enrique-pena-nieto-vicente-fox

SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | Un “tuit” de una persona nada afecta al gobierno y mucho menos al PRI, reclamaba que se hiciera escarnio del hecho que Peña Nieto no pudiera decir epidemiólogo en un discurso, y ella aclaraba “yo soy disléxica”. Su comentario estaba en perfecto lugar, ¿por qué burlarnos de una persona que tiene una cierta deficiencia fisiológica o mental?

Hasta la fecha a Fox lo recordamos por la famosa equivocación de cambiar el nombre de Borges, más le hemos reclamado que cuando intentó corregir dijo que fue un “lapsus lingus”. Poco se puede pedir de un hombre con una cultura deficiente y conocimientos mediocres. ¿El hecho que su educación se diera en escuelas religiosas dirá algo de esas escuelas o de él?; logró titularse muchos años después de egresar y en su momento se consideró que fue un gesto de una universidad privada manejada por religiosos. Por cierto, ¿de qué hablarán los altos ejecutivos de la coca cola en sus reuniones?, ¿comentarán libros?

Menos hemos traído a colación aquel arranque de Marta Sahagún de Fox cuando habló de la gran feminista Rabina Gran Tagorah, quien es la dueña de una farmacia para saber que Rabindranath Tagore fue premio Nobel.

De Enrique Peña Nieto se ha hecho escarnio desde que no supo decir los tres libros que lo han impactado y sus respuestas lo hacían ver peor conforme avanzaban. Leyó solo partes de la biblia, no obstante haberse educado en una universidad del Opus Dei. ¿Será que en las escuelas confesionales no enseñan la biblia? Confundió autores en un libro que tal vez no leyó, ha dado muestras fehacientes de desconocer la geografía nacional no obstante haber recorrido el país en la campaña electoral. Fox y Peña son producto de la educación privada, lo que debemos tomar en cuenta cuando hablamos de reforma educativa. Aunque bien visto, ese es el nuevo mito: usted puede ser profundamente ignorante, tener conocimientos que corresponden al nivel de escolaridad del país y sin embargo ser un alto ejecutivo de una transnacional y presidente de un país. Apología a la no educación.

La última de Peña fue su imposibilidad de pronunciar epidemiológico, una palabra que debe ser difícil para alguien con conocimientos pobres, tal vez a la clase de anatomía entró con los ojos y oídos cerrados. A Elba Esther Gordillo le sucedió algo similar cuando al leer un discurso sobre la influenza dijo AHLNL, el 1 fue leerse como L; quién es ella para tener que saber el nombre adecuado de una cepa de la influenza cuando todo el país habla de ella y el evento esta destinado a cubrir el tema.

¿Estaremos frente al resultado de la política de no reprobación que se ha apoderado del sistema educativo mexicano?

Los acólitos de los políticos de inmediato culpan a los asesores de los gazapos de sus jefes, ¿por qué no le escribieron bien la tarjeta a Elba Esther para que el 1 se leyera como tal?, ¿por qué a Peña no le escribieron una especialidad más sencilla como cardiólogo, dentista o de perdida enfermero? Tal vez, que en ese evento le dio un reconocimiento al mérito médico a José Narro, que estudio epidemiología, aunque no ha prevenido ninguna enfermedad, ya no digamos que haya curado a alguien, es un burócrata que llegó a rector de la UNAM porque el sistema educativo se ha derrumbado hasta requerir a alguien tan obscuro científicamente pero efectivo políticamente para este sistema. No es de extrañar que bajo su mandato se haya caído la UNAM de los rankings mundiales.

¿Por qué nos reímos de las deficiencias de los políticos? La respuesta no es sencilla:

1) La política nos agravia, se ha distorsionado hasta promover los intereses de los políticos desplazando a los de la sociedad.

2) Los políticos se interesan más por sus intereses que por la defensa de la sociedad, se corrompen y crean sistemas de impunidad para auto protegerse, para lo cuál actúan como pandilleros.

3) Los políticos deberían ser los mejores entre los mejores, deben ser modelos a seguir y descubrimos que delinquen, que tienen una educación deficiente y que muchos se colocan en los peldaños más bajos de las escalas sociales y valorativas.

Este cuadro nos lleva a repudiar a los políticos y a la política y cuando tenemos la menor oportunidad con toda energía nos desquitarnos.

La relación entre la sociedad y los políticos se ha vuelto de encono, de revancha, del brote del odio a la menor provocación; y por supuesto, a un rechazo a la política que se manifiesta en abstención al voto y agresión cuando se presenta la oportunidad y ésta es frecuente con políticos cada vez más pobres ética y culturalmente, aunque ricos en valores muchas veces mal habidos.