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ARNOLDO KRAUS

Costumbre incluye hábitos, tradiciones, repeticiones. Cuando la suma de esas actividades es continua devienen preceptos. En México las tradiciones políticas han acostumbrado a la población: sucesos y realidades otrora impensables son ahora costumbre. Nos hemos acostumbrado a convivir con políticos cuya dinámica es desechar las leyes de otros partidos aunque sean útiles y benéficas para el país. El país no significa, significan el partido y la mansedumbre política.

Escuchar hoy a los del PAN criticar a los del PRI, mañana a los del PRI denostar a los del PRD y al día siguiente observar a los del PRD deslindarse del PAN, del PRI y de ellos mismos para parir a Morena, nuevo engendro, es costumbre. Costumbre es aceptar, después de los divorcios partidistas, los nuevos maridajes entre ellos mismos para lanzar candidaturas comunes en contra de los hoy enemigos, ayer amigos, sin que importe la ideología —¿para qué?, ¿por qué?—. En algunos Estados y en incontables elecciones es costumbre que el PRIPAN se alíe contra el PRD, mientras que en el Estado vecino el PRDPAN una fuerzas contra el PRI y mañana el bloque PRDPRI, en otro estado, sume traiciones para vencer al PAN. Costumbre nauseabunda son las bajezas de partidos hoy enemigos, mañana unidos por batas complicidades. ¿Ideología?, ¿principios morales?, ¿para qué? Y no debe soslayarse el reciclaje de nuestros políticos: hoy milito soy de “izquierda”, mañana de “derecha”, siempre de no sé de qué. Unos y otros son idénticos. Lo dijo Miguel de Unamuno: hunos y hotros.

Hunos y hotros, con h, no sin h, es una gran idea de Don Miguel de Unamuno. Después de los ataques urdidos para deslegitimizarlo, habló de las posturas inadecuadas de los “hunos —los rojos—, y de los hotros —los blancos—“, cuyas acciones dañaban a España, su país. Nuestros hunos y hotros, el PRIPANPRD, han logrado, a pesar de su ineficacia y sandez, convivir entre ellos, mentirse ad nauseam, descalificarse hoy y sin pudor alguno unirse mañana con tal de vencer al otro partido sin importar que sea el país quien pierde.

Las costumbres de los hunos. PRIPANPRD, son idénticas a las costumbres de los hotros, PRDPANPRI, costumbres de las cuales ni ellos, ni el país pueden escapar; su modus operandi es el mismo. Cuando acaban su labor los presidentes de uno y otro bando huyen del país, no por falta de resguardo sino porque escapar es más digno y menos sucio que esconderse en casa. La costumbre de huir la inauguró un priísta de raigambre, Carlos Salinas, lo emuló el profesor de Yale, Ernesto Zedillo y la vive en los pasillos, no en las aulas —¿publicaciones?, ¿conferencias magistrales?— de Harvard, Felipe Calderón. Exportar ex presidentes es costumbre mexicana.

Habernos acostumbrado a las costumbres insanas, corruptas y abyectas de nuestros dirigentes políticos tiene al país sumido en la quiebra ética y lo tienen atrapado en un barranco amoral. Esas costumbres agostan la esperanza: decapitar, secuestrar y observar cómo prolifera el narco mayoreo, el narco menudeo, el narco político y los semaforistas son parte del paisaje normal de México y elementos suficientes para aceptar la victoria de los políticos. Carlos Monsiváis tenía razón cuando afirmó, “Si Kafka hubiese sido mexicano, sería un escritor costumbrista”.

Las costumbres de nuestra escoria política han triunfado. Acostumbrar a la población se ha convertido en victoria y en un lucrativo negocio para ellos. Lo paradójico ha dejado de serlo y lo anormal se ha convertido en costumbre. Consciente o inconscientemente, la clase-ralea política nos ha subsumido. Es tanta la costumbre que ya ni siquiera reflexionamos en que lo anormal —cincuenta o más millones de pobres, decapitaciones, falta de empleo— se ha convertido en normal. Los hunos, PRI, PAN, PRD y Morena son idénticos a los hotros, PRI, PAN, PRD, Morena. No hay contradicción entre hunos y hotros. La costumbre acostumbra. Aunque la patología de sus mañas y chapucerías sea cada vez más grosera y enferma, los políticos contemporáneos son similares, salvo por el hecho de que (casi) siempre el nuevo huno es peor que el viejo hotro.

*Médico

Fuente:eluniversal.com.mx