21026

ADOLFO GARCÍA DE LA SIENRA

La presencia de los judíos en México es antigua, pues se remonta al primer siglo del Virreinato de la Nueva España, con la llegada de multitud de judíos “conversos” a sus territorios. Es bien conocida la historia del judío sefardita Luis de Carbajal y de la Cueva, uno de los fundadores del Nuevo Reino de León y de su ciudad capital, Monterrey (para una historia detallada, véase Toro 1944).

Muchos otros judíos de origen sefaradí se asentaron en Nuevo León, fundando muchas de las tradiciones actuales de esa región, como el cabrito (originalmente de pascua), el pan ázimo (las tortillas de harina), los huertos de granadas y naranjos, la palabra “huerco” (diablillo en ladino).

Pero sobre todo, la industria y el manejo racional de recursos en una zona árida, de clima extremoso y magra naturaleza. Muchos de los apellidos del noreste de México como Garza, Treviño, Villarreal, Caballero son de origen sefardita, y alrededor del 15% de los habitantes de esa región trae genes de ese origen (mi abuela era de Tamaulipas, apellidada “de la Garza Caballero”, probablemente de ascendencia conversa o cripto-judía, pero yo nací en Monterrey).

De manera que la judería es parte de México tanto como lo son los purépechas, los zapotecas o los demás españoles transterrados. Sin embargo, la persecución religiosa llevada a cabo por la Inquisición hizo imposible que prosperara una comunidad judía en condiciones de mantener su identidad y cultura. Los judíos del norte tuvieron que “convertirse” y asimilarse al resto de la población. No es sino hasta fines del siglo XIX que empezaron las migraciones judías desde Europa, Medio Oriente y África, de judíos que fueron considerados en dos grandes categorías: askenazitas y sefaradíes.

A pesar de la apertura de los regímenes postrevolucionarios a la inmigración judía, desgraciadamente fueron muy pocos los judíos que pudieron venir a México y escapar de la hecatombe que se avecinaba en Europa. Particularmente doloroso es que el gobierno mexicano no haya determinado invitar a los judíos que buscaban asilo en el barco M.S. St. Louis, o propiciado la inmigración masiva a México, al ver la situación que los amenazaba en Alemania.

No obstante que es una comunidad muy pequeña, es enorme la contribución que ha hecho a México. En la empresa, el periodismo, las finanzas, la ciencia y todos los ámbitos, encontramos judíos destacados sirviendo a este, su país.

Ciertamente, de gran beneficio es su presencia entre nosotros, por lo que debemos fomentar una política de puertas abiertas hacia ellos, fomentando su inmigración a México, al tiempo que estrechamos lazos con Israel.

Muchas gracias a la comunidad judía por sus aportaciones a México. Le deseamos que siga siendo una comunidad vibrante, y le deseamos un feliz año nuevo 5775.

Referencia:
Toro, A., 1944, La familia Carvajal: Estudio histórico sobre los judíos y la Inquisición de la Nueva España en el siglo XVI (2 vols.), Mexico: Patria, 1944.