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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

En el presente mundo globalizado el desempeño de las empresas enfrenta múltiples retos para que puedan mantenerse rentables en los mercados, ello en virtud de que la competencia es creciente y cada vez más con matices depredadores. Un entorno favorable para los negocios propiciado por las diferentes políticas de los Estados, particularmente las fiscales y monetarias, que estimulen el ahorro y la inversión, son fundamentales para fomentar el espíritu empresarial; igualmente, es vital que prevalezca un clima de armonía social y de sana competencia política.

Al final de cuentas, todos estos elementos junto con la elección de adecuadas tecnologías, constituyen la base de la competitividad de los emprendedores en las diferentes etapas del proceso productivo.

En el ámbito de la competitividad, la innovación y un espíritu empresarial para correr riesgos, son quizá los ingredientes determinantes para que las empresas puedan sobrevivir y crecer. Este razonamiento es particularmente válido para las pequeñas y medianas compañías de Israel y Taiwán, países con recursos naturales limitados, empero, con un enorme acervo de capital humano; las labores de Investigación y Desarrollo en ambas naciones, de las que resultan novedosas aplicaciones tecnológicas en diversos campos de la actividad económica, frecuentemente son subsidiadas por sus gobiernos.

En el contexto de la innovación, sobresale por su originalidad, la idea de usar posos (sedimentos) de los cafés usados para la elaboración de textiles en Taiwán. Ciertamente, en la Revista Taiwán Hoy en su edición XXXII, No. 3 de mayo – junio del 2013, aparece un interesante artículo referido a la elaboración de telas por parte de la empresa Singtex Industrial (SI) con base a hilados impregnados con partículas microscópicas del café. Los posos del café usados en este proceso provienen de más de 30 tiendas de conveniencia, las cuales se deshacen de los residuos.

Singtex Industrial enfrentó, al inicio de los noventas, el reto de su sobrevivencia frente a la competencia de productos de bajo costo elaborados masivamente en China continental. La habilidad de impregnar los posos de café, que absorben los olores, a las telas, fue una idea que se le ocurrió a su fundador hace ocho años; esta empresa ha invertido en los últimos tres años entre 2 y 3% de sus ingresos anuales en mejorar el rendimiento de su fibra. Con el paso del tiempo SI ha logrado eliminar el olor de café del producto final y ha mejorado el rendimiento del material al extraer más aceite natural de los posos del café. SI obtuvo en el 2008 el Certificado Bluesing, que es un estricto conjunto de estándares para fabricar telas ecológicas; el Certificado fue creado en Europa en el año 2000; en el presente alrededor de 120 empresas de Taiwán del sector textil han recibido el derecho de usar la marca Bluesing. La brillante idea de SI no se hubiera podido poner a la práctica, si no hubiera contado con recursos propios o de terceros. Idea innovadora que aisladamente, sin apoyo no hubiera cristalizado.

En este contexto, otras pequeñas empresas de Taiwán están logrando insertarse en el mercado ecológico desarrollando tintes naturales con extractos de plantas que sustituyen los tintes químicos que dañan al cuerpo humano y al medio ambiente. Una parte de la investigación realizada para el uso de los tintes naturales ha sido financiada a través de los subsidios concedidos por el Ministerio de Economía de Taiwán.

El seguimiento de la práctica ecológica se está convirtiendo en una tendencia en el sector textil de Taiwán; sin embargo, no toda la materia prima para este propósito proviene del mundo vegetal. También se fabrican textiles ecológicos reciclando botellas de tereftalato de pioletilenglico (pet, por sus siglas en inglés); la compañía DA. AI al final del 2011 había reciclado más de 250 millones de botellas de PET para producir telas. Las botellas era un recurso que se desperdiciaba o se desechaba de su primer uso; destaca que las telas fabricadas por DA. AI sólo utilizan teñidos sin químicos adicionales o agua; además del equilibrio ecológico que impulsa a esta compañía, su esfuerzo es compartido por 76,000 voluntarios que preparan las botellas desechadas para reciclarlas.

DA, AI anexa etiquetas a sus prendas de vestir para que los consumidores sepan donde y cuando fueron recicladas las botellas. Por otra parte, algunas compañías fabrican botellas con el único fin de “reciclar” las telas; así, pueden utilizar plástico nuevo, que presenta menos problemas durante la producción.

El interés de los consumidores de Taiwán por los textiles ecológicos está creciendo rápidamente a pesar de que son más caros que los que son fabricados con métodos convencionales; alrededor de 30.0% o más. Así mismo, diversos fabricantes los están produciendo con otros atributos, como el hecho de que sean a prueba de agua, ultra delgados y que tengan un elevado factor de protección ultravioleta; igualmente, promueven la moda en sus artículos; casi todos los fabricantes de este giro en Taiwán tienen a sus propios diseñadores de moda.

En aras de obtener la mayor ganancia posible, las empresas en el mundo están afectando negativamente el medio ambiente; en este sentido, la forma en que se está conformando el sector textil de Taiwán, evidencia que la empresa puede lograr rendimientos atractivos sin tener un impacto nocivo en el equilibrio ecológico; la responsabilidad social de las empresas es un principio fundamental inevitable que estas deben seguir.