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RODICA RADIAN GORDON

Acabo de regresar de mis vacaciones en Israel, donde en las últimas semanas la vacunación en contra de la poliomielitis está en el centro de la atención pública. Esta enfermedad contagiosa, cuyo último brote en Israel se dio a principios de los 1950, afectó a miles de niños dejándolos paralizados. Desde entonces, dicho padecimiento ha desaparecido gracias a la vacunación intensiva de la población con las vacunas desarrolladas por Jonas Salk (en 1954) y luego porAlbert Sabin (en 1964).

Hace algunos meses, se diagnosticó en el sur de Israel a un portador del virus. El pasado julio, los análisis regulares del agua residual revelaron la presencia del virus también en otras regiones del país. Aunque ningún caso concreto de la enfermedad ha sido descubierto, el Ministerio de Salud decidió vacunar a todos los niños menores de ocho años. Esta decisión se deriva del hecho de que hasta 2005 todos los niños fueron vacunados con ambas vacunas —la de Salk(que se basa en el virus muerto) y la de Sabin (que se basa en el virus debilitado); desde entonces, los niños han recibido sólo la vacuna de Salk, ya que la enfermedad casi ha sido erradicada.

Estos días se ha puesto en marcha la campaña de vacunación adicional con la vacuna de Sabin para alrededor de un millón de niños en todas las regiones del país. Pero la campaña a favor de la vacunación tiene también una oposición por parte de los padres de familia, quienes están preocupados por los posibles efectos secundarios de la vacuna. El debate público en torno a este tema se ha reflejado en diversos medios de comunicación, donde se discute si es posible que existan efectos secundarios en todos aquellos que han recibido ya la vacuna Salk. Hay que subrayar que la mayoría de la población ha decidido vacunar a sus hijos y que la percepción general es favorable a la vacuna.

Destaquemos que el brote de la poliomielitis ha sido registrado en el último año en países africanos y asiáticos, quienes tratan de combatirla con medidas de vacunación amplia.

Desde una mirada comparativa, el caso israelí es interesante por ciertas razones que ponen de manifiesto las modalidades y alcances de las políticas de públicas, específicamente las de salud.

La decisión de vacunar a la población fue tomada a pesar de que no ha habido ningún brote concreto de la enfermedad; solamente basándose en las muestras regulares de las aguas residuales. Además, cabe mencionar que el monitoreo regular y de alta calidad se realiza en muy pocos países del mundo, ya que la mayoría de los países monitorean sus aguas de manera irregular.

La campaña de vacunación se difunde ampliamente, aunque 98% de la población ya está vacunada.

Todas las medidas tomadas por el gobierno han sido transparentes e Israel ha mantenido un diálogo permanente con la Organización Mundial de la Salud sobre este tema.

La erradicación de la poliomielitis sigue siendo una meta mundial muy importante por alcanzar, pero a luz del nuevo brote de la enfermedad en varios países parece que este objetivo tendrá que posponerse por algunos años más. Israel, por su parte, está haciendo grandes esfuerzos para contribuir en esta lucha.

Fuente: El Excelsior