MORRIS STRAUCH PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

unnamed

“Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Es la frase que nos heredó el ex presidente Benito P. Juárez, Benemérito de las Américas, recordado, entre otras, por haber consolidado la república mexicana y haber derrotado al ejército francés, un 5 de mayo de 1862, en Puebla.

El siglo XIX puso a prueba a México con una guerra de Independencia, dos imperios, dos o más invasiones, guerrillas, dos dictaduras y la cesión del norte del país a los Estados Unidos. Pero todas estas crisis acabaron con la Inquisición, nos dieron la libertad de credo y México obtuvo el mejor perfil geográfico entre las naciones.

Antes de Juárez la nacionalidad mexicana estaba reservada para la población católica, de acuerdo con las leyes que la Inquisición había establecido en el país. Otros credos estaban proscritos y la población de judíos conversos era de aproximadamente 20 mil; los que se arriesgaban, practicaban las tradiciones a escondidas, en la privacidad de la casa. Entre 1825 y 1860 nuevos inmigrantes judíos llegaron de Europa, temporalmente, por proyectos económicos; no se les otorgaba la ciudadanía mexicana, pero los que se casaron con mexicanas se quedaron en el país.

En 1858, tres años después de la caída de Antonio López de Santa Anna – Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón- Ignacio Comonfort era presidente de la República. En un autogolpe de estado de Comonfort, Juárez, ministro de Gobernación y presidente de la Suprema Corte de Justicia, es nombrado presidente por las fuerzas liberales. Ahí comienza la carrera presidencial de Juárez, una carrera donde es perseguido por los conservadores, y el ejército federal, apoyados por la iglesia. Un 4 de diciembre de 1860 Juárez dicta la libertad de cultos; al año siguiente judíos ashkenazim de la capital ya pueden celebrar Rosh Hashaná y Kipur en un salón de alquiler. Durante la Guerra de Reforma, -liberales vs conservadores, 1857-1861- por la derogación de la Constitución de 1857 que pedían los conservadores, los liberales apoyaron la libertad de credo, ello favoreció al otorgamiento de nacionalidad a los inmigrantes judíos que llegaron posteriormente. Esta guerra culminó con la entrada de Juárez a la Cd. De México, en una la victoria de los liberales.

Por la pobrísima situación financiera del país, en el mismo 1861, Juárez anunció la suspensión de pagos de la deuda externa, cuyos principales acreedores eran España, Francia y Gran Bretaña. Estos, en conjunto invadieron el territorio nacional para reclamar su adeudo; Juárez derogó la Ley de Suspensión de Pagos y llegó a un arreglo con España y Gran Bretaña; Napoleón III de Francia tenía otros planes, no aceptó y prefirió aliarse con los conservadores mexicanos para derrocar a Juárez. Después de perder la batalla en Puebla contra el ejército de Zaragoza, Francia tomo control del centro del país un año después, en 1863. Los conservadores y la iglesia le ofrecieron la corona del Segundo Imperio Mexicano, al austriaco, Maximiliano de Habsburgo – Ferdinand Maximilian Joseph Marie von Habsburg-Lorraine, quien velaría por los intereses de Napoleón III en América de 1864-67. Juárez traslada su gobierno al norte, de esta forma la república liberal y el imperio viven 3 años de luchas continuas.

En 1865, el emperador Maximiliano decretó un edicto de tolerancia religiosa, pero ya un año antes y hasta 1867 había abierto las puertas de México a algunos israelitas franceses y centro europeos para radicar en el país; en dicho año ya había poco más de 30 familias judías no conversas, en México. En 1865 comenzaron planes para levantar una sinagoga, pero no se concretaron, el minian, quorum de diez hombres requerido para algunos rituales, se siguió organizando en los diferentes hogares de las familias judías.

Como la mentalidad de Maximiliano era liberal también, esto no hizo mucha gracia a los conservadores y a la iglesia mexicana, de tal manera que le fueron quitando su apoyo. Al mismo tiempo, Francia se veía amenazada por Prusia, y Austria estaba arruinada por la guerra con ésta. De tal manera que Francia retiró sus tropas de México y las fuerzas de Juárez, con la ayuda del ejército federal americano, dobló al ejército imperial. Maximiliano huyo a Querétaro en 1867, las tropas del general Mariano Escobedo derrotaron a las del imperio y el Emperador, junto con dos generales, fueron fusilados en el Cerro de las Campanas, Querétaro. Samuel Basch, israelita, quien hubiera sido jefe del Hospital Militar de Puebla era el médico de cabecera de Maximiliano; después de su fusilamiento, él arregló el envío del cuerpo del emperador a Austria

En 1867 el gobierno de Juárez puso el poder de la iglesia por debajo del poder del Estado, expulsó al Nuncio Apostólico, prohibió las procesiones religiosas y secularizó los hospitales que administraba la iglesia. Se permitió el culto protestante. La Iglesia no se opuso a la inmigración judía, estaba bastante ocupada con su propia disminución de poder.

Después de Juárez, durante los 1880s, en el Porfiriato, México invitaría banqueros e industriales judíos de Rusia y Francia; algunos  de ellos regresarían a su país, otros continuarían su vida en México.