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Enlace Judío México | Si Steven Spielberg quisiera filmar hoy La lista de Schindler en su escenerio original, tendría graves problemas: allí donde hace 20 años, en el rodaje de la que quizá sea su película más personal, las grises y tristes casas del barrio Kazimierz de Cracovia encajaban perfectamente con el blanco y negro del metraje, hoy ha surgido un distrito de moda.

Los antiguos edificios lucen ahora fachadas arregladas y pintadas y los turistas recorren sus calles o se mueven en pequeños trenes eléctricos hacia la que antaño fue la fábrica de Schindler, en el vecino barrio de Podgorze. Y en esa nueva y colorida cara de Kazimierz, el antiguo barrio judío de Cracovia, Spielberg ha tenido mucho que ver.

Cuando el 30 de noviembre de hace ahora dos décadas el cineasta estrenó La lista de Schindler en Washington, dando a conocer la hasta entonces desconocida historia del alemán Oskar Schindler -que pasó de ser un oportunista a salvar a 1.200 judíos- comenzaron a llegar a Cracovia los primeros turistas cinéfilos. Querían ver dónde estaba la antigua fábrica, el gueto o el campo de trabajo de Plaszow.

“El éxito de la película marcó el comienzo del renacimiento del barrio”, afirma Magdalena Sroka, de la secretaría de cultura de la ciudad. Del antiguo gueto queda muy poco, pero Kazimierz, con sus sinagogas y su mikve -espacio para baños de purificación que hoy alberga un restaurante-, sus serpenteantes callejones y el cementerio Remuh con sus tumbas de famosos rabinos, primero inspiraron a Spielberg y después a turistas de todo el mundo.

Las casas de Kazimierz sobrevivieron a la guerra, al contrario que la mayoría de sus habitantes, que primero fueron trasladados al gueto y luego a Auschwitz o a otros campos de concentración alemanes. Tras la contienda, algunos supervivientes regresaron, pero el barrio cayó en la decadencia.

En las casas en las que antaño reverberaban las velas del sabbat, las autoridades alojaron a las familias más pobres. Hubo que esperar hasta los años 90 para que artistas e intelectuales descubrieran el decadente encanto de Kazimierz. Y así llegaron los primeros intentos de recuperar la herencia judía de la ciudad.

El restaurante Ariel, en la plaza más grande del barrio, ya servía platos tradicionales judíos como el gefilte Fisz cuando llegó Spielberg. Allí filmó la famosa escena de la fiesta que Schindler preparó a sus amigos nazis a fin de conseguir concesiones para sus trabajadores judíos. Fotogramas e instantáneas del rodaje forman parte de la decoración del local.

Hoy en día, las calles de Kazimierz están llenas de restaurantes, clubes y bares de moda. No hay agencia de viajes u hotel que no ofrezca tours sobre Kazimierz y La lista de Schindler. La antigua fábrica, que durante décadas estuvo vacía, alberga desde hace tres años un museo con una exposición multimedia sobre la ocupación alemana de Cracovia. Y el viejo despacho de Schindler aún conserva el escritorio del industrial, con una máquina de escribir como en la que escribió la famosa lista que salvó 1.200 vidas.

Tras la impresión que le causó su experiencia en Cracovia, Spielberg no sólo puso en marcha la Fundación Shoah, con el fin de documentar lo ocurrido para las próximas generaciones, sino que también participó en la financiación de un pequeño museo en la antigua farmacia del gueto y en la conservación de los últimos restos de éste.

Este compromiso hizo que Cracovia lo nombrara en 2005 “patrón de la cultura”. Desde hace un par de semanas, el círculo se ha cerrado, y no sólo en Cracovia, sino también en Varsovia. Allí, en el Museo de la Historia de los Judíos Polacos, hay desde ahora acceso al material de la fundación Shoah.

Fuente:lavanguardia.com