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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Amigos del Alma

Enlace Judío México |Nuevamente un miembro de la familia me reconvino por comentarios realizados en las Crónicas; en aras de no crear más conflictos y porque creo que tuvo razón en contra de lo que expresé y que afecta su imagen, me esforzaré en el futuro por no “ventilar” públicamente asuntos familiares, mis expresiones al respecto serán referenciales.

En esta semana recibí dos comunicaciones de viejos amigos que me alegraron los difíciles momentos por los que atravieso y elevaron mi autoestima. Ciertamente, hace varios días me preguntaba qué había pasado con mi amigo Rodolfo, con quien establecí una estrecha vinculación de amistad durante el transcurso de nuestros estudios de Economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y en los posteriores cinco lustros que siguieron a la terminación de nuestra carrera en 1968. La última vez que lo vi fue en febrero del 2005 en el Palacio de Minería, en las calles de Tacuba en el Centro de la Ciudad de México, en donde presenté un libro que elaboré sobre el tema de la globalización. Me quiero imaginar que en mis pensamientos sobre Rodolfo “le envié ondas telepáticas” en virtud de que cinco días después recibí a primera hora de la mañana una llamada telefónica de él.

Rodolfo, a quien apodamos el “chino” por sus rasgos asiáticos, aunque hasta donde tengo conocimiento, no es descendiente de ese grupo racial, es una persona alegre, con muy buen sentido del humor; no obstante, recuerdo que era nervioso, sobre todo cuando venía la época de los exámenes. En múltiples ocasiones cuando salíamos de clases en la jornada de 7 a 9 AM, a él y a otros compañeros les daba un “aventón” a sus trabajos, que se localizaban por el rumbo del mío, en San Juan de Letrán casi esquina con Madero, en el Centro de la Ciudad. Rodolfo trabajaba en la Secretaría de Hacienda en las instalaciones ubicadas en el Palacio Nacional. Provenía de una familia de clase media: su mamá era viuda y era propietaria de un salón de belleza en la Colonia Lindavista, próxima a la Villa de Guadalupe, en donde residía. Con el transcurso de los años se convirtió en un funcionario público exitoso y posteriormente en empresario del ramo del tabaco (importación de este producto de Cuba y distribución básicamente a través de establecimientos propios en la Ciudad de México y en la tienda libre de impuestos del Aeropuerto de esta última ciudad, de la cual ahora es director general. Se casó con Mercedes, una bella mujer hija de catalanes; asistí a su boda con mi primera esposa que se celebró en la Iglesia de San jacinto, en San Ángel, a mediados de los sesentas; también estuve presente en varias bodas de otros compañeros de la carrera, fue la época de los casamientos: Mercedes se dedicó a la historia, obtuvo la licenciatura en esa materia.

En la breve plática telefónica que tuve con Rodolfo le pregunté por un compañero de la carrera con el que tuvo una estrecha amistad y que finalmente terminó mal; a sabiendas de este hecho, le dije con sarcasmo, qué había pasado con su “amigo del alma”; su respuesta fue contundente: “solo tú eres mi amigo del alma”, su consideración para mi persona fue muy halagadora. El tiempo y la distancia no mellan los vínculos afectivos entre las personas cuando estos son sólidos. Convinimos que la próxima semana nos llamamos para ir a comer.

Por otra parte, la semana anterior fui a comer con Guillermo, Memo, como lo llamo de cariño, quien fue durante varios años mi jefe en el Banco donde laboré cinco lustros. Desde esa época empezamos a cultivar una bella amistad que ha persistido y se ha profundizado en los 19 años desde que me jubilé. El salió del Banco tres o cuatro años antes que yo; en una Crónica previa hice referencia a su calidad humana; es un hombre piadoso, con elevados principios morales derivados de su fe religiosa, el catolicismo. No obstante que tiene la misma edad que yo, lo considero una especie de hermano mayor, que con gran afectividad, cada vez que tenemos oportunidad de vernos, me da orientaciones sobre la vida y sobre mi familia; es de las pocas personas con la que puedo hablar sobre temas religiosos, de la sociedad, la política y la economía, entre otros. Gracias Memo, por tus sabios consejos.