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MARCOS GOJMAN

 

El judaísmo lo podemos entender de una mejor manera si pensamos, figurativamente, que es una gran estructura integrada por tres grandes pilares. Estos pilares son: Dios, la Torá y el Pueblo de Israel.

Ninguno sobresale más que el otro, los tres son interdependientes y el énfasis que se le ha dado a cada uno ha variado con el tiempo. Dios es el Creador, el que es sólo Uno, el que nos dio la regla de oro. Por su parte, la Torá representa la creación intelectual del judaísmo, enfocada en estudiar, entender e interpretar los textos sagrados. Por último, Israel es la historia de la cultura y la civilización del pueblo judío.

El concebir al judaísmo como un sistema monoteísta, una tradición literaria y una cultura histórica, nos presenta tres conceptos llenos de significado y abiertos a una gama muy amplia de interpretaciones, lo que provoca inevitablemente que algunos judíos enfaticen más un concepto que otro.

El concepto de Dios como el origen de la ética universal, es interpretado como la fuerza que mueve a las personas a actuar y que le da sentido a la vida de cada uno. Es lo que los impulsa a buscar el bien de la familia, de la comunidad, de la humanidad, de los desposeídos y los lleva a buscar un mundo mejor. Son aquellos que admiran lo maravilloso de la Creación. Es en el judaísmo reformista donde más se enfatiza este pilar.

Otros dedican sus esfuerzos a estudiar la Torá y a observar sus mandamientos, ya que consideran un privilegio el poderlo hacer. Aceptan que finalmente es difícil entender los caminos de Dios y lo único que queda es obedecer Su ley y las interpretaciones que de ella han hecho los sabios, sin cuestionar Sus motivos. Su espíritu se regocija al cumplir lo mejor posible Sus preceptos. Son los grupos ortodoxos los que dan mayor importancia a este segundo pilar.

Un tercer grupo llena su corazón de amor por el pueblo judío, por Israel. Admiran sus logros y aprenden de sus problemas y dificultades. Sufren con sus penurias y gozan con sus bendiciones. Cumplen sus anhelos trabajando por el bien de su pueblo y entienden que el judaísmo no es algo estático sino algo que ha evolucionado y seguirá evolucionando a lo largo de la historia. Es el movimiento conservador dentro del judaísmo, el que se apega más a este pilar.

Louis Jacobs nos dice: “los rabinos en el Talmud nos enseñan que así como no hay dos seres humanos con las mismas características físicas, también así las personas son diferentes en cuanto a lo que piensan y lo que sienten. Por eso no nos deben sorprender las diferencias y el énfasis que pone cada judío en su judaísmo. Cada persona, decía un sabio jasídico, debe descubrir su propio camino en el judaísmo y vivirlo con sinceridad”.

Puede uno inclinarse especialmente por uno de los pilares del judaísmo, pero lo que no se puede aceptar es que se excluya total o parcialmente a los otros dos. Un judaísmo sin Dios no es judaísmo, un judaísmo sin la Torá no es judaísmo, un judaísmo sin el Pueblo de Israel, no es judaísmo. Son los tres pilares juntos los que le dan valor a su estructura.

Bibliografía: The Book of Jewish Belief, de Louis Jacobs; God, Torah, and Israel, de Abraham Joshua Heschel y otras fuentes.

Fuente:alreguelajat.com