SALO GRABINSKY – ¿Se han puesto a pensar el por qué hay empresas familiares que siguen vibrantes a través de varias generaciones de herederos de los fundadores, mientras que otras fracasan al primer o segundo intento de sucesión? Recientemente escuché a la doctora Lucía Ceja, una talentosa sicóloga mexicana que hace investigaciones en España para una escuela de negocios de ese país. Lucía, junto con el profesor Josep Tápies, especialista en negocios de estructura familiar, se han dedicado a analizar la fuerza (o en ciertos casos, carga) emocional que conlleva el ser miembro de una familia propietaria de un negocio.

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En especial, la influencia del fundador es, a mi juicio, básica para la posterior toma de conciencia y definición de los sucesores. El dicho: “Los abuelos están en este mundo para consentir y echar a perder a los nietos” es muy válido, además de que les ofrecen su tiempo, cariño y valores que perduran el resto de sus vidas. Claro está que también se presentan casos de imposición, despotismo y un excesivo afán de involucrar a los hijos y nietos en el negocio que, generalmente, es contraproducente.

La doctora Ceja ha estudiado las diversas etapas en la vida de los miembros de familias dueñas, y el grado de implicación en sus decisiones y actitudes con respecto a la empresa, no tanto en la parte económica y  de su nivel de vida sino en lo que ellos llaman Propiedad Sicológica. Hay varias etapas en el estudio, empezando con aquella que termina alrededor de los 24 años de edad, seguida  por una época que yo llamaría transicional que dura alrededor de una década hasta los 35 años y finaliza (para efectos de este trabajo) a partir de esta fecha por un tiempo más largo.

Cada etapa tiene sus características básicas y su efecto sicológico en el heredero potencial. La primera es una de diferenciación, búsqueda de su personalidad y, en muchos casos la natural rebeldía a los patrones fijados por sus padres y la sociedad en que viven. El cómo se desarrolla este periodo y las innegables influencias paternas, de abuelos fundadores, de otros miembros de la familia y el entorno forjan una parte importante del carácter del joven y lo marcan para su futuro. Aquí podría yo añadir que, por mi experiencia como asesor, el motivar a los niños a que asistan como un juego al negocio familiar, que reciban un premio por su “trabajo” por parte del padre o abuelo y que se sientan dentro de ese complejo estado sicológico, que implica ser partícipes del proyecto familiar va a ser decisivo en su resolución futura de participar como accionistas, ejecutivos o sucesores. He oído muchas veces esta frase. “Salo, tú estás aquí como asesor nuestro por mi abuelo, al que quería mucho y que me motivó a seguir sus pasos en la empresa que él fundó”. No está por demás que el tema del negocio no sea lo único de que se hable en casa o las reuniones familiares ya que puede causar el efecto contrario al deseado: los hijos se hastían de oír siempre esto y se sienten relegados en sus asuntos personales, alegrías, logros o incluso temores y problemas, ya que nadie los escucha.

Un punto muy importante que, aunque obvio, no se practica lo suficiente es el de escribir la “historia familiar y empresarial” y tenerla disponible para que los jóvenes y otros miembros (por ejemplos los parientes políticos) lean acerca de la leyenda y el trabajo que costó al fundador y sus allegados lograr un negocio exitoso, amén de crear un patrimonio y nivel de vida envidiables. Que sepan que no fue gratuito y que lo consideren en sus planes. Vale la pena reflexionar sobre este asunto emocional en la primera etapa que pone a los posibles herederos en contacto con su entorno familiar y del negocio.

Continuará…

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