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IRVING GATELL PARA ENLACE JUDÍO

Al perpetrar una revolución, hay que satisfacer dos requisitos: que haya alguien o algo contra qué rebelarse, y que alguien salga a la calle de facto y lleve a cabo la rebelión. La indumentaria acostumbra a ser informal y ambas partes pueden ponerse de acuerdo en lo que se refiere a hora y lugar, pero si una de las facciones no se presenta, es probable que la empresa entera fracase. En la Revolución China de 1650 ninguno de los bandos compareció y perdieron el depósito.

Las personas o partidos contra los que se efectúa la rebelión se denominan los “opresores” y se les puede reconocer fácilmente por cuanto parecen ser los únicos que se la pasan bien. Los “opresores”, por lo general, llevan traje, poseen terrenos, y tienen la radio puesta hasta altas horas de la noche sin que nadie se lo reclame a gritos. Su ocupación consiste en mantener el status quo, una circunstancia en la que todo permanece igual, auqnue puede darse el caso de que quieran pintar cada dos años.

Cuando los “opresores” se vuelven demasiado estrictos, tenemos lo que se llama un estado policíaco, que prohíbe toda señal de disentimiento, tal como reír entre dientes, presentarse con corbata de moñito, o llamarle “chato” al alcalde. Las libertades civiles se ven sensiblemente restringidas con un estado policíaco, y la libertad de expresión es desconocida, aunque en último extremo puede estar permitido hacer muecas. Las opiniones críticas sobre el gobierno tampoco son toleradas, especialmente las referidas a cómo bailan sus miembros. La libertad de prensa se ve también coartada y el partido en el poder “dirige” las noticias, permitiendo a los ciudadanos escuchar únicamente ideas políticas aceptables y pronósticos de beisbol que no provoquen desasosiego.

Los grupos que se rebelan se conocen como los “oprimidos” y se les suele ver en grupos dando vueltas y refunfuñando o pretendiendo que tienen dolor de cabeza (hay que señalar que los opresores jamás intentan rebelarse ni convertirse en orpimidos, por cuanto les traería consigo un cambio de ropa interior).

Debe señalarse que, cuando concluye una revolución, los oprimidos con frecuencia asumen el poder y comienzan a actuar igual que los opresores. Por supuesto, a partir de entonces es muy difícil conseguir que contesten el teléfono, y el dinero prestado para cigarrillos y chicle durante la lucha puede darse también por perdido.

El aspecto clave de una manifestación es que tiene que ser visible. De ahí el término “manifestación”. Si una persona se manifiesta con carácter privado en su domicilio, no constituye técnicamente una manifestación, sino meramente “una acción estúpida” o “comportarse como un asno”.

Un ejemplo típico de manifestación fue la Fiesta del Té de Boston, en la que americanos ultrajados, disfrazados de indios, tiraron al puerto té inglés. Más tarde inidios disfrazados de americanos ultrajados tiraron ingleses auténticos al puerto. A continuación, ingleses disfrazados de té se tiraron al puerto entre sí. Finalmente, mercenarios alemanes ataviados únicamente con vestuario de Las Troyanas saltaron al puerto sin razón aparente.

Al manifestarse, resulta útil llevar una pancarta que exponga la propia postura.

Nunca debes matar a un hombre, sobre todo si eso significa quitarle la vida.

Estos fragmentos de nuestra Guía breve, pero útil, de la desobediencia cívica, son de Woody Allen; selección de Irving Gatell, traducción de José Luis Guarner, publicada por Tusquets en acuerdo con Random House, Barcelona 2001.