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MAURICIO MESCHOULAM

Enlace Judío México | Hay una especie de júbilo por el acuerdo en el Consejo de Seguridad de la ONU al respecto de las armas químicas en Siria. Algunos medios y analistas han indicado que se trata de algo histórico, y que se ha roto la “inercia” que tenía detenida a la ONU en este tema. Por supuesto que hay mucho de positivo en este episodio. Pero también hay que comprender qué es lo que hizo que la ONU de pronto y apenas después de dos años y medio “caminara”. Y sobre todo, hay que pensar en qué es lo que falta para siquiera vislumbrar el fin de esta cruenta guerra civil.

El conflicto sirio se alimenta de al menos tres niveles distintos y entretejidos: el nivel local, el regional y el global. Intentar resolver uno solo de los tres niveles sin al mismo tiempo trabajar de manera eficaz en los
otros, resultará en soluciones parciales que tenderán a arrastrarlo todo hacia nuevas explosiones.

En esta guerra primero hay una serie de actores locales enfrentados: los rebeldes contra Assad. Sin embargo, la rebelión no se encuentra unificada. Está el Ejército Libre Sirio que engloba a la mayor parte de las milicias que luchan contra el régimen. También hay milicias islamistas locales y hay grupos jihadistas ligados a Al Qaeda. Adicionalmente, el conflicto que inicia originalmente como una lucha política, se ha ido transformando en un conflicto sectario cada vez más pronunciado, principalmente de sunitas contra alawitas.

Luego, está el choque de los actores regionales. Irán, buscando mantener su esfera de influencia, financia y arma a Assad, además de proporcionarle respaldo humano y ofrecer el crucial apoyo de la milicia libanesa chííta de Hezbollah. Del otro lado, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, buscando contener y quebrar la influencia iraní, arman y financian a la rebelión.

Por último, a nivel global, Estados Unidos y sus aliados han respaldado diplomática y financieramente a la rebelión siria desde el inicio. La CIA ha proporcionado ayuda logística clave a las milicias rebeldes. Esta preocupación repentina que aparece en muchos actores estadounidenses por la penetración de Al Qaeda entre los grupos rebeldes es algo relativamente reciente y no impidió que Washington hubiese decidido hace dos meses hacer envíos de armamento letal en apoyo a la insurgencia. El discurso de la Casa Blanca insistió siempre en que los días de Assad estaban contados. Por contraparte, para Rusia, Siria ha sido zona de influencia geopolítica desde hace décadas. Putin percibió que el apoyo occidental a la rebelión era una compleja operación para romper los equilibrios de la posguerra fría y por eso el Kremlin mantuvo su financiamiento, y equipamiento al presidente sirio, además de oponerse a cualquier alternativa que supusiera la salida de Assad del poder.

En ese sentido, el acuerdo para controlar el armamento químico en Siria es importante, pues logra por vez primera que los actores globales encuentren un terreno común. Pero hay que comprender que si la ONU rompe su “inercia” de ineficacia es debido a que a diferencia de las ocasiones anteriores, la resolución actual no exige la dimisión de Assad; de hecho no lo menciona como responsable de los ataques químicos. Las cosas solo cambian cuando Estados Unidos parece aceptar que la menos peor de las alternativas es que Assad se mantenga en su silla. De este modo, ni China ni Rusia se oponen a lo que parece ser un camino en el que todas las partes obtienen algo. Obama puede decir que sus amenazas triunfaron ya que Assad será desposeído de su armamento químico. Rusia por su parte mantiene no solo su posición estratégica en Siria, sino el compromiso de que si pone en orden a su protegido, no habrá intervención militar por parte de Washington y sus aliados. Y Assad por lo pronto conserva su posición de superioridad dentro de la guerra civil. Pierde, efectivamente, su armamento químico, pero eso a estas alturas representa una pérdida menor. Sin embargo, si la situación permanece donde está, el progreso hacia la paz que este acuerdo consigue habrá sido insuficiente.

Hay que entender que si el conflicto ha llegado al punto donde se encuentra es debido a que los actores internos en pugna han sido financiados y armados por los actores externos. Por lo tanto, encontrar acuerdos de raíz entre los estados que se han involucrado directa o indirectamente en esta guerra civil resulta indispensable. Solo ellos podrán ejercer la presión requerida para que sus protegidos se sienten a negociar. Y aun así, sobre todo debido a la fragmentación de la oposición siria, y la presencia de grupos radicales islámicos, habrá que ver si ultimadamente esto se logra.

En el fondo, habrá que ofrecer algo a cada parte. Rusia exigirá que su influencia geopolítica en Siria no sea tocada. A cambio de eso, como ya lo vemos, procurará obtener concesiones por parte de Assad. Si se consigue algún calendario hacia una transición democrática, al menos paulatina, posiblemente se podrá avanzar para tener algo que ofrecer a la oposición. A la vez, todos esos países que han patrocinado a los diversos grupos rebeldes tendrán que ver la manera de empujarlos hacia una negociación en la que tendrán que entender que no todo lo que buscan será obtenido. Al final, solo un escenario en el que se garantice el bienestar y la seguridad de las minorías religiosas y étnicas en Siria podría conseguir la oportunidad para un proceso de reconciliación al estilo de Rwanda o Sudáfrica.

Son demasiados eslabones en la cadena. Son demasiados niveles y dimensiones que alimentan un mismo conflicto.

El problema es que si no son atendidos todos de manera adecuada, lo que tendremos será una maravillosa resolución con respecto a las armas químicas, y por el otro lado, un sangriento conflicto eterna e inescapablemente prolongado.

@maurimm
Internacionalista

Fuente:eluniversalmas.com.mx