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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

En el lnforme 2014 de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se han identificado cuatro tendencias en el desempeño de la economía y el intercambio globales en los últimos tres lustros: el auge del mundo en desarrollo; la expansión de las cadenas de valor; el aumento de las cotizaciones de los productos básicos y el alcance cada vez más extenso de las crisis macroeconómicas; de aquí que el Director General de la OMC, Roberto Azebedo (RA), haya expresado que el mundo ha entrado en una nueva etapa de la relación entre el comercio y el desarrollo. En este ámbito, la OMC ha contribuido significativamente a que las naciones en desarrollo puedan adaptarse al entorno y mitigar los riesgos que se presentan; esto se ha logrado a través de compromisos vinculantes de los países, entre otros, han emprendido reformas estructurales, y con la asistencia técnica y la infraestructura institucional de la OMC.

En este marco, RA ha señalado que el potencial del comercio para fortalecer el desarrollo no se ha hecho realidad totalmente, se tiene que hacer un mayor esfuerzo para este propósito; entre otros aspectos, es importante que la OMC actualice sus normas y disciplinas para que los países se integren plenamente a la economía mundial y se registre una mejoría real en el nivel de vida de la gente. A la vez en el Informe se destaca que el nivel de ingresos de las economías en desarrollo ha registrado un movimiento de convergencia con el de los países ricos. Desde el año 2000 su PIB per cápita ha aumentado en 4.7%, con resultados particularmente notables en el caso de las naciones miembros del Grupo de los 20; en contraposición, los países desarrollados solo crecieron 0.9%. Por lo demás, los países en desarrollo representan ahora más de la mitad de la producción mundial y su participación en el total de esta última pasó de 33.0% en el 2000 a 48.0% el año pasado.

Asimismo, las economías en desarrollo han elevado su contribución en las redes internacionales de producción, especialmente por medio de la exportación de servicios; más de la mitad de su exportación total, en términos de valor agregado, tiene en el presente relación con las cadenas de valor mundiales. Las vinculaciones Sur-Sur en estas cadenas han ampliado su importancia y la proporción del intercambio entre países en desarrollo basado en las cadenas se ha cuadruplicado en los últimos 25 años; se considera que la participación en las cadenas propicia mejoría de la productividad mediante la transferencia de tecnología y el conocimiento. La incorporación a estas cadenas implica que las empresas lleven a cabo procesos especializados con valor agregado.

Un entorno empresarial favorable y bajos aranceles ayuda a que los países participen con mayores volúmenes en las cadenas, lo cual también ayuda a la concertación de acuerdos de “integración profunda”. Más del 40.0% de los acuerdos de libre comercio en vigor incluyen políticas de competencia inversiones, normas y derechos de propiedad intelectual.

En relación al sustancial incremento de los precios de los productos básicos en los mercados internacionales, destacan los de los alimentos, de energía, de metales y de los minerales que se han duplicado desde el 2000, aunque han vuelto a declinar de sus máximos históricos; la OMC prevé que volverán a repuntar por la fuerte demanda de las naciones en desarrollo, lo que significará oportunidades para diferentes economías productoras de básicos; ciertamente, un número importante de países en desarrollo tienen sectores agrícolas amplios de aquí que el alza de cotizaciones es vital para acrecentar el empleo, la producción y el consumo; sin embargo, los precios altos presentan desafíos para los importadores de productores básicos. Sobresale que desde el 2000, naciones en desarrollo han aumentado su participación en las exportaciones agrícolas mundiales del 27.0% al 36.0%; no obstante, continúan enfrentando obstáculos tradicionales de acceso a los mercados, como aranceles y subvenciones, y las medidas no arancelarias cobran importancia. El comercio de recursos naturales ha crecido vigorosamente, no solo en valor, sino también en volumen. Varios países ricos en recursos han logrado altas tasas de crecimiento como consecuencia de ello; aunque las repercusiones sociales y ambientales de la explotación de los mismos, así como la diversificación económica, siguen siendo problemáticas.

Por otra parte, a la OMC le preocupa la dependencia de los procesos cíclicos originados en las economías avanzadas de mayor tamaño. La sincronización de fases descendentes y ascendentes en todo el mundo ha puesto de manifiesto la fuerte interconexión de las economías a través de los vínculos comerciales y financieros, y en especial, la importancia de las cadenas de suministro en la propagación de las crisis y la significación del financiamiento del comercio que en ciertos periodos se ha agotado.

A pesar de que el mundo registró en el 2008-2009 la peor recesión económica desde el decenio de 1930, los países no han presenciado una repetición del proteccionismo a gran escala que caracterizó aquella época; entre otras razones, por la existencia de un conjunto de normas comerciales multilaterales, la eficacia de las medidas de vigilancia de la OMC, la previsión por los países de los efectos contraproducentes de proteccionismo en el ámbito de su participación en las cadenas de valor mundiales y la respuesta macroeconómica a la crisis, coordinada a nivel internacional. La OMC concluye que el comercio continuará desempeñando una función esencial para superar la pobreza de las naciones como lo ha estado haciendo durante muchos años.