BECKY RUBINSTEIN F.

Enlace Judío México | Faena fascinante, es presentar parte de la inmensa familia de poetas mujeres de Israel. Muchas son, y cada vez más en un país donde se lee, se consume y se respira poesía. Generaciones van, generaciones vienen: su temática comprende una amplia gama de variante ad-infinitum. Hablaremos de Rajel, su nombre bíblico se arraiga en la nueva tierra de reminiscencias antiguas. Rajel madre de todas las madres y milenios después, tan sólo una poeta. Paridoras de esencias, mezclan su sangre, sus pasos y dan a luz , fieles a su destino: “Porque su sangre corre por la mía y su voz canta en mí”, nos dice segura de que sus “recuerdos perviven en mis pies”.

Rajel, la de nuestro siglo, oriunda de Kiev, llega a Palestina en l909. Son tiempos duros, días de pioneros en tierra indómita, tiempos de sequía, tiempos de paludismo y pantanos por desecar, de ataques árabes, de reconstrucción. Nace el Kibutz, sueño que comparte la tierra, el bienestar. Rajel tiene el suyo al pie del Kineret, río que se soñó violín, afluente melodioso, al que le canta y dice:”¡Ay, Kineret mío! / ¡Ay, Kineret mío!/ ¿Eres realidad o tan sólo una quimera? / Rajel, igual que su antecesora ancestral, se transforma en mito. Pasa a la historia como la cantora de los nuevos aires, mujer no sólo de palabras, aunque ellas la eternicen. Lea Goldberg es otra veterana en lengua hebrea. Escritora de literatura infantil, catedrática, crítica literaria, traductora del As you like it de Shakespeare, y de los sonetos de Petrarca al idioma de reyes y profetas. Compiladora de Poemas Selectos, una antología de autores ingleses (l976), fue esencialmente poeta. Sus versos, como las de Rajel, acompañados de música no mueren, ni morirán en labios de sus coterráneos. Sus poemas de amor son los obligados entre la juventud israelí; sus poemas, a veces simples, a veces más elaborados, conforman el abecedario poético de miles de seguidores. Aunque arraigada a su nuevo entorno, rememora en sus escritos el paisaje de sus primeros años, los de su juventud más allá del mar, en parajes de Lituania y Rusia. Y, entre tanto, llora por Jerusalem, ciudad destruida, como ella misma: “Yazgo cual piedra de la montaña/indiferente, silenciosa… /¡Qué terrible el placer por la vida/entre los moribundos!/ ¡Qué terrible la nostalgia! ¡Qué vana/ Vivir,vivir/ un año más una generación más otra eternidad”

Zelda, es una tercera poeta que pide audiencia. De origen ruso, ya para l925 se encuentra en Tierra Santa con su familia. Maestra de niñas, de un Bet-Yacob, rezuma fina espiritualidad que la acerca al Creador de las esencias. Su primer libro se intitula Ocio. Posteriormente aparece El Carmel Invisible (l97l) y No te distancies (l975). Leamos De los cantos del infierno:”Yo era una mariposa/ despreocupada/inconstante/ mío era el reino. / Mis años de infancia se deslizaron en busca de la dulzura/ hasta pulsar las raíces del mar/ ¡Ay, ay, ay!/ Mi padre y mi madre/ lloraban a la orilla del mar/ ¿Por qué tanto llanto?/ ¿Por qué tanto planto?/ ¿No es la profundidad del mar un carruaje hacia Dios?/

Y hablemos de Rivka Miriam, y que sus palabras la avalen. Sus preferidas, las de raigambre bíblica. En sus versos aparece su homónima, Miriam, la del pozo en el desierto “hecho de bocas de pescadola gente bebe de él, transformado en agua arrollado tras ella en el desierto y el desierto tras ‚l como una alfombra”. Contemplemos en sus versos la escena sabática, tan antigua como la palabra divina anterior a las Escrituras:”Apurada la luz de los candelabros del Shabata mis ojos, mis palmas son tiendas donde mis padres se alojaron en el desierto…

Y un tercer poema, donde recupera a la sempiterna Rajel: “José‚ y Benjamín, tan sólo simples terrone sy ella ya se lamentaba por sus hijos de frente a las montañas Rajel lloraba por sus hijos antes de que éstos aprenderán a llorar, antes de que emergieran del polvo para retornar al mismo”.

Y ahora, le toca el turno a Noemí Mi-Amí (Dotán). Su libro Jazmín en el Aire nos remonta al oriente, a su aire volátil, más viento que perfume. Nace en Italia de padres sobrevivientes del Holocausto y parte a temprana edad a su nuevo hogar, Israel, específicamente a Jerusalem. Estudia Literatura y Estudios Bíblicos y Biblioteconomía en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Bibliotecaria en escuelas primarias de su país, ha escrito Adolescencia (1966), Instinto de Silencio, Cantos (1970); Segunda Oportunidad (1981). Leamos su poema Latet(Dar): “Los niños son flores que al cielo crecen y su risa, en tierra No saben darlos niños tan sólo toman amor y nosotros ansiamos recibir…”

Finalmente, sin agotar poetas ni poesía, citemos a Dalia Ravikovitz, autora multifacética, de gran fuerza imaginativa para quien no existen fronteras temáticas ni limitantes poéticos. He aquí la transcripción integral de su poema “La ventana” : ¿Qué tanto hice ­­Por años nada hice Tan sólo miré por la ventana Gotas de lluvia fueron absorbidas por el pasto año tras año Era un césped tierno, excelso mirlos lo caminaban Después emergieron pequeñas flores claro que en primavera Más tarde los tulipanes los narcisos, hierbas varias nada especial Y yo, nada hice Primavera e invierno se vuelcan entre las cuchillas del pasto Dormí cuánto pude Era una ventana suficientemente amplia Todo lo que puede ansiarse lo contemplé a través de la ventana” La Cenicienta, símbolo que trasciende su propia anécdota, es retomada por Dalia Ravikovitz, quien nos hace entrega de su propia y libre versión de “Cenicienta en la Cocina”: “Las historias felices de la Cenicienta se suceden allá abajo en la cocina ella, la del libre albedrío por decir algo…Y las vio, a ellas, salir en sus mejores galas, compuestas y elegantes, saturadas de perfumes, sus gaznates cuajados y ella, por cierto, no deseaba estar en su lugar Tesoros infinitos en su mente sí, infinitos, inmateriales. Un ovillo de calentura en la garganta,un martilleo en el corazón, intenso, enfermizo.Y ella, fuera de todo llorosa, candentelista a dejarse morir. Su punto de referencia única en su lejanía como si estuviera anclada en el planeta Marte, esfera del conflicto. Y ella cierra el puño y dice:emprendo la batalla. Y, poco después, se queda dormida”.

Para finalizar, traemos a colación parte del poema “Perfil judío”, también de Dalia Ravikovitz, drama irónico que nos invita a la reflexión: “Su cama sin tender lo temporal no amerita remilgos. En el camino, caravanas avanzan sobre su rostro carruajes de campesinos refugiados de tez oscura gritan (…) Cuando deje de avanzar la caravana/ vendrá la noche y ella arribará a casa/ sus pies infestados de filosos guijarros/ su vestido manchado de polvo./ Ella asegurará la puerta desde dentro/ y bajará las persianas./ Tan sólo lavará sus pies/ tan grande es su cansancio/ A oscuras adivina los rasgos de su rostro/ cual ciego que reconoce el pulso de la sien/sus ojos son azules / ancho es su rostro/ su cuerpo pesado de lugareña/ tercera generación en Tierra de Israel.