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Durante los años de su errabundeo por el desierto, los hijos de Israel llevaban consigo un santuario que se podía desarmar y volver a armar, llamado en hebreo Mishkan u Ohel Moéd. La Biblia escribe todos sus detalles y construcción: las tablas recubiertas de oro, las cortinas, los velos, las pieles, la mesa forrada de oro para los panes de la proposición, la Menorá, el altar y los utensilios. En el santuario anterior se alzaba el Arca de la Alianza, que más tarde la veía una vez al año, en Yom Kipur, el Sumo Sacerdote. Se necesitaron seis meses para construir el Tabernáculo que acompañó a los israelitas por todas partes. Posteriormente, se levantó el Templo de Salomón que fue su sucesor.