Arnoldo-Kraus

ARNOLDO KRAUS

La semana pasada miles de médicos se manifestaron a favor de 16 colegas. Las marchas se llevaron a cabo en 50 ciudades. La realidad tiene, al menos, tres caras. Primera. La inconformidad la desató el fallo contra 16 doctores inculpados de negligencia; de ahí la denominación del movimiento, YoSoy17. La demanda contra los galenos data de 2010. Se les acusa de impericia en la muerte de un menor de 15 años en el Hospital de Pediatría del IMSS en Jalisco. Aunque desconozco los detalles del caso, es muy poco probable que 16 médicos incurran y repitan errores fatales cometidos por sus pares. Supongo, por el número de galenos implicados, que el enfermo estaba (muy) grave. Supongo también, que un error inicial desencadenó nuevos errores. Si yo fuese el padre, hubiese demandado.

Segunda. La negligencia médica existe y es condenable. El acto médico que produce problemas debe sancionarse. Sin embargo, criminalizar a los médicos sin investigar las condiciones hospitalarias es inadecuado. En muchas circunstancias, sobre todo en el sector gubernamental, la negligencia no es sólo médica, es política y administrativa. La falta de insumos, la carencia de medicamentos, la inoperancia de no pocos hospitales gubernamentales y la saturación de los servicios imposibilita atender satisfactoriamente a los usuarios. Negligencia, ceguera, y mentiras gubernamentales son, en muchos casos, los factores subyacentes de la mala atención médica.

Tercera. La Secretaría de Salud, en vez de afrontar la realidad y responder con veracidad a eventos repetidos como las madres (pobres) que dan a luz en los pasillos de varias ciudades de la república, o a las innumerables demandas de los usuarios por falta de medicamentos, se agazapan, mienten, y no afrontan la verdad. Mentir ad nauseam es dogma político.

La mayoría de los médicos que tomaron las calles para protestar laboran en instituciones gubernamentales —IMSS, ISSSTE, Secretaría de Salud—. En esos nosocomios la dinámica entre enfermos que exigen atención digna, y doctores que atienden, bien o mal, es compleja. Ofrecer Medicina de calidad sin medicamentos disponibles, sin quirófanos suficientes, sin laboratorios ni equipo de rayos X fiables, y sin tiempo suficiente para atender a los enfermos debido a la saturación de los servicios es imposible. Por esos factores, es improbable, salvo, en ocasiones, en los Institutos Nacionales de Salud, encontrar en los pasillos de esas dependencias a funcionarios públicos o a sus familiares en busca de atención médica. Saben que es mediocre, acuden a la medicina privada o al extranjero.

Imposible soslayar una de las inmensas mentiras de Felipe Calderón. Hacia el final de su mandato, en connivencia con la elite de nuestra cúpula médica, anunció, con bombos y platillos, los logros alcanzados en nuestro sistema de salud. En síntesis, Calderón y asociados informaron que entre 2003 y 2012 se incorporaron 50 millones de connacionales al Seguro Popular. Ese hecho, de acuerdo a la publicación en 2012, en la prestigiosa revista médica internacional, The Lancet, inscribió a México entre las naciones donde la protección social y la cobertura en materia de salud alcanzaron nivel universal. Gracias a Calderón, México es uno de los pocos países del mundo donde la salud universal es realidad —como Suecia, Noruega o Dinamarca—. Mentir exige seguir mintiendo.

Tres argumentos finales, y una pregunta. Primero. No defiendo la mala praxis. Apoyo el castigo a los médicos que ejerzan sin cuidado y cometan negligencia. Segundo. Los responsables de salud deberían publicitar en cuántos nosocomios confían. Tercero, sería útil conocer la opinión de Mercedes Juan con respecto a la afirmación de que en México la salud universal es realidad. Por último, ¿es posible hablar de salud universal en un país donde más de la mitad de la población vive en condiciones de miseria o de pobreza?

Médico

Fuente:eluniversalmas.com.mx