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RODICA RADIAN GORDON

 

El futuro gobierno no tendrá muchos días de gracia, por lo que necesitará suerte para navegar exitosamente en estos tiempos complejos.

Las elecciones en Israel el 17 de marzo pasado decidieron la composición de la vigésima Knesset (parlamento), alterando el perfil y el peso de los diferentes partidos políticos. Sin embargo, el Likud, encabezado por Benjamín Netanyahu, ganó las elecciones (con 30 escaños) y el Campo Sionista, encabezado por Issaac Herzog, obtuvo el segundo lugar (con 24 escaños). El presidente Reuven Rivlin tendrá que decidir quién será el nuevo primer ministro de Israel, basándose en las recomendaciones de los partidos y en su propia evaluación sobre las posibilidades que tenga alguno de los contendientes de formar una coalición estable de al menos 61 miembros de los 120 parlamentarios. El escenario probable será la formación de una coalición encabezada por el Likud. El primer ministro designado, quien sin duda será Netanyahu, tendrá 28 días para llevar a cabo las negociaciones orientadas a construir las alianzas y coaliciones que le permitan constituir un gobierno; si no lo logra, recibirá una prórroga de 14 días.

Los cambios previstos e imprevistos en la composición de la actual Knesset surgen, en parte, de la nueva ley del umbral del porcentaje requerido, que dicta el mínimo necesario para que un partido ingrese al parlamento. En estas elecciones el umbral se estableció —por primera vez— en 3.25%, con el pronóstico de que el partido más pequeño tenga al menos cuatro diputados de un total de 120. Por ello, partidos como Meretz (izq., cuatro escaños), por un lado, así como Israel Beiteinu (der., seis escaños), por el otro, lucharon por su existencia; mientras que los partidos árabes se unieron para formar la Lista Común, que llegó al tercer lugar (14 escaños), como una fuerza política sin precedente de la población árabe. Otro factor determinante fue la unión entre el partido Laborista y el partido Ha-Tnuá, creando así al Campo Sionista, que probó ser una de las “cartas ganadoras” de las elecciones.

¿Cuál fue el tema central de estas elecciones? Sin duda, el éxito en las urnas de los partidos que exhiben una etiqueta económica-social, tipo el partido Kulanu, encabezado por Moshe Kajlón (diez escaños) y Yesh Atid, encabezado por Yaír Lapíd (11 escaños), evidencian la fuerte influencia que ha tenido el alto costo de vida en general, y de las viviendas en particular, sobre las decisiones del electorado.

Sin embargo, la agenda del nuevo gobierno será complicada y cargada, como siempre lo ha sido en el caso israelí. Su primer desafío será aprobar el presupuesto para 2015 —ya que éste no ha sido aprobado por el gobierno saliente, por lo que los diferentes ministerios se basan, desde el 1 de enero de 2015, en el presupuesto de 2014—. Otros grandes desafíos que nos esperan son la situación volátil e inestable en las fronteras en el norte y sur de Israel, por la presencia de agrupaciones terroristas afiliadas con el EI en el Sinaí; el Hezbolá y otras agrupaciones terroristas en la frontera con Líbano y con Siria; y —por supuesto— la continua presencia de Hamas en la Franja de Gaza. A su vez, continúa la incertidumbre sobre las futuras relaciones con la Autoridad Palestina y, en la arena internacional, en torno al acuerdo entre los “5+1” poderes e Irán.

En este marco de incertidumbre lo cierto parece ser que el futuro gobierno no tendrá muchos días de gracia, por lo que sí necesitará mucha suerte para navegar exitosamente en estos tiempos complejos.

Embajadora de Israel en México.

Fuente:excelsior.com.mx