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“Si hubiéramos tenido Cincuenta Eichmanns,
hubiéramos ganado la guerra. “

Heinrich Müller, jefe de la Gestapo

YEHUDIT LEV PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | EL PARTEAGUAS para Adolf Eichmann es en 1934 cuando conoce a su austriaco compatriota Leopold von Mildenstein, el primer encargado de la oficina de asuntos Judíos de la SS de Reinhard Heydrich. Eichmann capta la atención de von Mildenstein cuando Himmler lo designa director del Museo Científico de Asuntos Judíos. Es trabajo que le fascina ya que puede descubrir que la cocinera personal (y ex-amante) de Hitler es 1/32ava parte Judía, hecho que se guarda top secret hasta del Führer. Mantiene registro de todo y todos. Las tarjetas de Heydrich están llenas de secretos sociales, políticos, económicos, sexuales.

 

CON VON Mildenstein como su guía, Eichmann entra al mundo de sus enemigos. Estudia la literatura antisemita, y libros como El Estado Judío de Theodor Herzl y El Movimiento Sionista de Adolf Bohm. Como su jefe, curiosea las costumbres y tradiciones religiosas, visita los movimientos nacionales y comunitarios, aprende algo de hebreo hasta recitar el rezo de Sh’ma.

 

VON Mildenstein es hombre refinado que rechaza el vulgar antisemitismo de otros compatriotas. Cuando el aristócrata cae de la gracia de Heydrich, la elegancia de su oficina se difumina. Eichmann llena el espacio con su particular forma de ser. El nuevo zar de los Judíos dirige la Sección IV-B4 en la SS en Berlín, donde permanece diez años. Va subiendo así la escalera, dirigiéndose a un destino que lo ata eternamente a esas criaturas que envidia y desea y aborrece y admira.

 

“CUALQUIER persona quien, como yo, conoce a Eichmann primero en 1934, solo puede tener la impresión de una criatura sin color,” declara en el Juicio de Nuremberg Dieter Wisliceny, quien recibe órdenes de Eichmann en el procesamiento de los Judíos a los campos. “En esos momentos era un típico subordinado, pedante, meticuloso – también en sus relaciones personales – vacío de conocimiento profundo pero con educación general. Yo mismo, en 1940, no me hubiera imaginado la evolución subsecuente de su personalidad, y no lo hubiera considerado posible.”

 

SU APETITO por la buena vida crece paralelo con el añadido poder. Toma paseos con una rubia por el bar del Hotel Adlon y el fino restaurante Horcher’s. Cultiva la leyenda de su nacimiento en Palestina. Algunos jefes del partido sospechan que es espía Judío y lo someten a duros interrogatorios. Se dice convencido de la causa sionista. Su tarea es esencialmente de emigración, que el partido promueve a través de presión económica y violencia.

 

PARA UNA visita a Palestina en 1937, solicita presupuesto para vestimenta. “Una urgente necesidad de añadir a mi guardarropa…dado que entraré en contacto con príncipes árabes…” (La petición, denegada). Dura dos días en Palestina hasta que las autoridades Inglesas lo expulsan del país.

 

ANTES DE regresar a Alemania Eichmann se reúne en Cairo, Egipto, con Hajj Amin al-Husseini, el Gran Mufti de Jerusalem. El Gran Mufti, tío de Yasser Arafat, promueve varios pogromos anti-Judíos en el Medio Oriente en los años 20 y 30. Durante la guerra vive en Berlín y circula con los altos rangos de las autoridades Nazis. “Eichmann lo lleva a un tour privado de Auschwitz mostrándole las cámaras de gas,” dice Wisliceny. “El mufti fue uno de los iniciadores del exterminio sistemático de los Judíos Europeos y colaboró y aconsejó a Eichmann y Himmler en la ejecución de ese plan. Era uno de los mejores amigos de Eichmann y constantemente lo incitaba a acelerar las medidas de exterminio.”

 

DESPUÉS del viaje al Medio Oriente, con su co-trabajador Herbert Hagen, Eichmann emite un informe donde indica que la emigración a Palestina “no es posible bajo ninguna cuestión.” En 1938 se le designa jefe de una unidad separada de la SD llamada “Judía” y recibe la promoción a segundo teniente Ubersturmführer. Eichman es el único de los jefes departamentales de la Gestapo que mantiene su puesto con todos los vaivenes de la guerra.

 

CON LA ANEXIÓN de Austria ese mismo año, nuestro personaje es enviado a su antigua tierra. De joven adulto, Eichmann vive en Linz y trabaja como vendedor de la compañía Austria Elektrobau. Luego se traslada con la compañía petrolera Vacuum de Viena. En esta época sale de su concha y emerge un joven parlanchín, gregario, de fuerte beber. Frecuentemente se traslada de Linz a Viena en su motocicleta roja.

 

EN ALGÚN momento le intrigan los sofisticados Judíos vieneses cuyos hogares visita y cuya compañía disfruta. Pero años después, confiesa que “después de escuchar al Führer hablar, sentí desprecio por mí, que me había mezclado con esos judíos que eran el enemigo del pueblo alemán y que profanan nuestra sangre…todos parecían ser comerciantes y financieros, gente que no estaba dispuesta a tomar parte en el verdadero trabajo comunitario, gente que insiste que nuestra maneras no tienen nada que ver con ellos. Parecía incorrecto que se intentaran separar de todo, mantenerse juntos, cuando deberían de estar compartiendo la suerte con nosotros. Me pregunté acerca de mis amistades con Judíos, y sentía que siempre me trataban como alguien inferior.”

 

Nuevo zar, viejo Palacio

 

EN SU TRIUNFAL regreso a Viena Eichmann establece el cuartel general de la Gestapo en el Palacio Rothschild para llevar a cabo la misión de librar Austria de Judíos. Personalmente se reúne con líderes, funcionarios y miembros apoderados de la comunidad. Para evitar los nudos burocráticos que hacen un infierno la emigración en Alemania, Eichmann organiza un sistema simplificado de línea de montaje donde los Judíos comienzan en un punto de la oficina de emigración – el único lugar autorizado para otorgar pasaportes – y salen con el requerido permiso cediendo toda propiedad y derechos. Uno de sus golpes de genio (para estándares del régimen) es introducir un impuesto a los judíos ricos para subsidiar la expulsión de los judíos pobres.

 

ENTRE 1938 y el comienzo de la guerra, casi dos tercios de los 180 mil judíos de Viena logran comprar su salida entregando todos sus bienes. Donde antes gozaban de una vida rica cultural y económica, hoy se encuentran sin empleo, sin plazas, sin propiedad, sin derechos. En la versión austriaca de Kristallnacht, quince mil hombres son arrestados indiscriminadamente y enviados a campos de concentración. Las mujeres de estos luego reciben paquetes por correo con una nota que dice, “A pagar, 150 marcos por la cremación de su esposo. Las cenizas se incluyen de Dachau.”

 

BERLÍN se deshace de los trabajadores de comunicación, correo y telefonía para reponerlos con censores, espías e informadores. La máquina de expulsión toma forma. Las masas judías están confundidas, desesperadas, incapaces de encontrar salida, y principalmente atemorizadas.

 

NI SIQUIERA el Obersturmführer Adolf Eichmann – jefe de la Oficina Central de Emigración de Viena – tiene el poder de prevenir a los bestiales SS la desenfrenada destrucción del registro de tarjetas en su despacho. Más de mil de los arrestados ya estaban autorizados para salir del país. Se frena también la salida de otros 600 judíos que Eichmann había procurado para enviar a Palestina. De los Judíos de Europa, los austriacos y alemanes son los afortunados que todavía tienen la opción de escapar vivos.

 

“SE PUEDE decir con toda certeza que después de los eventos de hoy, los judíos han perdido cualquier deseo de seguir adelante,” escribe Eichmann. “Los paralizaron de tal manera que ni siquiera pueden exhibir los típicos arrebatos de desesperación.”

 

SE ORGANIZA la concentración de judíos en ghettos en las ciudades importantes esperando ser transportadas más allá. Las naciones no quieren a los condenados. Eichmann no sabe qué hacer. Está genuinamente consternado por “sus Judíos.” Realiza su labor con diligencia y alguna muestra de brutalidad, mas sin fervor ideológico. Visiona una reservación primero en Nisko, Polonia y luego en Madagascar. Planes que obviamente no se llevan a cabo.

HEYDRICH queda enteramente satisfecho con el éxito obtenido y en 1939 se comienzan a establecer “Oficinas de Emigración Judías” por todo el Reich bajo el comando de Eichmann. Después de 1941, cuando la emigración forzada se vuelve genocidio, y bajo la presión de estas nuevas responsabilidades, Eichmann cambia.

CUANDO el Dr. Franz Mayer conoce por primera vez a Eichmann en 1936 o 1937, encuentra un ratoncito con ganas de aprender, pidiendo, “por favor explique…” Es un hombre muy diferente el que manda llamar a los líderes de la comunidad Judía de Viena en Febrero de 1939. “Lo consideraba un bajo burócrata, un empleado encargado de archivar información. Y ahora me encuentro con un hombre tosco y brutal, encargado de la vida y la muerte. No nos permitió acercarnos a su escritorio. Teníamos que permanecer parados,” dice Mayer.

 

EN REINO Austriaco, Eichmann cambia su postura de autoridad. Varios testigos describen sus arranques, groserías obscenas y estados de humor impredecibles, desde extrema cordialidad hasta salvajismo vicioso. “La comunidad y los sionistas…los tengo completamente en mi poder. No se atrevían a dar un paso sin consultarme. Así es como debe de ser. Pueden ser controlados mejor de esta manera.”

 

EN LA medida que se vuelve más profesional va soltando la fachada de moderación y cortesía. Se insufla del poder y crueldad del régimen. Técnico entusiasta, su determinación es llevar a cabo las órdenes.

 

Su trabajo es bueno, energético, muestra iniciativa.”

 

ASÍ COMO al principio busca maneras de sacar a los judíos vivos de Alemania, después de 1941 hace todo lo posible para evitar que los Judíos se escapen. Ahora se ocupa de llenar trenes hacia los campos de exterminio. Es un idealista. Está preparado para sacrificar todo y a todos por sus ideales.

 

Por Amor al Pueblo

 

EL ASUNTO de los judíos toma una especial urgencia en 1942. Bajo el comando de Heydrich, Eichmann prepara y diseña una conferencia para la “Solución Final a la Cuestión Judía”, que se lleva a cabo en 1941 en una mansión en el suburbio de Wannsee en Berlín. Eichmann envía las invitaciones, escribe el discurso de apertura y toma las minutas de la sesión. Catorce burócratas del régimen organizan sus metas y tareas correspondientes, abstrayendo vidas humanas a números darwinianos. En noventa minutos resuelven el exterminio de once millones de Judíos, proyecto que sólo logran llevar a la mitad.

DESDE WANNSEE, con ardua labor por llevar a cabo y tal vez comprendiendo la enormidad del crimen, Eichmann se asegura de no tomar ni una decisión por sí mismo y sin la autorización previa de sus superiores.

WISLICENY, su subalterno, dice que Eichmann “registraba de inmediato en los archivos cualquier conversación que mantuviera con cualquiera de sus superiores. Siempre me señalaba que la cosa más importante para él era verse cubierto por sus superiores en todo momento. Rehuía toda responsabilidad personal y dedicaba mucha atención a escudarse en sus superiores, en este caso Müller y Kaltenbrunner, y a inducirles a aceptar las responsabilidad de todas las acciones de él.”

 

EN SU afidávit después de la guerra, Wisliceny afirma: “La orden es firmada por Himmler con fecha de Abril 1942. Eichmann me dijo que las palabras ‘solución final’ significaban el exterminio físico de la raza Judía, pero que aquellos que podían trabajar serían temporalmente salvados y empleados en la industria para sus necesidades. Estaba tan impresionado con este documento que otorgaba a Eichmann la autoridad de matar a millones de personas, que dije en ese momento: ‘Quiera Dios que nuestros enemigos nunca hagan algo similar con el pueblo alemán.’ Me contestó, ‘No seas sentimental; es una orden del Führer y se tiene que ejecutar.’”

 

CON LOS detalles claramente acordados, Eichmann organiza las deportaciones de los Judíos a los centros de concentración. “Si eran directores de banco o casos mentales, la gente cargada en los trenes no significaban nada para mí. No era mi asunto.” Las comunidades son barridas pueblo por pueblo, ciudad por ciudad y país por país.

 

EL NÚMERO se vuelve adicción, como dinero en el banco. Los Einzatsgruppen apuntan cada noche en cuidadoso registro el número de despachados por día. Dos millones a bala por cabeza con los rusos y polacos en el frente oriental. Pero esta actividad afecta la moral de la tropa, que se deprime y tiende a la bebida. Se necesita algo más eficiente. Este problema se resuelve con las cámaras de gas, y así cuatro millones adicionales son despachados en campos de exterminio.

EN PLANETA Auschwitz, Eichmann es hombre poderoso. “O te vuelves loco, o te convences de que lo que haces es correcto. Entonces cuando recibes órdenes de aprehender personas, como hábil burócrata, no puede haber excepciones.”

 

EN GENERAL se sostiene que Eichmann no asesina a nadie personalmente. De hecho, no le gusta la violencia. Lo envían a Treblinka, Minsk, Auschwitz y Lemberg, donde le horroriza ver del suelo emerger una fuente de sangre, producto de la fermentación de los cuerpos enterrados debajo. “¡Y eso me tenía que pasar a mí, de todas las personas!” Cuando un soldado mata a quemarropa a un bebé en brazos de su madre, queda el cerebro plasmado en su gabardina. Su chofer limpia los restos. “Cuerpos, cuerpos, cuerpos,  disparados, gaseados, cuerpos pudriéndose. Parecían saltar de la tierra cuando se abrían las fosas. Era un delirio de sangre, un infierno, y pensaba que me estaba volviendo loco.”

 

TIENE QUE ser testigo cool y flemático, no se puede romper. Pide un cambio. No se lo dan. Guarda entonces el horror dentro, se “desdobla” a un lugar seguro en su mente y entrega su cuerpo a la labor asignada. “Solo aprendí la vida del soldado. Juré lealtad, era mi deber. Llevamos a cabo esta durísima tarea por amor a nuestro pueblo.”

 

EN AUSCHWITZ, habla con Rudolf Hoss, terrible comandante encargado del campo desde su principio. A Hoss le tiemblan las rodillas cuando tiene que despegar a los implorantes niños de sus piernas para meterlos en las cámaras de gas. Eichmann lo tranquiliza: “De nada sirve matar a una generación y dejar viva a una generación de vengadores.” Secretamente siente lástima por Hoss, cuyo deber es mucho más cercano a la sangre que la labor burocrática de Eichmann.

EL ORDEN de comando es Hitler, Himmler, Heydrich, Müller, Eichmann. Cada uno de estos es una bestia en sí. Conocemos los resultados de su energía conjunta. Los vagones a toda capacidad, donde antes entran setecientos ahora caben mil. Se llega a capacidad a fuerza de bayoneta.

Solitariamente Prófugo

LOS ÚLTIMOS meses de la guerra Eichmann permanece en Berlín sin qué hacer. No tiene lugar entre los directores departamentales de la RSHA, quienes comen todos los días juntos en el edificio donde tiene su oficina. Nunca lo invitan a compartir. Se ocupa de instalaciones de defensa, para ‘la ultima batalla’ de Berlín. Acompaña ocasionalmente delegaciones de la Cruz Roja a Theresienstadt.

SE RINDE en Hungría con un comando Aliado vestido de cabo de la Luftwaffe. “No es probable que sobreviva,” confía a un colega. Su tatuaje de SS lo delata. Declara ser el teniente Otto Eckmann y es enviado al campo de detención Beiden. Algunos compañeros de la SS lo reconocen, mas en numerosos interrogatorios logra mantener el nuevo alias. Cauteloso, no escribe a su familia, para darse por muerto. Su esposa, vigilada secretamente, no logra conseguir certificado de defunción. Se queda sin un centavo y recibe apoyo de la familia política en Linz para mantener a sus tres hijos.

DURANTE DOCE años y tres meses, Eichmann es miembro convencido del partido. Lo devasta la pérdida de la guerra. Sabe que será buscado. El Tribunal Militar de Nuremberg confirma sus temores. En la medida que avanza el juicio, se esconde lejos de las grandes ciudades donde puede ser identificado. Existen pocas imágenes de él. Eso complica la búsqueda.

EL NOMBRE de Eichmann retumba en Nuremberg. Los acusados apuntan el dedo a los muertos y desaparecidos que no están en posición de defenderse. El testimonio de Wisliceny es martillazo para Eichmann. “Vi por última vez a Eichmann a finales de febrero de 1945, en Berlín. Dijo entonces que si se perdía la guerra, se suicidaría.” Wisliceny afirma que “de una forma especialmente cínica, Eichmann dijo que ‘saltaría de alegría dentro de su tumba porque la sensación de que mató a cinco millones de seres humanos sería para él una fuente de satisfacción y gratificación extraordinaria’.”

EICHMANN observa el juicio desde Alemania. Está en shock, furioso. Estos testimonios le causarán problemas. En febrero de 1946, se escapa del campo con ayuda de otros prisioneros. Se disfraza de empresario bávaro de nombre Otto Henninger y consigue trabajo como leñador en un páramo a 50 millas de Hamburgo. Sueña con quedarse en Alemania, mas su miedo a ser atrapado es más fuerte que el valor de enfrentar sus actos. Durante cuatro años corta árboles esperando que el tiempo borre su nombre de la lista de criminales más buscados. Cuando la empresa cierra, se dedica a una granja de pollos. Obtiene un visado en 1948 que no puede arriesgar a perder. En 1950 toma el barco a Argentina. Cuando parte hacia su exilio, Eichmann promete lealtad:

“Un día el partido volverá a necesitarme.”

Yehudit Lev, 15 Adar 5744