Arnoldo-Kraus

ARNOLDO KRAUS

Enlace Judío México | A algunos científicos, y a muchos eticistas les preocupan las interrelaciones entre ética y ciencia. Balancear las metas de ambas sería idóneo. La ciencia y la tecnología pueden crecer infinitamente. Producen beneficios pero también perjuicios: la contaminación ambiental, los drones estadounidenses, los cánceres asociados con Hiroshima o con el accidente de Chernobyl son algunos ejemplos. La ética alerta, lamentablemente con poco éxito, sobre las actividades nocivas del ser humano y sus daños sobre nuestra casa, la Tierra: deshielos en el Ártico, desaparición de incontables especies, efecto invernadero, etcétera. Los logros científicos, para que sean bienvenidos, deben someterse al juicio de la ética y del planeta. Todo es cuestión de sumas y restas. Todo es cuestión de concatenarlo con el proceso de racionalización.

Algunos pensadores, entre ellos, Theodor Adorno y Max Horkheimer, advirtieron, en el siglo pasado, al cavilar sobre la Ilustración, acerca de los posibles daños cuando todo se deposita en el proceso de racionalización. Los exégetas de la Ilustración –siglos XVII y XVIII-, consideraban, que gracias a la razón, la ignorancia, la barbarie, la superstición y la tiranía, serían abolidas para después construir un mundo mejor. Desafortunadamente no es así: La razón de unos no siempre, y en ocasiones nunca, es la razón de otros.

Bombardear Hiroshima, asesinar en Guatemala a la población indígena, invadir Irak, permitir que el sátrapa Bashar Al Assad siga asesinando a su pueblo, son razones justificadas para algunos y mortales para otros. Todo es cuestión de sumas y restas. Todo es cuestión de concatenar razón, ciencia y conocimiento con los beneficios y perjuicios de la Red y con la Red de redes, la digitalización, el proceso por medio del cual se almacenan los informes que viajan y viven en la Red. No sabemos cómo será el ser humano del siglo venidero. Probablemente será un ser digitalizado, dueño de otro tipo de conciencia, dueño de otros valores, abierto, sin intimidad. Son varias las posibilidades: “Uno es la Red”; “La Red es uno”; “Sin Red no hay nada”, “Sin Red no soy”.

En su mensaje navideño, el ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Edward Snowden, advirtió, en el Canal 4 de Inglaterra, sobre la amenaza global a la privacidad. Como se sabe, Snowden se encuentra refugiado en Rusia tras revelar la existencia de una red masiva de espionaje electrónica por parte de la Agencia mencionada. “George Orwell”, explica Snowden, “ya advirtió del peligro de esta información en su novela 1984, donde los datos se recogían con micrófonos, cámaras de video y televisiones ‘que observan’. Sin embargo, esos mecanismos no son nada con lo que existe ahora. Hoy tenemos sensores en nuestros bolsillos que nos siguen a cualquier lugar al que vayamos. Pensad en lo que esto significa para la privacidad del ciudadano medio”. Y remató, “Un niño nacido hoy crecerá sin ningún concepto de la privacidad. Nunca sabrán lo que significa tener un momento privado para ellos, un pensamiento que no sea analizado o registrado”.

El tejido propuesto en los párrafos previos es complicado. Produce resquemor. Todo se concatena: ciencia, tecnología y razón son construcciones humanas. Construcciones que mejoran en muchos rubros las condiciones de vida y las empeoran en otros. La cuestión fundamental no es nueva, es vieja. Pertenece al mejor de los intereses: preservar al ser humano y que este preserve a la Tierra utilizando con inteligencia tecnología, Internet y ciencia, y no permitiendo que predomine lo inverso: el uso del ser humano por la Red, el abuso de la Tierra por la tecnología.

Las advertencias de Snowden no son estériles. Vinculan los dilemas entre ciencia y ética y la tiranía impuesta por la razón unilateral. El fin de la intimidad, como apuesta, modificará la esencia del ser humano y su conciencia. Modificará los valores morales y su compromiso con otros seres humanos. Eso advirtió Orwell, eso ha demostrado Snowden. Sin intimidad, sin un alter ego que rija conductas y dicte acciones, es muy probable que el ser digitalizado pierda su capacidad de protesta y se rinda ante su majestad, la Red.

Las razones de unos no siempre son las razones de todos los seres humanos. Las conquistas de la tecnología, ni son las conquistas de todos los seres humanos, ni son siempre benéficas. Los motivos de la Red, enquistados en la fuerza del la tecnología y en el poder de sus razones, modificarán, ¿alguien lo duda?, al ser humano tal y como lo conocemos. Un nuevo ser digitalizado es nuestra herencia.

*Médico

Fuente:eluniversalmas.com.mx