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ESTHER SHABOT

Tras tres años de ausencia de negociaciones de paz entre el gobierno de Israel y la Autoridad Nacional Palestina, la noche del viernes pasado el secretario de Estado de EU, John Kerry, anunció en Ammán que la próxima semana se reunirán ambas partes en Washington con objeto de sentar las bases para retomar las negociaciones de paz. Tzipi Livni, quien ocupa el Ministerio de Justicia israelí, será la representante de su país en las pláticas, mientras que Saeb Erekat fungirá como principal negociador por parte de Palestina. Hasta antes de este anuncio, John Kerry era percibido entre analistas y opinión pública general como un funcionario ingenuo sin la experiencia, carisma o agallas para conjurar la parálisis en la que se encontraban las relaciones israelí-palestinas. El día de hoy el juicio es diametralmente opuesto, porque aunque sólo se trata de un primer paso, el logro de sentar al fin en la mesa de negociaciones a los dos rivales muestra un buen desempeño de Kerry a lo largo de sus repetidos viajes a la región, ya que a fin de cuentas hubo eficacia en las tácticas utilizadas en su trato con los liderazgos locales.

Por lo pronto, no hay todavía detalles precisos acerca de compromisos preliminares de las partes antes de la primera reunión. Sólo ha trascendido que el gobierno israelí accederá a la liberación de un grupo de prisioneros palestinos. Nada se ha dicho a estas alturas de los múltiples puntos de discordia entre ambos bandos, puntos que necesariamente constituirán la médula temática de las negociaciones y cuya complejidad es de tal calibre que deja poco lugar para el optimismo. Sin embargo, no cabe duda de que a pesar del escepticismo y las lógicas reservas, la negociación y el diálogo constituyen la única posible vía para conjurar los escenarios trágicos que se perfilan para ambos pueblos en caso de no llegarse a una solución negociada del conflicto.

Al logro de Kerry tras tres años de intentos fallidos por llegar a la mesa de negociaciones, contribuyeron varios factores y no sólo la habilidad, paciencia y colmillo del secretario de Estado de EU. Uno de ellos fue quizá la posibilidad del presidente Obama de desarrollar en su segundo y último mandato una política más firme y más acorde con sus convicciones que la que estuvo en posibilidad de ejercer anteriormente. Su compromiso con la solución de “dos Estados para dos pueblos” ha sido un eje central de toda su concepción acerca del futuro conveniente para la estabilidad general de esa conflictiva y peligrosa región, y en ese sentido en su segunda cadencia ha estado dispuesto a arriesgar más y a jugar cartas fuertes con objeto de acercarse a esa meta.

Por otra parte, la atenuación de los rasgos extremistas del actual gobierno israelí se debió en una pequeña medida a que hay una nueva configuración de la coalición gobernante tras las elecciones generales de enero pasado, pero sobre todo a que las presiones internacionales han ido en aumento, y no sólo las provenientes de Washington. El anuncio hace unos días de que la Unión Europea impondrá a partir de 2014 sanciones y un corte de fondos de ayuda y de colaboración hacia entidades israelíes establecidas en lo que se consideran territorios palestinos ocupados, dio la pauta sobre qué tanto Israel se arriesga a un aislamiento internacional en caso demantenerse apegado al statu quo actual. Esto, más la conciencia de la necesidad de contar con el apoyo incondicional de Washington en todo lo que concierne a la amenaza nuclear iraní, forma parte de lo que ha obligado al gobierno israelí a ceder en ciertos temas a fin de que el clima negociador pueda prosperar.

Las incógnitas, sin embargo, siguen siendo innumerables. Por ejemplo, ¿qué influencia tendrán en este proceso los incendios que se viven en Siria y en Egipto? ¿Qué tanto o qué tan poco se modificará la política iraní con la Presidencia del recién electo Rohani? ¿Qué capacidad tendrán las corrientes extremistas israelíes y los fanáticos islamistas palestinos de sabotear los avances que eventualmente se pudieran dar en las negociaciones? Con el anuncio de Kerry de antier se ha subido un primer peldaño; falta aún remontar una inmensa escalera.

Fuente:excelsior.com.mx