueron sus antecedentes judíos los que propiciaron su derrota durante la pelea para el poder .La nueva ortodoxia del socialismo de Stalin conseguido en su país prevalió sobre su mesianismo militante, ateísta y supranacional. Una vez despojado del poder y condenado a una oposición solitaria como paria y proscrito, le tocó el papel inoportuno de un judío errante, de un hereje y del ” Judas” del comunismo mundial.

Su vista fundamental sobre el sionismo se modificó en alguna forma en vista de la situación amenazadora de los judíos en los años 30. Por un lado repetía periódicamente el mantra que el nacimiento del nazismo y la pelea arabo-judía en palestina no se podían resolver en el marco del capitalismo. Al mismo tiempo no negaba la posibilidad de que los judíos pudieran existir como una nación independiente y que la inmigración en Palestina en gran escala no era de excluirse, sea con un entendimiento mutuo o con la ayuda de un tribunal internacional proletario, que debería tratar este problema y resolverlo.

En 1934 también reconsideró su posición en relación con el Birobidjan, que consideró inicialmente como una farsa burocrática, ya que estuvo organizado según los métodos estalinistas. Aunque opuesto al Sionismo, admitió que un gobierno de los trabajadores creado para los judíos y una migración voluntaria podría tener alguna posibilidad de éxito dentro de un sistema federal socialista. En oposición a muchos trotskistas el leader exilado ruso no tenía empacho en caracterizar a los judíos como una ” nación” incapaz de revisar sus dogmas pasados a la luz de las cambiantes circunstancias.

Después de su llegada a México, en enero 1937, en una entrevista con un periódico, Trotsky admitió que su oposición al Sionismo había disminuido, ya que esta se había originado por la ausencia de un territorio propio, pero que la confrontación entre los Árabes y los Judíos en Palestina adquiriría cada día un carácter más amenazador, debido al podrido capitalismo y al control del imperialismo británico. No podía prever que diez años después la Gran Bretaña iba a evacuar Palestina, debido a la férrea resistencia sionista a la política de deportar a los judíos sobrevivientes del Holocausto. En este momento admitió que la nación judía era una realidad que habría que tomar en cuenta.

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Trotsky siempre se agarraba a la clásica ilusión bolchevique de que el racismo y el antisemitismo eran las últimas convulsiones malignas de la agonía del capitalismo. Pero analizando el antisemitismo de Stalin se dio cuenta que este fenómeno no estaba restringido al mundo del capitalismo. En 1938 con una presciencia extraordinaria predijo la inevitable catástrofe global para los judíos, lo que se conocería más adelante como el Holocausto, y habló de su próxima aniquilación. No podio, desde luego especificar en qué forma exacta iba a suceder, pero relató su inevitabilidad, en vista de lo que estaba ocurriendo. Notó que la cantidad de países que expulsaban a los judíos crecía sin cesar, mientras que los que aceptaban a los refugiados disminuían rápidamente.” Es fácil imaginar sin dificultad lo que espera a los judíos al estallar una futura guerra mundial, pero aún sin la guerra, el próximo desarrollo de la reacción mundial significa con toda seguridad la exterminación física de los judíos.”

Dos meses después, el 30 de enero 1939, Adolfo Hitler mismo declararía, por la primera vez al Reichstag Alemán que, en caso de una guerra mundial, el resultado sería la destrucción de la raza judía en Europa. En este punto Trotsky fue más perspicaz que la mayoría de los historiadores del Holocausto”. Hoy día la decadente sociedad capitalista se esfuerza en exprimir el pueblo judíos por todos sus poros; 17 millones de individuos de un total de 2 mil millones de la población del Globo, es decir menos del 1%, ya no pueden encontrar lugar en este planeta .Entre las vastas extensiones de tierra y las maravillas tecnológicas que también conquistaron los cielos, la burguesía logró convertir nuestra planeta en una sucia cárcel”

La negación de Trotsky en relación con las perspectivas sionistas para establecer un Estado Judío en Palestina no era nueva .Aun en los días de Herzl, cuarenta años antes, subestimó seriamente la voluntad, tenacidad e idealismo sionistas .Ignorante de la religión judía y de su cultura, era ciego a la profunda conexión histórica entre el pueblo judío e Israel. Lógicamente era alérgico a las llamadas nacionalistas de cualquier tipo y además no sabía nada de la situación en el país controlado por los británicos, aunque, en 1929 había esporádicamente recolectado algún material sobre el movimiento obrero y la población árabe de Palestina. En 1934 , cuando se le preguntó específicamente si Palestina podría volverse una patria judía expresó su escepticismo, aunque sin excluir la idea de una base territorial para el judaísmo en un orden post capitalismo internacional.

En julio 1940, un mes antes de su asesinato en la ciudad de México por un agente de la policía secreta soviética, Trotsky todavía expresó su visión sobre el problema palestino. Sus comentarios derivaron de las restricciones a la emigración judía al Hogar Nacional, a raíz de la publicación del Libro Blanco británico, y no se privó de criticar la traición de Inglaterra a sus promesas hechas al Sionismo.

“El intento de solucionar la cuestión judía por mediante de la migración de los judíos a Palestina puede considerarse como una trágica mofa para este pueblo . Interesado en ganarse la simpatía de los árabes que son los más numerosos, el Gobierno británico ha alterado su política hacia los judíos y ha presentemente renunciado a su promesa de ayudarles a fundar su propio Hogar en un país extraño. El futuro desarrollo de los acontecimientos militares bien puede transformar Palestina en una trampa sangrienta para centenares de miles de judíos. Nunca fue más evidente como hoy que la salvación del pueblo judío es inseparable con el derribo del sistema capitalista.”