ENRIQUE RIVERA PARA ENLACE JUDÍO

Michoacán

Hace muchos años, por lo menos un par de décadas,- los problemas de violencia masiva en el Medio Oriente, en Irlanda, en Ruanda o en entre Pakistán y la India se veían tan lejos, tanto geográficamente como conceptualmente.

Hoy por hoy ni geográfica, conceptual o físicamente parecen los conflictos de otras zonas tan lejanos y, lamentablemente, mucho menos en lo que significa escalada de violencia y número de muertos.

En verdad, me parece que ha corrido mucha tinta y videos, mostrando las consecuencias de esos conflictos que has enlutado hogares mexicanos. La solución, me parece que no pasa necesariamente por los ciudadanos de a pie, aunque algo se tiene que hacer, pues no es posible ver la angustia de Michoacán y otras Entidades Federativas, donde el miedo es el pan de cada día y los muertos por violencia, al parecer, han dejado de ser noticia.

No podemos cruzarnos de brazos, pues esa violencia, si bien focalizada, puede esparcirse en cualquier momento. Por ello, habrá que pedirle al Todopoderoso o como se dice en la lengua purépecha: a Aguandara Napu (El Sr. del Cielo), para que la violencia cese, para que haya Paz (Pinandikua), para que las únicas lágrimas que haya sean las de la reconciliación y para que las acciones que se susciten, a partir de ahí, sean las tendientes a reparar los daños y el progreso en todos los lugares donde hoy hay destrucción.

Pero en Michoacán, hagamos votos para que el canto de Tzraracúa ( La Cascada que Canta) se escuche en Tzin-Tzun Zan (Lugar de Colibríes) y que estos acompasen los martillazos en Santa Clara del Cobre.