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ILONA DUKÁSZ PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | A orillas del silencio el duelo del hombre es un texto que da voz al dolor que acerca la escritura. Entre estas se escucha la de Robert Antelme miembro de la resistencia francesa encabezada por François Mitterrand, quien es detenido en el 44, y deportado a un campo de concentración. Al cabo de un año regresa con un delirio tóxico causado por la tifoidea, y pesando 35 kilos.

Relata que al regresar fueron cautivos de un verdadero delirio… al fin ser escuchados. Pero desde las primeras palabras se toparon con la imposible distancia que se abría entre el lenguaje del que disponían, y lo que sus cuerpos experimentaban. Apenas comenzábamos a hablar, nos sofocábamos. “… lo que teníamos para decir empezaba a parecernos inimaginable”. La verdad puede ser más agobiante de escuchar que el relato. La mayoría de las conciencias se satisfacen rápidamente cuando logran hacerse una opinión definitiva de lo incognoscible. E “inimaginable” es una palabra cómoda que resguarda del vacío.

“La barraca es como una garganta de gritos… nadie duerme… el sueño ya no muerde… una ola que no puede romperse ni aplacarse en el sueño. Siempre un grito viene después de otro; una queja, detrás de otra queja”. Un viento helado va desplegando sus alas dejando tras sí “una suerte de conocimiento infinito, intransferible, desde ese momento y para siempre.” Pero mientras estemos vivos hay un lugar … nos miren o nos ignoren…. Tenemos y tienen un papel en la historia…. hay entre ellos y nosotros una relación que nada puede destruir. Saben lo que hacen… lo saben como si fueran nosotros. Lo son.

Agamben señala que el hombre puede sobrevivir al hombre, no porque haya en alguna parte una esencia humana que tenga que ser destruida o salvada, sino porque el lugar del hombre está en la escisión entre lo que siente, y cómo da cuenta de lo que lo atraviesa. Fractura que confronta la pregunta sin respuesta de qué es lo humano.

Marguerite Duras –su primera esposa- relata que una vez que él terminó de escribir lo que él creía haber vivido en “La Especie Humana”, nunca más habló de los campos “Jamais plus. Jamais plus non plus le titre du livre”.

Duras en “La douleur” cuenta que en su memoria los ruidos se alejan… lo mira. Enorme. Delante suyo. No lo reconoce. Él la mira. Sonríe. Una fatiga sobrenatural se posa en su sonrisa, y en ese momento lo reconoce de muy lejos, como si lo viera surgir desde el fondo de un túnel. Él se excusa de tener un aspecto miserable. Luego su sonrisa se evapora. Y deviene –otra vez- un desconocido. Un desconocido que nace de un sombrío olor, espeso como el reflejo de la noche de la cual surgió, y que no conoceremos jamás. Ella le dice que tienen que divorciarse, él pregunta si algún día podrían volver a reencontrarse, ella dice no. Él no pregunta razones, ella no las da.