SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Sargento Mayor de Einav Shibli, trabajadora social en la prisión de Tzalmon, es la primera beduina en el Servicio Penitenciario – un logro impresionante para quienes viven en una sociedad cerrada y conservadora y siguen sujetos a sus códigos culturales.

Por Itzik Saban

“Me probé el uniformé y presumí”

Einav Shibli
Einav Shibli רס”מ עינב שיבלי // צילום: דוברות שב”ס

Einav (35) es la hija mayor y tiene tres hermanos menores. Su nombre fue el resultado de la búsqueda de sus padres de un nombre significativo en hebreo y árabe. Originalmente la madre es de Hebrón y el padre de Kuseife. De niña y adolescente, creció en un entorno judío y tuvo que enfrentar preguntas difíciles sobre identidad y pertenencia.


En septiembre de 2006, se unió al
Servicio Penitenciario después de completar una maestría y fue directamente a Tzalmon. “Consulté con mi marido, con su familia y la mía”, admite, “quise comprobar que no hacía nada que les hiciera sentir incómodos. Recuerdo que volví de la oficina de reclutamiento en Ramla y lo primero que hice fue probarme el uniforme, salí y presumí ante mi marido y la familia. “En la cárcel, sin embargo, hubo quien levantó una ceja” – dijo, “precisamente más los reclusos que el personal”. Todavía oigo susurros: “Es beduina”, ”Es árabe”, dicen, añadiendo: “A los prisioneros árabes me dirijo en árabe. Los prisioneros judíos me oyen hablar árabe y preguntan cómo hablo tan bien el idioma. Les digo que soy beduina”.

Hoy, como mujer independiente y madre, me preocupo por el futuro de mis hijos y su educación y la situación de la mujer en la sociedad beduina en general. “No soy un modelo, ni un símbolo”, dice. Sin embargo, le gustan su complejidad y sus diferencias… “Me ponen siempre en el centro de atención, sé que soy un bicho raro”.

Fuente: Israel Hayom