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ROSA MENESES

Enlace Judío México | Su propio nombre, Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), pone sobre aviso de sus intenciones. El objetivo de este grupo es claro: establecer un emirato donde impere la ley islámica (‘sharia’) en un territorio que abarca Irak, Siria y el Líbano. En su nombre original en árabe aparece la palabra Sham, que designa a la Gran Siria (viejo proyecto que incluye el Líbano), aunque en inglés se ha traducido como Levante y en español se ha optado por simplificarlo a Siria.

ISIS es la reverberación de Al Qaeda en Irak (AQI), la estructura formada hace una década y que puso en jaque a las fuerzas estadounidenses que invadieron Irak en 2003. Los combates entre el ejército de EEUU y AQI alcanzaron sus peores niveles entre 2006 y 2007, hasta su derrota en 2008.

El año pasado, ISIS cruzó la frontera y se estableció también en Siria, buscando una plataforma que, al abrigo de la guerra contra el régimen de Bashar Asad, le sirviera para expandir su influencia al territorio de Sham y escalar su actividad en Irak. Y, por ahora, los hechos demuestran que ha conseguido implantar esta estrategia con éxito. El Ministerio de Exteriores iraquí estima en 12.000 el número de milicianos integrados en ISIS en Irak y Siria. Su grado de coordinación varía, pero está claro que utilizan uno y otro lado de la frontera para movilizar hombres y armamento en ambas direcciones.

Desde que ISIS irrumpió en el conflicto sirio, su impacto ha sido significativo en el norte, la zona liberadas bajo control rebelde. ISIS ha asumido el mando de importantes poblaciones en las provincias de Alepo, Idlib y Raqqa. También cuenta con notable presencia en el este y en las zonas fronterizas con las provincias iraquíes de Nínive y Anbar, en las que controla grandes bolsas de territorio. Según el centro de análisis estratégico IHS Jane’s, ISIS contaba en septiembre con unos 5.000 hombres en Siria, donde es uno de los principales receptores de yihadistas extranjeros, junto con Jabhat al Nusra, también vinculado a Al Qaeda.

Pero los métodos de terror que usa ISIS para imponer su ley en las poblaciones sirias que ha ocupado han generado el rechazo de los opositores sirios, que piensan que este grupo yihadista ha “secuestrado” su revolución. En un intento por silenciar toda disidencia, ISIS practica detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones sumarias.

Es también el grupo responsable del secuestro de decenas de activistas, cooperantes y periodistas tanto sirios como extranjeros, entre los que se encuentran el corresponsal de EL MUNDO Javier Espinosa, el fotoperiodista independiente Ricardo García Vilanova y el enviado de El Periódico de Catalunya Marc Marginedas.

Desde hace meses, se enfrenta a las milicias del Ejército Libre de Siria y otras brigadas islamistas con las que antaño se alió en la lucha contra Asad, por el control del norte ‘liberado’. Y esos combates se han intensificado desde el viernes, cuando los hombres de ISIS dispararon contra una multitud de civiles que se manifestaba contra ellos en una localidad de Alepo.

En Irak, la escalada de los últimos días en Anbar tiene su origen directo en la decisión del primer ministro, Nuri al Maliki, de desmantelar por la fuerza un campamento de protesta que llevaba un año establecido en Ramadi para denunciar la marginalización sistemática de la población suní por parte del Gobierno de Bagdad.

Este sentimiento está detrás de la creciente violencia sectaria suní-chií que vive Irak desde hace meses, reactivada al calor de la contienda en la vecina Siria, y aprovechada por ISIS para ganar influencia y territorio, como se ha visto con la toma de Faluya. Pero la confrontación llevaba años soterrada y el resurgimiento de Al Qaeda era previsible desde el repliegue estadounidense en 2011. Nadie apuesta por que el ejército iraquí, que el lunes se retiró de Anbar, recupere el control.

El grupo ha saltado ya al Líbano, donde hace meses que los expertos advierten de que ISIS está cruzando la porosa frontera con Siria. La reivindicación del atentado del jueves en Beirut es una señal de alarma de cuál será su nuevo campo de batalla. La ironía de la Historia es que ISIS está reescribiendo en clave islamista el viejo sueño fracasado del partido socialista laico Baaz -que hoy se aferra al poder en Siria y que fue desmantelado en Irak tras la caída de Sadam Husein-, de unir ambos países en los años 60.

Fuente:elmundo.es