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lunes 07 de octubre de 2024

¿Qué celebramos en Shavuot?

ויקח ספר הברית ויקרא באזני העם ויאמרו כל אשר דבר יהוה נעשה ונשמע

Éxodo 24:7

Enlace Judío México e Israel.-Explicamos previamente (ver aquí) que el judaísmo, la relación entre Dios y el pueblo de Israel, se define a sí mismo como un «pacto» o alianza (brit) entre Dios y el pueblo judío. Ayer comenzamos a explorar los detalles de este pacto.

RABBI YOSEF BITTON

LOS TERMINOS DEL PACTO

Dios ofrece tomar al pueblo de Israel como Su pueblo. Esto significa que Él supervisará de manera directa al pueblo de Israel, no permitirá que el pueblo de Israel desaparezca, y nunca cancelará o modificará este pacto, ni la condición de Israel como pueblo elegido. Israel, por su parte, se compromete a regirse por la Ley Divina, la Torá, transformándose así en un pueblo de sacerdotes, es decir, individuos consagrados a Dios. El pueblo judío es también un privilegiado y exclusivo testigo de la existencia de Dios, ya que presenció Su Revelación (Ma’amad Har Sinai) y por eso debe mantenerse completamente alejado de todas las creencias y prácticas idolatras, cultos a «dioses imaginarios». El individuo judío tiene simultáneamente el derecho y el deber de acceder a Dios, exclusivamente, sin intermediarios.

Los términos de este pacto, que no son pocos, están detallados ampliamente en la Torá, los 5 libros de Moshé, y organizados en 613 preceptos.

Continuaremos ahora con el tema de la historia de este pacto, o Ma’amad Har Sinai «La Revelación de la Voz de Dios en el Monte Sinaí».

LA NOCHE DEL PACTO

La noche del 6 de Siván (entre el 5 y el 6 de Siván) la ceremonia del pacto continuó con la enunciación por parte de Dios de los 10 mandamientos. Este fue el evento más importante de nuestra historia, la única vez que Hashem se reveló a todo un pueblo. Dios comenzó a enunciar directamente, y sin la mediación de Moisés, los primeros Mandamientos. La Torá nos cuenta que el pueblo no pudo tolerar (¿físicamente?) el impacto de la revelación divina. Dios no habla con una voz producida por cuerdas vocales. La «voz» Divina es indescriptible y los sentidos de aquellos que la escuchaban se confundían. La Torá expresa esta experiencia meta-sensorial con una frase (¿poética?) única: y todo el pueblo «veía» las voces… Los Sabios explican que la experiencia fue tan intensa que los allí presentes sintieron que iban a morir. Esta experiencia, dicen, es parte de la memoria genética de los judíos, y ha contribuido a nuestro carácter, nuestros valores y nuestra forma de actuar.

EL PUEBLO LO PIDE

Luego de escuchar el segundo mandamiento el pueblo pide la intermediación de Moshé para transmitir el resto de los Mandamientos.

Esa misma noche luego de escuchar todos estos preceptos (Éxodo 21-23) el pueblo declaró por segunda vez su voluntad de celebrar el pacto y comprometerse a obedecer las leyes que habían sido expuestas hasta ese momento (Éxodo 24:3). Así lo describe la Torá: “Moshé…le transmitió al pueblo todas las palabras de Dios y todas las leyes. Y el pueblo respondió a una sola voz diciendo: Todas las que Hashem ha dicho las cumpliremos”. Moshé permaneció despierto durante toda esa noche y escribió lo que Dios le había transmitido en un documento que la Torá llama: Séfer Haberit, el libro del pacto.

EL DIA DEL PACTO

Al otro día, en la madrugada del día 6 de Siván, Moshé erigió un altar, representando la Presencia Divina y 12 pilares, representando a las doce tribus de Israel. Luego, envió a los jóvenes del pueblo a hacer sacrificios. Moshé tomó la sangre de los sacrificios y la dividió en dos. Vertió la primera mitad en los receptáculos de los 12 pilares y la otra mitad en el altar. La Torá describe así la ceremonia de la celebración formal del pacto (Éxodo 24:7) “Entonces Moshé tomó el libro del pacto y lo leyó a los oídos del pueblo. Y el pueblo declaró: “Todo lo que Hashem ha dicho, haremos y obedeceremos”. Esto significa, literalmente, que el pueblo aceptaba obedecer todo lo que ya había escuchado y se comprometía a aceptar todas las demás leyes y pautas que escucharía en el futuro. Acto seguido, Moshé tomó la sangre de los sacrificios y la roció sobre el altar, que representa la presencia Divina y sobre los pilares que representan al pueblo. Moshé dijo entonces (24:8): “Esta es la sangre del pacto que Hashem estableció con todos ustedes; (el pacto) que consiste en todas esta palabras (leyes, que han escuchado). “

Con esta ceremonia formal se estableció nuestro pacto eterno con Dios. A partir de este momento el pueblo judío se comprometió voluntariamente, y para siempre, a obedecer la Ley de Dios –la Torá– y la adoptó como su Constitución Nacional.

¡Esto es lo que celebramos en Shavu’ot!

 

 

 

Fuente: halaja.org

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