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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | La significativa desaceleración que registró la actividad económica de México en el primer semestre del 2013 y la expectativa de que está presente un avance moderado en el futuro próximo, no son buenas noticias para los mexicanos, por lo menos para la mitad de ellos, quienes a un siglo de distancia de una revolución que causó un millón de muertos, viven en condiciones de pobreza.

Ciertamente, de acuerdo al último informe de el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el ingreso de uno de cada dos habitantes del país es insuficiente para adquirir una canasta de bienes y servicios básicos; 60.6 millones de personas están por debajo de la línea de bienestar, ello a pesar de las cuantiosas transferencias de recursos, que a través de diversos programas sociales, canaliza el gobierno a los hogares de los grupos desprotegidos. Por lo demás, la desocupación abierta y subocupación se encuentran en niveles inaceptables, particularmente entre los jóvenes.

El limitado adelanto de la economía de México, en por lo menos en los últimos tres sexenios, está vinculado, en buena medida, a la existencia de situaciones estructurales que no se han superado, e incluso, algunas de ellas se han agravado, además por el impacto negativo del exterior, el más reciente, originado en la crisis financiera mundial del 2008-2009, cuyos efectos negativos no se han disipado hasta el presente y que han derivado en la conformación del complejo entorno económico, político y social que experimenta México.

En este contexto, los analistas dan un peso relevante al sub ejercicio del gasto público como factor de la aminoración del avance económico en el primer semestre del 2013; en este sentido, el gobierno actual, teniendo presente la existencia de este fenómeno al inicio de una nueva administración, debió haber tomado medidas para evitar el sub ejercicio, o por lo menos, para atenuarlo; ¿acaso hubo demoras en el pago de sueldos, salarios y prestaciones a la burocracia?, sobre todo a la que representa la mayor carga para el Erario: funcionarios de alto nivel, legisladores, magistrados, entre otros. Por lo demás, en diferentes Estados y municipios ya había un atraso considerable, hasta de 2 años, en el pago de adeudos a sus proveedores y contratistas.

Otro factor importante que influyó en la moderación del adelanto productivo se refiere a la caída de la actividad de las principales constructoras ante el anuncio de nuevas disposiciones oficiales para la construcción de viviendas y que provocó el desplome del valor de sus acciones en el mercado bursátil. El sector de la construcción tiene un impacto multiplicador relevante en la producción y en el empleo de otras ramas.

Por su parte, el gobierno ha expresado que se observa mejoría en la seguridad en la República, empero, los crecientes hechos de violencia que se evidencian en diferentes entidades del país, muestran lo contrario; en este sentido, existe la percepción de que las acciones delictivas han disminuido en estados tradicionalmente conflictivos como el de Chihuahua y Nuevo León.

En este ámbito, la criminalidad se ha desbordado en Michoacán, en donde por la incidencia y envergadura de los ataques de las bandas delictivas a las fuerzas armadas, la policía, a diferentes instituciones y a los particulares, se le evalúa en la categoría de un Estado Fallido, sin gobernabilidad. Igualmente en Tabasco, las ejecuciones, secuestros, extorsiones y otros hechos delictivos se han incrementado; en el área metropolitana de la Ciudad de México se ha desatado una guerra entre los carteles del crimen organizado por el dominio de territorios para la distribución de drogas.

En el marco de la violencia que se registra en el país, la inversión productiva, de nacionales y extranjeros, tiende a frenarse, al igual que la afluencia de visitantes a sitios de recreación y descanso y a zonas culturales.

En este difícil entorno que enfrenta México, también existe preocupación y desencanto en la ciudadanía porque los legisladores no están respondiendo a las expectativas que se crearon para lograr consensos de los partidos políticos en el Congreso a través del “Pacto por México”, el cual se ha convertido en un instrumento para obtener beneficios partidarios que sobrepasan a los intereses de la nación. El “Mexican Moment” parece diluirse.